Capítulo 5.

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Había caído en ese abismo antes, una voz dentro de mi cabeza gritaba: "¡Hazlo, no vales nada!" y por más que intentaba sobrevivir los demás simplemente me fastidiaban.
Era Gerard Way, el bicho raro de la preparatoria Wittford.

Pasaba lentamente el filo de la navaja sobre mi muñeca, la sangre comenzaba a deslizarse por mi brazo pálido y lágrimas brotaban de mis ojos; quizá esa no era la salida o quizá yo era muy débil pero ¿qué importaba?, al final nadie estaba a mi lado, nisiquiera mi familia.

Flashback.

Iba caminando con la mirada perdida por los pasillos de mi escuela, era una mañana nublada —mis favoritas—, el aire frío movía ligeramente mi cabello y mis pasos eran lentos y pesados.

"¡Hey, Way!" aquel grito hizo que me detuviera. "¡Toda la escuela te odia!, ¿lo sabías?" mis latidos aceleraron, volteé poco a poco y ellos se acercaron a mi.

"No eres como tu hermano Mikey, eres un fenómeno" se trataba de Evan, chico de quinto grado, alto, rubio y dentadura amarillenta.

"¿Y eso te afecta en algo?" murmuré. Era muy usual que me molestaran pero yo ya estaba harto.
"Me enferma tu existencia y cuando algo me molesta lo fumigo" esto último lo susurró en mi oído con una sonrisa siniestra plantada en su rostro.
"No pienso dis..." y antes de que pudiese acabar mi oración, Evan soltó el primer golpe en mi abdomen haciéndome caer inmediatamente soltando un grito ahogado.

"Que pena me das, basura" volvió a sonreír y entonces sus acompañantes se unieron a mi tortura, Evan me tomó del cuello de la camiseta mientras que los demás me escupían y me golpeaban sin detenerse, yo gritaba con la respiración agitada sintiendo lágrimas y sangre empapando mi ropa.

"Algún día tendré venganza, hijos de puta" alcancé a decir eso con las pocas fuerzas que me quedaban y ellos sólo rieron sonoramente.
"Quiero verte intentándolo, Way" Evan se hincó a mi lado para tomar bruscamente mis mejillas con sus manos frías y ásperas, sonrió ampliamente y me miró directamente a los ojos.

"Pobre de ti, tan roto y tan solo. Sin duda odiaría ser " y dicho eso se puso de pie para después irse con los demás. Me quedé unos momentos en el suelo analizando lo sucedido y antes de que alguien pudiera verme me levanté, tomé mis cosas y huí a casa.
No me importaba perder clases, me sentía despreciable y solamente el escuchar música y auto-lesionarme me ayudaba a calmar las cosas dentro de mi; llegué lo más rápido que pude, azoté la puerta principal y corrí a mi habitación, me quité mi sudadera, saqué mi navaja de la caja donde la guardaba y entré al baño para desahogarme.

Nadie sabía lo que hacía —nisiquiera Mikey—, siempre era muy cuidadoso al ocultar mis marcas y aunque no era útil hacerlo de alguna forma me hacía sentir mejor. Mi llanto sonaba por toda la casa, ya nisiquiera me dolían las cortadas sino que me dolía aún más tener que fingir todos los días que todo estaba bien en mi vida.

L o w | Frerad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora