Capítulo 18.

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Omnisciente.

Un año después...

"Date prisa, Gerard".
Había pasado ya un año desde la mudanza del pelinegro. Ya tenía muchas cosas aprendidas, cosas nuevas y fascinantes.
Le enseñaban técnicas de sombreado, de pintura y de otros más. Todo parecía ir bien pero en las noches el recuerdo de Frank invadía la cabeza de Way, todavía lo extrañaba pero por otro lado algo le decía que el menor ya tenía a alguien más, claro que eso no le molestaba a Gerard, ¡al contrario!, le alegraba la idea de imaginarse a Iero feliz, después de todo él se lo merecía.
Por su parte, Gerard se había teñido el cabello de rojo obscuro, encajaba muy bien con su piel pálida y sin duda alguna también hacía buena combinación con sus ojos hazel.

A diferencia de la secundaria y preparatoria, el pelinegro ahora tenía buenos amigos. Todos tenían el mismo gusto en común: Arte.
Para Gerard siempre era un placer absoluto aprender cosas nuevas. Su escuela era asombrosa, un edificio enorme de diez pisos, hecho de mármol y con grandes ventanas -las cuales tenían una vista increíble de la ciudad- y por dentro había murales gigantes y cuadros asombrosos pintados por los mismísimos alumnos de aquel instituto.

El vivir con su tío no era dificil ni en lo más mínimo, era un hombre animado y muy MUY ordenado, tanto así que incluso Gerard fue adoptando esos buenos hábitos.
"Lo lamento, Billie. No dormí bien" Billie era uno de los tantos amigos del ojiverde, era un joven rubio de mirada penetrante y debido a que su origen era francés, su acento era un tanto gracioso para Gerard.
Ambos chicos ya iban atrasados para la primera lección artística de hoy y ninguno de los dos quería perdérsela.

"¿Insomnio?" preguntó Billie. En parte si era el insomnio, pero otra causa de los desvelos del pelirrojo era nada más y nada menos que Frank Iero. "Me pasa desde pequeño, supongo que es algo que jamás va a cambiar en mi" se encogió de hombros en señal de indiferencia e hizo una mueca de disgusto.

Finalmente llegaron a la escuela.
El día transcurrió normalmente.
Ahora la habitación que le pertenecía a Gerard estaba repleta de material artístico y fotografías de paisajes. Su tío le había regalado una cámara profesional en su cumpleaños número veinte -seis meses atrás-.
Ya era Octubre del 97, todo había pasado exageradamente rápido; a pesar de su escaso tiempo libre, el pelirrojo siempre llamaba a su casa en NJ para asegurarse de que todo estuviese en orden.

Jamás se atrevió a llamar a su ex-novio, sabía que probablemente Iero lo odiaba, es por eso que no tuvo el valor de llamar.
Gerard a menudo se preguntaba qué estaría haciendo el menor, ¿acaso pensaba en él?, ¿lo extrañaba?, quizás no, quizás si.

Probablemente ni siquiera lo recordaba.

Nueva Jersey.

Frank se dirigía de mala gana hacia la oficina del director, otra vez.

¿El motivo?: bajas calificaciones, pésima conducta, rebeldía en clase, hiperactividad en el aula y muchos otros factores más. La profesora Tokk ya se había hartado del Joven Iero y aunque éste siempre era llevado a dirección aún así no mostraba signos de mejoría académica.
"Pase, joven" dijo el director. Ya era costumbre tener al menor metido en su oficina y por lo tanto no esperaba nada más que pésimas noticias.
Frank entró con pasos torpes y pesados, tenía el cabello desordenado y una mirada retadora en sus ojos avellana, tomó asiento frente al señor de edad mayor y se cruzó de brazos. esperando el mismo discurso de siempre.

"Se directo, ¿qué has hecho esta vez?" preguntó el director Ludwig, con su típica voz ronca.
"Supongo que me trajeron por haberme dormido en clase de Geografía" contestó Iero, rascando su nuca. Había tres materias que el menor realmente aborrecía: Física, Matemáticas y Geografía, esas malditas materias le hacían la vida aún más difícil.

"Ya sabes qué hay que hacer, te pondré un reporte y tendrás que firmar otra carta compromiso" el señor Ludwig se colocó sus viejas gafas, tomó un par de hojas blancas y un bolígrafo. Acomodó su corbata y le entregó el bolígrafo a Frank.
"Firma y retírate" y así lo hizo, el menor firmó las hojas. Ésta era la décima carta compromiso que firmaba, una más no haría la diferencia ¿o si?.

Frank salió de la oficina y regresó a su salón.
De igual forma, su día transcurrió de lo más normal, realmente detestaba la escuela pero no tenía otra opción.
Respecto a Gerard, Iero se había prometido a él mismo no volver a llorar por el pelirrojo, obviamente lo echaba de menos -y mucho- pero no valía la pena si Way ya no estaba ahí para consolarlo.
El primer año había sido demasiado difícil para Frank, los primeros dos meses no dejaba de llorar pero conforme fue avanzando el tiempo su tristeza se estabilizó consideradamente.
"Gerard Way..." murmuró, mientras caminaba de regreso a su casa. "Mi dulce pesadilla..." lo extrañaba muchísimo y tan sólo pensar en él le destrozaba aún más el corazón.

Más tarde...

"No lo sé, Ray, quiero hacerme otro tatuaje que tenga un significado profundo".
Así es, Frank ya tenía varios tatuajes tanto en su abdomen como en sus brazos. El primero se lo había hecho un mes después de la partida de Gerard, se las arreglaba diario para ocultarlos pero claramente no se salvó de su madre.
"A mi no me gustan esas cosas" dijo Toro, dándole un sorbo a su jugo de uva. "Imagina lo extraño que lucirás cuando seas un anciano y estés repleto de tatuajes, ¡será ridículo!" Frank rodó los ojos y soltó un bufido.

"Voy a ser un anciano muy cool, claro está" el menor sonrió orgulloso y golpeó el hombro de su amigo.
"Además, lucen geniales en mi" Ray soltó una carcajada sonora.

Después de un rato, ambos amigos volvieron a sus respectivos hogares.
Ahora Frank sólo debía esperar...¿esperar qué?, ni siquiera él lo sabía.

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Sólo dos capítulos para acabar<333.

Gracias a todos por su apoyo u-u de verdad jamás imaginé todo esto.

PD: ya tengo hecha la nueva portada que usaré para mis One-Shots, la edité yo misma y realmente espero que les guste el nuevo material que tengo preparado para ustedes u^u

Pues eso, ¡nos leemos después!.

xoxo.

L o w | Frerad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora