Capítulo 25 "Libre"

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Narra Valentín.                                                                                                                                                                             

Me desperté gracias a la maldita claridad que entraba por ventana del cuarto.  Me estiré perezosamente y me acomodé para seguir durmiendo, abracé a la almohada y la apreté hacia mí. Fruncí el ceño al notar que Ezequiel no estaba acostado al lado mío. Me senté en la cama, para ver  si escuchaba algún ruido, pero nada. Me levante para dirigirme al baño y me fijé si se encontraba ahí y tampoco. Sabía que estábamos Ezequiel y yo solos, Lucía se había tenido que ir a trabajar. Baje las escaleras lentamente y ahí recién escuche ruidos que provenían de la cocina. Entre silenciosamente y ahí se encontraba mi morocho de espaldas, preparando algo que no lograba ver. Me acerqué sigiloso y lo abracé por la espalda, posando mis manos en su panza plana, lo atraje hacia mí, pegando mi cuerpo al suyo. Ezequiel pego un saltito y se llevó una mano a su pecho. Me reí y deje varios besos en su cuello.

-Me asustaste maldito –volví a reír-

-Lo siento –murmure sobre su oreja, él se estremeció.- Me desperté y no estabas –el giro un poco su cabeza para mirarme y le hice un puchero-

-Estoy haciendo el desayudo –me sonrió y su hoyuelo apareció adorablemente. Mire sobre su hombro donde se encuentra la mesada y vi tostadas preparadas con dos vasos de leche chocolatada.-

-Que novio más lindo tengo. –Bese su cachete reiteradas veces -

-Lo sé –sonrió agrandado-

-Creído –lo empujé apenas-

-Me contagiaste.-me empujo esta vez él.-

-Mentira, yo no soy creído –me quejé y lo giré para estar cara a cara, él se apoyó en la mesada-

-Se te calló la cara, caradura. –Apretó mis cachetes de forma cariñosa e hice una mueca-

-Si soy una bomba sexual para que negarlo –sonreí de medio lado y él reboleo los ojos-

-Y después decís que no sos creído. –Pasó sus brazos por atrás de mi cuello-

-Porque no lo soy –volví a repetir, y Eze volvió a revolear los ojos-

-Sos un caso perdido.- dejo un suave beso en mi boca, lo mordió tiernamente- Lleva la leche – me tendió los vasos y me dirigí al living con ellos.- A qué hora te dijeron que te iban a llamar?

-Durante la mañana – nos sentamos ambos en el sillón.- qué hora es? –mordí una tostada mientras él tomaba un poco de leche.-

-Las 10. Ya te van a llamar seguramente.-asentí- Te sentís bien? –Me habló con la boca llena, me reí. Acarició mi mejilla derecha, yo agarré su mano y la lleve a mi boca para dejarle un beso-

-Me siento bien, algo ansioso pero bien.

-Solo hay que tener paciencia.

-Si – le sonreí y el me la devolvió. –

Nos quedamos en silencio unos minutos, yo apoye mi cabeza en sus piernas, él se encargó de acariciar tiernamente mi pelo. Miré la foto colgada en la pared en donde mostraba a Ezequiel  y a su mama  sonriendo de oreja a oreja, los hoyuelos de los dos adornaban sus mejillas de forma tierna. Ver a Lucia me hizo acordar a mi mamá, la forma que ella era cariñosa conmigo, su cara, su sonrisa, todo de ella extrañaba. Como puede ser que la vida sea tan malditamente injusta y arrebatarme a la persona que yo más quería en el mundo, mi mamá era todo para mí, ella era mi tesoro más valioso. Mi papá también era mi tesoro, yo lo amaba incondicionalmente, obvio  que ahora ya no lo es. Todo de él me hace odiarlo, el destruyó mi vida desde la muerte de mi mamá. Leandro ya no es nadie, solo una persona desconocida.

Algo InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora