NOTA: Antes de empezar, quiero que recuerden que es una época medieval, donde los hombres se vestían con panties y capas enormes. Lo menciono también, porque las ceremonias no eran iguales a como lo son ahora, investigué sobre ello.
—Finalmente chegou o dia! [¡Al fin llegó el día!] —exclamó Samuel emocionado, arreglándose la corbata frente al espejo. Vestía un traje completamente negro con un cinturón marrón grueso en la cintura. Llevaba también unas botas cafés y una capa de tela gruesa roja que llegaba hasta sus talones.
—O dia nisso você arruinará sua vida chegou. [Llegó el día en que arruinarás tu vida] —murmuró Felipe entredientes, ganándose un golpe en la cabeza de parte de su primo—. ¡Hey!
—Vais parar de dizer esse tipo de coisas, e aceitar isto de uma vez por todas, Felipe. [Deja de decir cosas como esa y acéptalo de una vez, Felipe] —replicó el castaño. Felipe puso los ojos en blanco.
—Okey, okey. Mas você não me fala depois que eu não notasse isto a você. [Okey, okey. Pero no me digas después que no te lo advertí].
Era un día de plena primavera. Samuel creía que el clima se había puesto de acuerdo con sus sentimientos, y le había regalado un día precioso con sol y viento fresco. Se encontraban en el castillo de España, a minutos de comenzar con la ceremonia. Ésta contaba con dos fases: los esponsales y la entrega del novio.
Los esponsales era un contrato que era establecido firmemente entre el padre de Guillermo y Samuel, en el cual se acordaba la dote que Samuel tendría que pagar para obtener el derecho para casarse con Guillermo. A pesar de que el casamiento fuera la cobranza de una deuda, el portugués de todas maneras había decido dar una dote por su prometido, por lo que firmaría la carta de arras con el padre de Guillermo. Las arras era el nombre con el que se denominaba esta dotación.
La segunda fase era la boda en sí, que constaba de la entrega de la novia —en este caso el novio— al esposo, o sea Samuel. Se celebraría una ceremonia solemne con un banquete, una fiesta y Guillermo pasaría, finalmente, de la casa paterna a la de su futuro marido. Tras ella se procedía a el ritual de la entrega al marido por parte de su padre. Ya cuando Guillermo estuviera en el castillo del portugués, tras la primera noche de boda Guillermo recibiría a cambio de su virginidad un regalo de Samuel por la mañana. Aunque Samuel estaba seguro de que Guillermo ni siquiera se le acercaría cuando estuvieran solos en la habitación matrimonial, de todas formas le tenía un regalo escondido por ahí. Realmente no le interesaba si el pelinegro tenía sexo o no con él, a Samuel solamente le bastaba saber que el pelinegro sería suyo para toda la vida.
—Pronto para o casamento, filho? [¿Listo para el casamiento, hijo?] —le habló su padre desde la puerta de la habitación. Samuel le sonrió entusiasmado y asintió.
—¡Guillermo! ¡Ve a preparagte! —exclamó Valentín, su voz sonó con enfado y cansancio, como si ya estuviera harto de Guillermo. Lo que era verdad.
—Espera unos minutos más, Tin. Deja que me encargue de esta preciosa —respondió el pelinegro, para luego volver a besar a la chica, la cual por cierto, era diferente a la de la vez anterior.
—Un garçon maudit gâté et irresponsable. [Maldito chico consentido e irresponsable] —dijo entredientes acercándose a paso rápido hasta Guillermo, para agarrarlo del brazo y llevarlo fuera del cuarto de las sirvientas para llevarlo al suyo; ignorando las quejas de su amigo.

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Por contrato
Fiksi PenggemarGuillermo Diaz, hijo de los reyes Orlando y María de España y futuro heredero del trono, jamás pensó que por una deuda de su padre con el Rey de Portugal, su vida daría un giro inesperado conociendo al que sería el dueño de sus lágrimas y a la vez d...