Basta, o no podré soportar más
Tú dijiste que aún no es el momento,
por eso soy como un niño, parado delante de un escaparate,
buscando ser torturado.
[...]
Detente, detente, detente
Me vuelves loco cada vez que haces eso
Cuando me miras a los ojos y sonríes suavemente,
me haces querer correr hacia ti y abrazarte.
—Stop it Stop it, GOT7.
Durante días le recorría un intenso escalofrío en la espalda que no podía explicar. Era una especie de sensación helada que lo hacía recogerse en sí mismo y acomodarse la ropa de manera que sintiera más calor. No entendía el porqué de aquella extraña sensación que parecía ser una advertencia. Pero ¿de qué?, se preguntaba el pelinegro, si ya tenía la mayoría de sus conflictos resueltos.
En efecto, días después de que Samuel y Guillermo tuvieran aquella charla de notal importancia, el español se decidió por hablar seriamente con Valentin para aclarar las cosas. La felicidad que proyectó el francés al sentir en sus oídos la voz grave de Guillermo dirigiéndose a él, fue tan grande que no resistió el impulso de estrechar entre sus brazos a su mejor amigo, que, con un aire aún lejano, le correspondió el abrazo sintiéndose nuevamente en paz.
El perdón que le dio ese día Guillermo a Valentin fue un peldaño más escalado en la gran escalera que era la vida, o así al menos ambos lo habían sentido. El francés ahora no temía porque Guillermo o Samuel lo viera junto a Felipe, irradiando el cariño que habían desarrollado el uno por el otro. Todo el ambiente de repente se sentía tranquilo y libre, como si de alguna forma hubieran roto unas cadenas que los tenía atados a una nube gris.
La aceptación del pelinegro hacia su amigo homosexual, también provocó que nuevamente el pecho de Samuel se renovara de esperanza. Tenía más ventaja ahora que Guillermo conocía un poco más sobre la homosexualidad, y eso abría las puertas a que en algún momento, el pelinegro pudiera caer enamorado.
Claramente esto no lo había estado dando a relucir, ni tampoco trataba a Guillermo diferente a como lo trataba meses atrás. No porque el español se volviera una persona respetuosa significaba que de un momento a otro iba a dejar que lo besara o tocara con confianza, no. Tenía que ganárselo de a poco, con paciencia y sin apuros.
Su madre, cuando aún vivía, alguna vez le dijo que una relación estable se formaba por años de conocerse, porque, no importa cuantos años uno lleve con su pareja, siempre habrán nuevas cosas que aprender sobre ella.
Sin embargo, a pesar de que el ambiente en el castillo estuviese más amable para todos, Guillermo sentía que algo faltaba por resolver. Su consciencia le repetía que había un asunto que todavía estaba pendiente, pero el pelinegro no podía descifrar el qué. O bueno, quizás sí lo sabía, pero le avergonzaba aceptarlo hasta en sus pensamientos.
Últimamente, cuando se iba al lago en solitario o se posaba frente a la ventana a pensar, había algo que llenaba su cabeza y lograba que sus mejillas se enrojecieran.

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Por contrato
FanfictionGuillermo Diaz, hijo de los reyes Orlando y María de España y futuro heredero del trono, jamás pensó que por una deuda de su padre con el Rey de Portugal, su vida daría un giro inesperado conociendo al que sería el dueño de sus lágrimas y a la vez d...