Capítulo 27. "Volviendo a la rutina"

143K 6.4K 2.3K
                                    

Narra Ezequiel.

Escucho una molesta melodía que suena y suena, y nadie la detiene. Me estoy poniendo de mal humor y eso es raro en mí. La melodía sigue sin parar, es irritante y cada vez se escucha más fuerte. Definitivamente estoy de mal humor ahora. Abro los ojos, con el ceño fruncido y miro a mí alrededor, estoy totalmente desorientado. Sigo mirando hasta que caigo en que estoy en mi habitación, precisamente en la cama, con Valentín dándome la espalda y abrazando a mi blanca almohada. Frunzo más el ceño al darme cuenta que esa maldita melodía sigue sonando, giró hasta mi mesita de luz y ahí se encuentra el proveniente molesto sonido, es mi celular, avisando que es hora de que me levante para ir al colegio. Lo apago bruscamente y suelto un suspiro de alivio. Me levanto de la cama para dirigirme al baño, hago mis necesidades y me lavo los dientes rápidamente. Voy hacia el ropero para vestirme con un jean azul gastado, una simple remera de color blanca mangas largas y un pulóver color celeste claro. El tiempo esta increíblemente precioso, pero estamos en pleno invierno.

Me acerco a la cama, donde Valentín sigue durmiendo, me siento en el borde de forma suave para no despertarlo.   Me lo quedo mirando detenidamente, tratando de memorizar cada pequeño detalle de su rostro. Sus pequeñas pecas esparcidas por su nariz y mejillas, son tan claritas que solo la vez cuando te acercas. Sus labios, tan cálidos y suaves que no me canso de besarlos. Sus ojos, de ese color miel y destellos en color verde, que me hipnotizan profundamente, aunque ahora estén cerrados. Su pelo rubio como el sol, es tan suave cuando lo acaricio y ese magnífico olor que desprende. No tengo palabras para describir lo perfecto que es para mí, todo de él me gusta. Me encanta como se le achinan sus ojos al reír, su risa es tan fresca y alegre. Cuando se enoja arruga la frente y hace un puchero inconsciente. Cada pequeño detalle de Valentín es simplemente maravilloso. Salgo de mi embobamiento porque la maldita alarma vuelve a sonar.¿ No la había apagado ya?. La apago con fuerza por sacarme de mi precioso trance, en donde si pudiera estaría todo el día.

Acerqué mi mano a su cuerpo y lo sacudí apenas. Valentín ni se inmutó y siguió durmiendo como si nada. Lo volví a mover y nada. Tiene el sueño pesado definitivamente. Me acerqué a su cara y comencé a dejar besos por sus mejillas, la frente, la nariz y por ultimo su tan cálida boca. Empezó a estirarse perezosamente y abrió apenas los ojos. Me miró confundido y me reí por la cara que hizo. Deje otro besito en su boca.

-Levántate osito. Vamos a llegar tarde. –su ceño se frunció e hizo un puchero muy adorable. Obviamente lo bese, no tengo tanto control.-

-No quiero ir – se quejó cual niño pequeño-

-Hay que ir, dale levántate. –se sentó en la cama y me miró haciendo puchero otra vez- No me vas a convencer.

-Insensible –me reí. –

-Tienes 10 minutos para cambiarte y bajar a desayunar.

-Mal novio!

Me lo gritó cuando me salí de la habitación. No pude evitar reírme por lo infantil que es a veces. Bajé de las escaleras y  sentí el olor a tostadas recién hechas.  Al entrar me encontré a mi mamá desayunando. Le sonreí y dejé un beso en su mejilla.

-Hola bebe –rebolee los ojos-

-¿Cuándo vas a dejar de decirme así?

-Mmm – se hizo la que pensaba- Nunca. Esa es la palabra que buscaba.–me sonrió y volví a rebolear los ojos- ¿Valentín?

-Ya baja. –Mordí una tostada-¿ A qué hora entras a trabajar?

Algo InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora