Capítulo 26 - "Cuatro"
El dolor de mis heridas, un millón de rasguños y trozos de cristal clavándose profundamente en mi cuerpo a cada intento que hacía de moverme, ese sufrimiento, ese dolor.
Los ojos de mi compañera me miraban muy a dentro, buscaba en mi interior una respuesta a lo ocurrido, tenía miedo, ambos lo teníamos. Estábamos cerca de escapar, detrás nuestro se oía como abrían la compuerta metálica así como desplazaban el cuerpo sin vida de nuestra líder.
Mi mente saturada, mi cuerpo dolorido, en mi cabeza mil pensamientos, en mi cabeza mil preguntas, en mi cabeza un millón de dudas, todo dentro de mí, todo en mis manos. La vida o la muerte, huir o morir. No había más elección.
Volví a la realidad, tenía que ser rápido, tenía que ser ya. Recogí suficientes fuerzas como para golpear con mi puño sangriento el botón de aquel ascensor, el ruido de la maquinaria, el silencio en nuestras almas, sentíamos como poco a poco descendía, como poco a poco podíamos sentir en nuestras venas la libertad. La mirada de mi compañera se encendió, se iluminó, algo en ella cambio, sus esperanzas por salir de aquí.
Trató de cogerme y aguantarme en pie a duras penas, el ascensor seguía bajando y fue entonces cuando vimos aquello. La pantalla, aquella pantalla que había permanecido apagada todo ese tiempo se iluminó, pedía un código de identificación, nos señalaba que aquel ascensor no se movería si nadie lo activaba, nos quedamos petrificados, el sonido del ascensor se detuvo así como sentimos que golpeaba el suelo detrás de sus puertas, estaba justo ahí, ahí mismo detrás de aquellas puertas que no se abrirían de no tener a alguien con la identificación. No podíamos creerlo.
Los pasos de aquellas personas se hicieron notorios detrás de nuestras nucas, nos apuntaban con linternas, llevaban uniformes oscuros y cascos que tapaban sus cabezas, no parecían personas, no parecían tener sentimientos, iban armados. Nos gritaban, nos chillaban, nos decían algo, pero no podíamos asimilar la situación.
Mi compañera cogió mi mano fuertemente, sentí en ella su calor, su pulso cardíaco, sentí en ella sus temblores y en ese instante mi mente quedo en blanco, eso era.
Recordé algo en ese momento, la intuición, un último grito de supervivencia recorrió todo mi cuerpo. Alze mi mano izquierda y la puse sobre la pantalla, esta parecía intentar detectarla, intentaba reconocerla.
De repente, una luz verde. Lo sabía, yo había formado parte de esto, en mi interior algo sabía que esa era la respuesta, lo teníamos. Las puertas del ascensor chirriaron y salió incluso un poco de polvo de aquel antiguo sistema elevatorio. Mi compañera no podía dar crédito a lo ocurrido, no entendía la situación, se nos hacía demasiado grande todo aquello. Era demasiado.
Nuestros nervios, nuestras cabezas intentando recordar entre los gritos de aquellas personas que estaban corriendo por el pasillo la sensible voz de aquella persona que había elaborado todo este plan de huida. El ascensor se había abierto, apenas podía moverme, mis ropajes estaban repletos de manchas de sangre, mi visión empezaba a ser borrosa y sentía que perdía las fuerzas, antes de perder el conocimiento empujé a mi amiga al interior del ascensor, la empujé tan fuerte que esta cayó sobre el suelo. No había más tiempo, golpeé el botón desde el exterior. La maquinaria volvió a encenderse, las puertas volvieron a chirriar, se empezaban a cerrar muy lentamente.
Mi mente estaba muy nublada, estaba mareado, perdía el conocimiento, sentía que la sangre no fluía con rapidez dentro de mi cuerpo, no aguanté más y caí desplomado sobre el basto suelo lleno de cristales.
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Las paredes de tu interior.
Mistério / Suspense¿Que harías si un día despertases dentro de una habitación donde no hay salida? Cuatro paredes hacen una habitación, una habitación de cuatro paredes y una larga historia contenida entre estas. La inocencia de un niño atrapado en un mundo tan pe...