12. CONFIANZA

7.5K 824 309
                                    

El pequeño pelinegro de mejillas abultadas corría por el castillo, intentando que Valentin no lo atrapara, mientras sentía el aire cálido del verano en su cabello. En su mano derecha llevaba una espada de madera hecha con palos, entretanto la otra sujetaba la corona de papel que tenía puesta en su cabeza, la cual le daba el papel de un príncipe.

—¡Veg aquí y cogbate como un hombge! —le gritó el de acento extraño sonando sumamente agitado.

Guillermo frenó de golpe sintiendo como su orgullo estaba siendo desafiado. Se giró para enfrentar a su mejor amigo –en ese minuto, contrincante– y lo apuntó con la espada.

—Ya no huiré más, aquí me tienes —le dijo el pelinegro de ocho años al contrario.

—¡Luchegmos!

Valentin corrió hacia el español con la espada sobre la cabeza, dispuesto a pegarle desde arriba. Guillermo al notarlo subió la suya, bloqueando el ataque y ambos comenzaron una batalla donde la madera al chocar hacía un ruido insoportable para el que estuviera por allí, pero emocionante para estos dos chicos juguetones.

—¡Ríndete! ¡Yo rescataré a la princesa! —exclamó el agitado chico de ojos achinados, extrañándose al ver como su mejor amigo dejaba de luchar de un instante a otro al escucharlo—. ¿Qué pasa? ¿Te rendirás en serio?

—No, agto al juego —respondió el francés, saliéndose del papel que habían adoptado.

—¿Por qué? ¿Dije algo malo? —preguntó desconcertado el pelinegro, sus labios frunciéndose en un tierno puchero.

—¿Pog qué dijiste 'rescatar a la princesa'? Yo pegsé que estábamos jugando a que ega una batalla entge pgíncipes enemigos —reclamó el de ojos claros, sonando disgustado.

—Pues sí, lo es. Pero estamos luchando por el amor de la princesa, tenemos que tener un motivo para hacerlo o si no sería ridículo que peleemos —explicó Guillermo. Valentin hizo una mueca en desagrado.

—Pego yo no quiego ninguna pringcesa...

—¿Eh? —Guillermo colocó un rostro cubierto de confusión—. ¿Por qué no?

—Pogque no, las chicas uh son lindas pero...

(los chicos son más guapos y me gustan más)

—Pero... —animó el pelinegro para que concluyera la frase que había dejado en el aire.

Valentin pensó por unos momentos la respuesta, haciendo trabajar su inocente mente. Sabía que para su amigo sería demasiado extraño que le dijera que los chicos le parecían más atractivos que las niñas, y que quizás se alejaría de él por considerarlo un rarito. Guillermo siempre le decía que cuando creciera se casaría con una linda princesa que tuviera una hermana, para que ambos se unieran a una pareja al mismo tiempo. Probablemente el pelinegro se llevaría una decepción y no sería su amigo nunca más.

Tal vez si guardaba aquel secreto por un tiempo, hasta que Guillermo fuera más grande, no resultaría tan mal.

—Pero ¡puede ser un cofre del tesoro! —exclamó con un falso entusiasmo en la voz. La idea de dejar de ser amigo de Guillermo lo había deprimido un poquito.

Por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora