-No sé si mi padre me hubiera ofrecido el coche si hubiera estado yo solo -dijo él cuando empezaban a subir las escaleras-. Seguro que tú nunca has conocido a nadie al que no le caigas bien.
Harry sabía que hablaba para distraerlo de la oscuridad. A pesar de la linterna, la negrura apelaba a sus peores miedos. Se centró en la conversación e intentó no pensar que podía tragarlo la oscuridad.
-Eso no es cierto. Con la mayoría de la gente me llevo bien, sí, pero eso es porque me gusta la gente. Creo que por eso me molestaba tanto haberte caído mal desde el primer momento.
-Nunca me caíste mal.
Él joven hizo una mueca, pero no discutió su afirmación.
-Y a la señora Hinky no le gusto.
-¿A quién?
-A la vecina de al lado. Pero no le gusta nadie. Yo creo que está loca, que es una paranoica. Está convencida de que la gente la espía.
Louis hizo un ruido con la garganta.
-¿Vive a tu derecha mirando el edificio de frente?
-Sí.
Él le contó su experiencia en el saliente y Harry se echó a reír.
-¡Oh, Dios mío! Eso habría dado un susto de muerte a cualquiera, pero en especial a esa mujer -volvió a reírse.
-Pobre mujer. Seguro que yo era su peor pesadilla hecha realidad.
-Yo te he visto desnudo y no es una pesadilla, pero luego iré a explicárselo para que no se muera de miedo.
-Buena idea -él tiró de su mano-. Ya hemos llegado.
Caminaron en silencio por el pasillo. Harry abrió la puerta de su apartamento. Dentro hacía tanto calor como cuando se habían marchado.
Louis encendió una vela y apagó la linterna.
-No quiero que se acabe la pila.
El gato los recibió con un maullido. Harry lo levantó en vilo sorprendido.
-Hola. ¿Nos has echado de menos? -miró a Louis-. Es la primera vez que sale a recibirme.
El gato le golpeó la barbilla con una pata sin uñas. Harry se echó a reír y lo dejó en el suelo.
-Ya es suficiente, ¿eh?
-Es el cambio de nombre -comentó Louis.
-Puede, o puede que sea mi fe en que cambiaría algún día. Nuestras percepciones se convierten en nuestra realidad.
¡Vaya! ¿De dónde había salido aquello? Debía de estar muy cansado para ponerse a filosofar.
Y lo estaba. Agotado. Física y mentalmente. Se desperezó y captó el olor de su axila. Terrible.
-Podría dormir una semana, pero antes me voy a duchar. ¿Quieres acompañarme? Sólo a la ducha -añadió, para que él supiera que no le ofrecía sexo.
-Sí -rió Louis-. En este momento no soy capaz de nada más. No creo que se me levante, ni siquiera por ti.
Y sonrió.
-Mejor. Porque seguro que yo me quedaba dormido antes de terminar.
Louis lo abrazó por la cintura.
-De acuerdo. Sólo ducha.
Entraron en el baño y él dejó la vela en el lavabo.
Harry se desnudó y amontonó la ropa en el suelo. Miró desnudarse a Louis.
-Si no estuviera tan cansado, intentaría seducirte.
Él se echó a reír.
-Creo que tendré que quemar toda esta ropa cuando llegue a casa.
Entraron en la ducha. Harry no quería pensar en él volviendo a su casa. No quería que terminara la magia de esa noche.
-No sé si quemarlas. Puede que te baste con fumigarlas -dijo.
Se metió debajo del chorro. El agua fría era una delicia sobre su piel sudorosa. Louis y él se turnaban en silencio debajo del chorro. Cuando los dos se hubieron lavado de arriba abajo, cerraron el grifo.
-Espera -él tomó una toalla y empezó a secarlo con gentileza.
-Puedo hacerlo yo -protestó Harry, pero no hizo ademán de quitarle la toalla.
-Ya lo sé.
Siguió secándolo y Harry lo miraba, fascinado por el agua que se pegaba a sus pestañas oscuras.
-Hum -era agradable sentirse mimado-. Lo creas o no, necesito más de una hora de sueño.
Louis soltó una risita y se arrodilló para secarle las piernas. Cuando se enderezó, le cubrió el pelo con la toalla y empezó a darle un masaje maravilloso en la cabeza.
-O dejas de hacer eso, o me voy a quedar dormido de pie.
Louis le puso la toalla alrededor de los hombros y sonrió.
-Eso no estaría bien.
Tomó otra toalla y se secó rápidamente, mientras Harry lo miraba con aire de zombie. Él salió de la bañera, le puso una mano detrás de los hombros, la otra debajo de las rodillas y lo levantó en brazos.
Harry no protestó. Le echó los brazos al cuello y apoyó la mejilla en su pecho. El ritmo firme de su corazón le servía de nana. Se durmió así, rodeada de su aroma, con su piel contra la de él.
Harry lo siguió sin vacilar.
-No pretendo halagarte, sólo digo la verdad. ¿Recuerdas cuando tu padre le dijo a tu madre que nosotros también lo «teníamos»?
Louis tomó la funda de la cámara sin mirarlo.
-Sí. Y siento que ocurriera eso. No quería contrariarla porque había tenido un infarto.
-Yo no siento que ocurriera. Cuando lo dijo, me di cuenta de que había acertado a medias.
Él levantó la cabeza. ¿Había adivinado que estaba enamorado de él?
-¿Qué quieres decir?
-Me di cuenta de que para mí sí era así -repuso Harry con voz suave.
Louis sintió un anhelo interno, pero se apresuró a reprimirlo. La noche anterior Harry estaba dolido y vulnerable. Seguramente habría sentido lo mismo sobre cualquier otro hombre que lo hubiera acompañado y tratado con cierta decencia.
-No, Harry. Lo de anoche eran circunstancias especiales. Tú estabas emocionalmente agotado. No confundas las circunstancias de la noche conmigo.
-¿Insinúas que no sé lo que siento? -esa vez su tono suave anunciaba tormenta. Pero él tenía que decir aquello.
Ya se había aprovechado de Harry hasta cierto punto y sería un imbécil completo si lo dejaba seguir con aquello. Y si le contaba lo que sentía por él, al día siguiente, o quizá al mes siguiente, Harry se daría cuenta de los fallos que tenía, vería la oscuridad que habitaba en él y lo odiaría. Era mucho mejor así.
-La noche pasada fue una montaña rusa de sentimientos para ti. Espera un par de días y será sólo la noche en que se fue la luz en la gran ciudad.
-No seas condescendiente conmigo.
-Sólo soy racional. Uno de los dos tiene que serlo.
En cuanto dijo aquello, supo que había cometido un error.
-Dime que no te he oído decir eso -pidió Harry.
Louis sólo quería que viera lo que para él era dolorosamente evidente. La noche anterior había sido un espacio fuera del tiempo. Si se mostraba racional, vería que ese día volvía la norma. Pero, por otra parte, a lo mejor Harry no podía verlo en ese momento. Quizá se encontraba en los días hormonales del mes.
-¿Estás con eso? -preguntó.
-¿Con qué?
-Ya sabes... el síndrome premenstrual.
El gato aulló en la otra habitación.
-Por suerte para ti, no. Si lo estuviera, seguramente tú estarías muerto -Harry entró en la cocina y él lo oyó echar comida de gato en el tazón.
Louis buscó su camisa, se sentó en el sofá y se puso los calcetines y las botas. Harry volvió de la cocina y encendió un par de velas en silencio.
-Oye, no me extraña que no pienses con claridad. Entre la infidelidad de Zayn, el apagón y el viaje al hospital, la noche fue de lo más extraña. Además, hace un calor infernal y no has dormido mucho -dijo Louis.
-Puede que eso sea cierto, pero tengo el suficiente sentido común para saber lo que siento.
-Cuando vuelva la luz, lo verás de otra manera. Una habitación fresca, una ducha caliente, una comida decente y una noche durmiendo a pierna suelta y todo será distinto.
Harry puso los brazos en jarras.
-Toda la electricidad del mundo no va a cambiar el hecho de que te quiero, arrogante... -cerró la boca con fuerza.
-No -él cerró los ojos un segundo-. Los dos sabemos que no puedes quererme. No se puede pasar de estar prometido con un hombre a querer a otro en menos de veinticuatro horas -y desde luego, no a él, en cuanto lo viera a la luz del día en lugar de ver la versión romántica que se había creado la noche anterior.
Él joven levantó la barbilla con desafío.
-Cosas más raras se han visto. Algunas personas se enamoran a primera vista.
-Lo sé -a él le había ocurrido. Pero a Harry no. Él no había hecho más que frenar el impacto de la traición de Zayn.
Parte de la ira de Harry se desvaneció.
-¡Oh, Dios mío! Estaba tan absorto en... Perdona. Olvidaba que tú quieres a otro.
Louis movió la cabeza.
-Hay alguien, pero... Algunos hemos nacido para estar solos.
-No, eso no lo creo. Tú eres maravilloso y tierno y... me niego a creer que tengas que estar solo. Si de verdad lo quieres, ve a por él. No esperes hasta que sea demasiado tarde.
Un ejemplo perfecto de que Harry seguía emocionalmente inestable.
-Decídete, Harry. Si me quieres como tú dices, ¿por qué me dices que me vaya con otro?
Harry le puso la mano en la mejilla y lo miró con tristeza.
-Porque no puedo obligarte a que me quieras. Y el orgullo no vale tanto. No me avergüenza haberme enamorado de ti. Tengo justo lo que quería. -bajó la mano y le sonrió-. Esto es duro, Louis. La tenacidad siempre me ha hecho conseguir muchas cosas. Pero no puedo obligarte a que me quieras. Y sé que estamos aquí para eso. Parte de nuestro propósito en la vida es querer y que nos quieran. Así que, si amas a otro, tienes que decírselo. No soy un psicópata que quiera que seas desgraciado sólo porque no me quieres a mí. Quiero que seas feliz.
ACLARACIÓN: POR SI ALGUNA/ALGÚN SE QUEDA CON LA DUDA DE LA MENSTRUACIÓN, LO DEJE PORQUE EN ESE MOMENTO TENÍA SENTIDO PARA LOUIS, ADEMÁS QUE ES VALIDO EN ESTA FIC. SI NO LES PARECE, SIMPLEMENTE PUEDEN OMITIR ESA PEQUEÑA PARTE. XX
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Noche Tentadora {Larry Stylinson}
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