Capítulo 21 - "Ayuda"
No podía creer que hace cosa de un mes que mi compañero hubiese dado la cara por mí ante aquella situación, me sentía mal por el. Sabía en el fondo de mi corazón que era culpa mía, que por mi se sacrificó aquel día en la reunión. Me podría haber quedado callada, pero obviamente no lo hice, tuve que abrir la boca, soy una inútil.
Cada día que pasa me remuerde más la conciencia, algo me esta matando por dentro. Verlo ahí dentro, atrapado, sin escapatoria, sin esperanzas...
Se me hacía la vida añicos el solo pensar que aquella situación era la desembocadura de una acción que yo había tomado a cabo. No ha pasado un día desde su introducción en la habitación en la que no he pensado en quitarme la vida.
Esta culpa que llevaba por dentro, este dolor, no podía vivir sabiendo que el había puesto la mano en el fuego por mí, cuando ni si quiera me conocía lo más minino.
Cada noche me persigue el mismo sueño no puedo aguantarlo más, la misma escena, las mismas acciones, ante mi una figura imaginaria de mi compañero sosteniéndome una mirada fija de confianza. Me despierto y no puedo evitarlo, empiezo a llorar y mis lágrimas se hacen un mar.
Este dolor que llevo dentro. Estas ganas de acabar con todo esto. Esto es simplemente demasiado, el experimento, mi remordimiento, todo colisionando en un mismo punto de caos frenético y descontrolado dentro de mí. No puedo más, simplemente no puedo.
Y vuelvo al trabajo cada día, y miro con la falsa esperanza de que al revisar su cámara, él ya no este ahí, de que haya podido huir, de que se haya acabado todo de una vez por todas, de que se finalice este dolor que llevo dentro.
Pero pasan los días y la misma escena se repite, es imposible. No paro de ir a peor, tengo cajas vacías de ansiolíticos y antidepresivos, mi vida es una soberana desgracia. No puedo evitar el pensamiento de abrir esa maldita puerta e ir tras él.
Sabía que podía ayudarle de alguna manera, me acerqué al monitor del sujeto 59, acaricié con la yema de mis dedos la pantalla digital, una lágrima logró escaparse de mis ojos, recorriendo mis mejillas y cayendo sobre el panel. Fue entonces en ese mismo instante donde le miré, lo vi, sabía que iba a hacerlo, mi corazón empezó a palpitar más y más deprisa.
Alzé mi vista y miré a mi alrededor, por suerte ninguno de mis compañeros estaban observando esa escena en aquel momento, noté la presencia ante mí de la oportunidad perfecta. Era ahora o nunca. Cogí las llaves de los túneles subterráneos, rebusqué entre los cajones hasta encontrar una linterna y así me disponía a bajar ahí abajo, en la pantalla se podía observar a mi compañero golpeando el techo de la habitación, iba a lograr salir, tenía que darme prisa, llegar hasta él antes de que lo hiciesen ellos, tenía que ayudarle, tenía que sacarle de ahí.
Empecé a correr, dirigiéndome por las instalaciones hasta llegar a las escaleras que me llevarían a los subterráneos. Voy a por ti 59.
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Las paredes de tu interior.
Gizem / Gerilim¿Que harías si un día despertases dentro de una habitación donde no hay salida? Cuatro paredes hacen una habitación, una habitación de cuatro paredes y una larga historia contenida entre estas. La inocencia de un niño atrapado en un mundo tan pe...