Capítulo 3. "¿Soy tu Pesadilla?"

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Narra Valentín

Estoy aburrido, demasiado aburrido para mi gusto. Son las 6 de la tarde y no tengo nada que hacer. Ya he hecho la tarea de la maldita escuela, aunque no lo crean, soy aplicado. Creo que todavía no me echaron  por mis buenas calificaciones o tal vez porque me tienen algo de compasión. Historia que algún día voy a contarles.

Miro el techo  de mi pieza como si fuera interesante. Unos ojos celestes, hoyuelos demasiados atractivos y a la vez tiernos aparecieron por mi mente. ¿Que mierda estoy diciendo? No puedo estar pensando en ese imbécil.

Me levanto de la cama de golpe y pateo el ropero furioso. ¿Qué carajos me está  pasando? Respiro por unos segundo para tranquilizarme, bajo las escaleras y me dirijo a la cocina para servirme un vaso de agua.

 -Niño, Valentín –me dice mi sirvienta, Nana- ¿Necesita algo?

- No,  Nana.  Estoy bien.

- Bueno niño, yo voy a estar en el jardín –me sonríe, le devuelvo la sonrisa y se va-

Ella es como mi mama, es mi nana desde que tengo uso de razón. La quiero muchísimo y siempre estuvo cuando mas la necesité.  Me quedo apoyado en la mesada, hasta que aparece el ser más desagradable del mundo, mi padre.

- ¿Qué hace acá? – me dice con su voz fría-

- Nada – le digo seco-

- Te dije que no te quería ver cuando yo apareciera por la casa.

- Y yo que sabía que ibas a venir justo ahora. Todavía no me recibo de adivino – le digo, sarcástico-

- No te conviene hacerte el vivo,  mocoso –me mira con desprecio- Ándate de mi vista

-Es lo que pensaba hacer – me mira con desprecio y salgo furioso a la calle-

Me quedo parado delante de mi casa, furioso, enojado con ese individuo que dice ser mi padre. Camino hasta la casa de enfrente y me paro a centímetros de la puerta, respiro profundo y toco timbre. Me atiende una mujer de pelo negro y unos ojos celestes, seguramente es su madre.

 -¿Em, está Ezequiel? – pregunto carraspeando-

- Sí, pasá. Ya lo llamo- me dice sonriendo, y se pierde por las  escaleras-

Me quedo mirando el lugar, está todo decorado de color crema y chocolate. Fotos en las paredes, solo de ellos dos. Escucho un ruido y me giro, se encuentra bajando la misma señora de hoy.

- Ezequiel ya baja. Soy Lucia, su mamá- Me dice sonriendo y me estira su mano-

- Un gusto, Valentín. – agarro su mano y le hice un pequeño apretón en forma de saludo.-

- Bueno, me voy. Un gusto en conocerte.

- El gusto es mío –le dije-

Me sonríe  y sale por la puerta principal. Me acerco a la foto que había mirado minutos antes. Se nota que había sido tomada hace bastante tiempo, en su cara se nota que tiene varios años menos  Él sonríe con una sonrisa espléndida y sus hoyuelos se marcaban de manera traviesa. Escucho un ruido y me escondo apenas. Vi que mira para todo lados, confundido.

- ¿Me buscas? – le digo-

Se gira asustado, cuando me ve se queda perplejo. Yo sonrío divertido, su cara es demasiado graciosa.

 -¿ Q-que H-haces a-acá? – me dice tartamudeando-

- Te vine a hacer compañía. No pareces muy feliz – le digo sonriendo-

- No lo estoy- me dice mirando al piso-

- ¿Por qué? ¿Acaso soy tu pesadilla?– me acerco un poco más a él, retrocede asustado- ¿Me tienes miedo? – Sonrío  malicioso-

-No - por primera vez levanta la mirada y nuestros ojos se encuentran por unos segundos-

- ¿Seguro? – me fui acercando lentamente al pelinegro, él retrocede hasta que choca con una pared-

-No – susurra y agacha su cabeza-

- Me lo imaginaba. – Nos quedamos en silencio.-Mostrame tu cuarto – levanta su vista y me lo quedo mirando. Nuestros ojos se vuelven a encontrar por segunda vez. – e-eh– carraspeo para poder salir del embobamiento. – ¿Me la vas a mostrar, idiota?

- Mmh sí.

Empiezo a subir las escaleras. Pasamos por un pasillo que tiene cuatro puertas, seguimos caminando hasta llegar a la puerta del fondo. Me abre la puerta, entro y miro a mí alrededor. Su cuarto es bastante espacioso, es de color azul neutro con blanco. Una cama al fondo y un poco más a la derecha está su ropero.  Un escritorio con una pila de Cd's  y libros. Me acerco hasta los cd's, uno de ellos era de los The Beatles. Agarro ese cd y me giro a mirarlo, él me mira tímidamente.

- ¿Te gustan los The Beatles, imbécil? – le pregunto-

- Si – me susurra-

- Mira vos – abro la cajita, saco el cd y lo tiro al piso, puse mi pie arriba de este y lo empiezo a rayar con el piso.-

-No – me dice,  gritando- ¿Qué haces? – Me empuja apenas y se tapa la boca horrorizado- lo siento – retrocede asustado-

- Quién te piensas que sos para empujarme – me acerco a él, lo empujo y choca contra la pared. Lo agarro del cuello. Lo miro a los ojos y se puede ver el miedo – No me vuelvas a tocar, idiota.

- Soltame  - me susurra, asustado.-

-La próxima vez que me vuelvas a empujar te vas a tragar mi puño- aprieto más mi mano a su cuello.- ¿Entendiste?

- si – vuelve a susurrar-

- Quiero algo para comer – me siento en su cama- ¡Ahora! –le grito y sale corriendo. Sonrío divertido. Me encanta que Ezequiel me tenga miedo, me hace sentir poderoso. Vuelve unos segundos después con un paquete de masitas dulces*.-  ¿Vivís solo con tu mama?

-Si – me contesta-

- ¿Y tu papá ? – me queda mirando en silencio- ¿Dónde está? –se encoge de hombros.-  ¿qué significa eso, idiota?- muerdo otra masita-

- No sé dónde está – susurra-

-Seguro te abandonó por inservible – lo miro con desprecio, su cara se desfigura. Gira su cabeza hacia un lado- estoy en lo cierto ¿no?- me da la espalda y sale sin decir nada-

Me quedo ahí sentado por unos segundos como un idiota. Dejo el paquete de masitas en el escritorio y bajo las escaleras silenciosamente. Lo vi sentado en el sillón, con las manos tapa su cara, oí un leve sollozo. Me quedo de piedra, ¿acaso estaba llorando por lo que había dicho?. Me acerco a Ezequiel, cuando nota mi presencia me mira y sus ojos están  rojos por el llanto. Se levanta bruscamente y me da la espalda.

- ¿Qué es lo que quieres? – su voz era apenas audible-

- ¿Estas llorando,  maricón? –hice como que me reía, me sale extremadamente falsa. ¿Por qué lo trato así?.-

- No.

- No te creo – lo giro bruscamente, agarro su mentón con mi mano. Me  quedo mirando sus ojos rojos, se puede percibir su sufrimiento a través de ellos.- ¿No era que no estabas llorando? – Quiere soltar mi agarre y aprieto más fuerte su mandíbula, su cara hace una mueca de dolor- Eres la persona más detestable que conozco – digo con voz fría- Sos un marica.

Lo suelto  de un empujón y camino hasta la puerta. Me giro a mirarlo, tiene sus ojos aguados.  Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Salgo rápidamente hacia mi casa, entro y voy directamente a mi habitación a encerrarme. Me tiro en la cama agotado, solo quiero dormir y dejar de pensar en ese pelinegro de una vez por todas.

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*masitas dulces: son como una clase de oreos. Para que entiendan a lo que nosotros le llamamos,  masitas dulces. 

Gracias por leer💓💓

Algo InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora