Capítulo 25

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Capítulo 25 - "Decisiones"

Entre nuestros brazos portábamos con esperanza la frágil vida de nuestra compañera herida, la ayudamos a correr por aquellos pasillos que allá donde íbamos dejábamos un rastro de sangre rojiza, nuestra compañera retorciéndose de dolor trataba de indicarnos el camino, de recordarnos las instrucciones, el plan no podía fallar. No debíamos fallar.

El sonido de las alarmas del lugar rezumbaban en nuestras cabezas, nuestra compañera nos advertía de algo. Ella sabía lo que iba a ocurrir a continuación; ante nosotros un pasillo repleto de puertas hacia el ascensor, de puertas de cristal que marcaban una frontera entre la libertad y este lugar inmundo. Nuestra compañera sabía que estas puertas se encontraban cerradas, ante situaciones de emergencia estas se cerrarían de inmediato, estábamos atrapados. Aquí en este pasillo el tiempo corría, corría más rápido de lo que nos hubiese gustado, no podíamos pensar con claridad.

La mujer se soltó de nuestros brazos, nos miró fijamente a los ojos, y sonrió. Cogió con dulzura y delicadeza mi mano como depositaba en ella la llave que abriría el ascensor. Luego me susurró al oído:

-Ya soy feliz, eres libre. - logró pronunciar entre lágrimas y quejidos de dolor.

Se dio la vuelta ante nosotros y se dirigió hacía la puerta de la que veníamos, la cerró y se apalancó en ella para dificultar la entrada de aquello que nos perseguía a este lugar. Colocó su cuerpo apoyado en la puerta y sus gestos reflejaban el increíble esfuerzo que estaba haciendo para aguantarla.

Bajo sus pies se empezaba a acumular un charco de sangre, al otro lado de la puerta los ruidos se hacían más notorios, cada vez estaban más cerca, hasta que empezaron a golpear la puerta. Miles de puños y golpes resonaron en la compuerta metálica.

Los ojos de nuestra compañera repleta de temor, nos suplicaban que abandonásemos aquél lugar. No podíamos llevarla con nosotros, no podríamos cargar con ella.

Ella se sacrificó por nosotros, por nuestra libertad.

- ¡¡Huid!! - exclama mientras soportaba la fuerza de los golpes. - ¡Corred no podré aguantar mucho más!

Mi mente se encontraba en estado de shock, mi amiga y yo teníamos que acabar con el plan, teníamos que seguir las instrucciones, no podíamos tirar la toalla ahora.

Tuvimos que apartar la vista de aquella escena para dirigirnos hacía nuestro nuevo objetivo, atravesar las puertas de cristal, si no podíamos de manera normal sería a la fuerza.

Preparé rígidamente mi cuerpo, como me situaba a una distancia considerable, me preparé mentalmente, iba a sufrir mucho pero íbamos a salir de aquí.
Mis pies empezaron a correr, mi cuerpo a abalanzarse así como este cogía fuerza y velocidad, preparé mi hombro para embestir el vidrio de las puertas que habían hasta el final del pasillo.

Atravesaba estas columnas de cristal, como a la vez sentía cada pedazo de este rozar y esgarrar la piel de mi hombro, el dolor, la sangre derramada, el sonido de los cristalitos cayendo en el suelo, mis gritos de guerra por querer alcanzar la libertad.

Detrás mío dejaba aquel mundo extraño, detrás mío dejaba la mujer que nos había ayudado a alcanzar nuestra meta, a la mujer que ahora mismo estaban aniquilando a sangre fría a nuestras espaldas. Sus gritos, sus chillidos, sus suplicas y sus llantos, el sonido de los disparos acabaron con aquel sufrimiento, el sonido de los disparos atravesaron finalmente la trayectoria de nuestra líder.

Ella se sacrificó, ella nos ayudo ciegamente, ella lo dio todo por nosotros sin saber ni si quiera quien era.

No podíamos perder más tiempo lastimando su pérdida, teníamos que seguir o de lo contrario no lograríamos salir de aquí.

Las paredes de tu interior.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora