Selena
Una vez mamá me dijo “Si alguien te lastima, seré la primera en enterarse y ir a buscarlo. No me importa mover el cielo, los mares y el mundo.Haría cualquier cosa por ti hija mía” Nunca tomé su interpelación tan de en serio, creí que lo había dicho por decir, en ese momento yo tenía ocho años y sufría por mi enemistad con un niño del mismo colegio. Era niña y a esa edad era lo suficiente sensible y inocente.
Pero ahora ya era una adulta hecha y derecha, ya de mi vida era yo que tomaba sus propias riendas y elegía a que camino ir. Mi madre ya no podía ejercer autoridad alguna y mandar en ella, la única que podía hacerlo era yo.— Tienes que comprender, lo hago por tu bien.
Luce débil, sus ojos están llenos de lágrimas acumuladas.
No puedo evitar sentir pena, angustia y dolor por ella. Era mi madre, la que me llevó nueve meses en su vientre, que me vio nacer y me enseñó lo que es la vida.
Ella era mi todo. Pero esta intervención suya era en vano.
Justin era mi novio, mi pareja. Llevábamos ya años juntos y nadie podría intervenir y ensuciar nuestra relación.Absolutamente nadie.
— Mamá... — Susurro, mi respiración es tranquila y mi cuerpo se encuentra en la misma situación. — Él es mi novio, la que debe entender algo aquí eres tú. — Hago un receso antes de continuar, la observo unos segundos con un ligero temor. — Ya no soy una niña.
Su rostro palidece más de lo normal, queda perpleja en aquella postura. Su ceño levemente frunciendo y en sus labios se alinean, dejándome ver su decepción.
— No estás viendo nada. — Mueve su cabeza, su voz es fría y seca. Me pega justo en mi corazón.
— ¿Ver qué mamá?
Mis lágrimas vuelven a reaparecer en mis ojos, los reprimo haciendo un ruido raro con la nariz.
¡Santo dios!
Muerdo mi labio, viéndola negar con su cabeza. Tenía la misma mirada de Taylor la otra vez, era de reproche, de frustración y finalmente de decepción.
Ella también tenía en su frente un enorme letrero que decía «Date cuenta, abre los ojos » ,Ella también me señala por continuar con esta relación, ella también me ve con poca dignidad.— No importa, si seguirás detrás de él cómo una... — Se detiene,mira hacía otro lado.
Mi corazón se escoge en mi pecho.
¿Mi propia madre me iba a llamar de esa forma? ¿A caso ella era capaz?
— Vete querida madre, sólo hazlo. — Mi voz suena débil, casi más en susurros pero ella me escucha. Con su mirada y su rostro reflejado de tristeza toma su bolso.
Pienso que se está por ir, pero al contrario de lo que pensé, se detiene y me observa.— No durarás ni un mes con ese chico Selena. — Habla con seguridad. — Y cuándo te des cuenta será muy tarde. — Dicho lo último se marcha, golpeando con fuerza la puerta después de cerrarla.
Estando sola, mi muro se desploma cómo una vela encendida, mi fuerza se decae y mi cuerpo recibe la debilidad. Las lágrimas comienzan a caer con gran velocidad, una trás otra,sollozos escapan de mis labios y mi cuerpo tiembla con cada movimiento.
Caminé lo más rápido a mi habitación, abrí la puerta y corrí a mi cama, allí me despoje de toda angustia, enterré mi rostro en la almohada y derramé las últimas lágrimas que pudieran haber en mis órbitas.(...)
El silencio se adueña de mi apartamento, sólo mi respiración profunda se sentía y mis bruscos movimientos se oía. Había pasado dos horas durmiendo, mis ojos se sentían pegados y lagrimosos, mi cabeza duele y mi cuerpo está tieso en ésta posición. Miro sobre mis hombros el reloj que marcaban las ocho y media de la noche.