Capítulo lll

373 20 0
                                    

Un aullido en la otra habitación apartó su atención de su trasero. Fue a la cocina y sirvió comida de gato en el bol vacío situado al lado del frigorífico.

-Ajá. Estás engordando tanto como yo -se echó a reír y levantó un momento a Gus en el aire-. Pero te comprendo. Yo también tengo hambre.

El sonido del telefonillo resonó en todo el apartamento y a Harry se le aceleró el corazón. Louis y Zayn. La idea de encontrarse frente a frente con el primero lo había atormentado toda la tarde. No lo había visto desde que él empezara a invadir sus sueños de un modo satisfactorio pero inquietante.

Tragó saliva y bajó la radio de camino a la puerta. Se asomó por la mirilla y el corazón le dio un vuelco al ver la cara de Louis.
Emeli Sande cantaba con voz ronca en la radio sobre el amor que llegaba por fin a matar su soledad, cosa que no hizo nada por apagar el nerviosismo de Harry.
Se riñó a sí mismo. Que hiciera el amor con Louis en sueños no implicaba, ni mucho menos, que él fuera su gran amor.
Enderezó los hombros, sonrió y abrió la puerta.

-Hola, Louis.

-Hola, Harry.

-¿Dónde está Zayn? -preguntó el.

-Tenía una sesión y hemos acordado que nos veríamos aquí -explicó él, sin el menor asomo de sonrisa en la profundidad de sus ojos oscuros.
Harry se hizo a un lado.

-Entra.
Su pelo oscuro, cortado muy corto y peinado hacia atrás, daba un aire delgado y ascético a su rostro. Harry sintió su calor corporal cuando entró en la estancia con la bolsa de la cámara al hombro. Aquello era mucho peor de lo que había anticipado, mucho más potente que ningún sueño. Su aroma sutil y limpio lo envolvía. En sus sueños, el aroma de él no lo excitaba tanto como en ese momento. Contuvo el aliento y buscó un tono de voz ligero.

-¿Qué tal la sesión de fotos?

-Bien. Ha sido rápida. Ya he fotografiado a Cara más veces -dijo él.

El nombre evocaba la imagen de una modelo alta, delgada y hermosa. Harry la odió en el acto sin sentir ningún remordimiento. Era el precio que tenían que pagar las mujeres hermosas que no poseían un trasero del tamaño de un principado o mas bien de un varón como el.
Unas semanas atrás, después de formalizar el compromiso, Louis había fotografiado a Harry a petición de Zayn. Éste entendía de arte, pero no era artista. Louis, en cambio, era un genio con la cámara. El no era modelo profesional y Louis había necesitado un día entero de trabajo con el, pero sus fotos habían sido fantásticas. Se había visto a sí mismo de un modo distinto. Había visto fuerza, pero también una vulnerabilidad sensual.

Louis se había mostrado paciente y casi encantador, como si cuando se ponía detrás de la cámara se olvidara de sí mismo, o quizá como si para entonces cuando era él mismo.
Durante la sesión, Harry había llegado a creer que al fin se lo había ganado. Había sido un día Mágico. Pero después de eso, Louis  se había retraído más que nunca con el. Por suerte, sus caminos no habían vuelto a cruzarse.

Excepto de noche. En la cama. En sus sueños. La noche siguiente a la sesión de fotos, el había tenido su primer sueño erótico con Louis. Y desde entonces se habían repetido todas las noches. Y ahora el objeto de su lujuria estaba en su casa, después de haber pasado el día fotografiando a una modelo escuálida. Harry reprimió un comentario mordiente.

-Todavía no te he dicho que las fotos que me hiciste son magníficas. Eres un genio - Harry cerró la puerta.

-Tú eres muy fotogénico, tienes una sonrisa fabulosa y una estructura ósea fantástica -repuso Louis.

-Gracias -comentó el-. Deja ahí el equipo -señaló un punto entre la puerta y el aparador antiguo-. ¿Quieres beber algo mientras esperamos a Zayn? ¿Vino tinto?
Louis dejó su cámara y el equipo con mucho cuidado en el suelo y lo miró por encima del hombro.

-Estupendo.
Harry pensó que tenía que dejar de admirar el modo en que la camiseta de él le ceñía los hombros y el modo en que los vaqueros le apretaban el trasero.

Louis se incorporó y lo miró con aire interrogante.
-¿Necesitas ayuda?
El joven carraspeó.

-No. Ya voy -señaló el sofá con un movimiento de muñeca-. Ponte cómodo, enseguida vuelvo.

Salió de la estancia rezando en silencio para que Zayn llegara pronto. Aquellos sueños empezaban a alterarlo mucho.
Se apoyó en la encimera y respiró hondo varias veces. Sacó una botella de vino del botellero de encima del frigorífico, una botella de Cabernet .Gus, que pasaba la mayor parte de su tiempo encima del frigorífico, le lanzó una mirada atravesada.
Harry descorchó la botella.

-Mira, los gatos normales se acurrucan en la cama o en el sofá o se colocan encima del respaldo de los sillones. ¿Por qué te gusta a ti tanto el frigorífico?

Por supuesto, el gato no se dignó contestar. Sacó tres vasos de vino del armario.

-No te molestes por mí -dijo-.Ya me marcho.
Volvió a la sala.

Louis estaba sentado en el sofá color púrpura y miraba a su alrededor.  Harry se sintió cohibido al pensar que estaba viendo su espacio personal con ojos de artista. Su gusto era variopinto. Le gustaban las reproducciones artísticas, alguna antigüedad que otra y muebles más cómodos que elegantes.
Dejó el vino y los vasos en el arca de bambú que hacía también las veces de mesita de café. Louis lo miró a el y la habitación pareció desaparecer hasta que sólo quedó la distancia corta que los separaba. Si ése hubiera sido uno de sus sueños, se habría reunido con él en el sofá, donde los dos se habrían desnudado y...

-¿Necesitas ayuda? -preguntó él.

-Gracias, no -repuso el-. Marchando un vaso de vino.
Consiguió servir los dos vasos. Le tendió uno, procurando no tocarlo.

-¿Hablabas con alguien en la cocina? -preguntó Louis.
Harry se sentó en un sillón enfrente de él. 

-Con mi gato.

-¿Y te contesta?

-No. Es el típico macho, oye lo que quiere. Sólo habla si tiene la tripa vacía o quiere el mando de la tele.

-Un gato de mi estilo -sonrió Louis. Levantó su vaso en un brindis silencioso y tomó un sorbo de vino.

Sus dedos, largos y finos, le recordaron a Harry el sueño que tuvo en la siesta.
Tomó un sorbo de vino a su vez. 

-Está muy bueno -dijo Louis.

-Gracias -Harry tomó otro sorbo y se atragantó. Tosió. Y volvió a toser. No conseguía respirar bien.

Louis saltó el arcón y le quitó el vaso de vino de la mano. Se arrodilló y, Harry, condicionado sin duda por su sueño, abrió automáticamente las piernas para hacerle un hueco. Él lo agarró por los hombros.

-¿Puedes respirar? Di que sí con la cabeza.
El joven asintió. Pero Louis no apartó las manos de los hombros desnudos. Al fin el dejó de toser y Louis seguía arrodillado entre sus muslos, con los dedos en sus hombros.

-Estoy... bien -consiguió decir con voz temblorosa por la proximidad de Louis. La realidad de su contacto era mil veces más potente que un simple sueño. ¿Temblaba la mano de él en su hombro o era un reflejo de su propia reacción?
Louis lo soltó y se levantó con brusquedad.
Lo miró desde arriba, todavía entre sus piernas.

-Deberías beber con más cuidado -dijo.
Harry lo odió en ese momento. ¿Cómo podía mostrarse tan preocupado y considerado un momento y tan desagradable al momento siguiente? Ignoró su comentario y pensó en Zayn. Miró su reloj. Eran casi las nueve y cuarto.

-Espero que Zayn llegue pronto -dijo-. Estoy muerto de hambre.
Enseguida se arrepintió de sus palabras. Louis acababa de pasar la tarde fotografiando a una modelo escuálida y el, que tenía un trasero descomunal, sólo podía hablar de comida.

-Bueno, muerto de hambre no, pero sí algo hambriento -intentó enmendar.
No conseguía decir ni hacer nada bien con él delante.
Y de pronto eso ya no importó, porque ya no estaba delante de Louis, sino rodeado de oscuridad.

-¿Qué rayos...? -preguntó él. Harry pensaba lo mismo.

-¿Louis? -preguntó el con pánico en la voz.

-Estoy aquí -se levantó, ciego en la oscuridad, y se golpeó las espinillas con el arcón. Dejó el vaso de vino allí con mucho cuidado.
Y menos mal que lo hizo, pues Harry se agarró a su brazo con dedos temblorosos.

-Perdona. La oscuridad y yo no nos llevamos bien.
Louis avanzó despacio, tocando los muebles, hasta que llegó a su lado. Nunca había conocido una oscuridad tan absoluta. No lo veía, pero sentía el calor de su cuerpo, olía su perfume y sentía su energía en la mano que le agarraba el brazo.

-¿Alguna mala experiencia? -le preguntó.
El  joven soltó una risita temblona.

-Cuando tenía cuatro años me quedé encerrado dos horas en un armario por curioso. Me sentí aterrorizado. Desde entonces me da pánico la oscuridad.
Volvió a reírse, como si quisiera enmascarar el nerviosismo que resultaba patente en su voz. Louis le tomó la mano.

-No pasa nada, yo estoy aquí. ¿En este edificio se va la luz a menudo?

-Ha pasado dos veces antes, pero era de día - la voz de el  sonaba más segura, menos asustado, y su mano era más firme. Intentó apartarla-.Ya estoy bien.

Su respiración jadeante lo traicionaba. No estaba bien, pero hacía lo imposible por dar esa impresión. Louis resistió el impulso de estrecharlo en sus brazos y prometerle que todo iba bien. En lugar de eso, se contentó con apretarle la mano con más fuerza.

-Pues yo no -respondió-. Veo menos que un murciélago. ¿Dónde está tu linterna?
Harry se volvió hacia él y le rozó el hombro con la mejilla, gesto que aceleró el corazón de Louis. Era una agonía estar tan cerca, tocarlo y olerlo.

-No tengo. Se rompió en la mudanza y he olvidado comprar otra -su aliento rozaba el cuello de él y su cabello le acariciaba la mandíbula.

-Está bien. No hay linterna. Cambiemos de planes. ¿Dónde hay una ventana?
Los dedos de Louis se entrelazaron con los de Harry.

-En mi dormitorio. Hay una en el cuarto de baño, pero es pequeña.

-De acuerdo. Llévame a tu dormitorio -a pesar de la oscuridad, cerró los ojos al decir eso. En otras circunstancias...

-Por aquí - tiró de su mano y él chocó casi enseguida con algo duro.

-¡Ay! -era la pared.

-Perdona -se disculpó Harry.

-Supongo que tú no has chocado contra la pared.

-No. Estoy en el umbral de la puerta.

-Andar a tu lado no funciona -declaró él-. Ahora iré detrás -le puso las manos en los hombros desnudos. En la oscuridad no le costaba nada imaginar que estaba completamente desnudo. Sus hombros eran suaves, su piel cálida y elástica. Su aroma lo envolvía, lo seducía. Ansiaba estrecharlo contra sí, bajar la cabeza y besar la piel delicada de su garganta y seguir luego por el hombro. Quería absorber su calor, su sabor... a ella.

El anhelo invadía su alma. Tenerlo en sus brazos pero todavía fuera de su alcance era una crueldad. Él quería saborearlo... se inclinó hacia delante y se movió levemente  se acercó más a Harry. Mechones de su pelo le rozaban la cara. ¿Qué narices hacía? Echó la cabeza hacia atrás.

-¿Louis? -preguntó el con voz ronca.

-Dame un segundo para situarme -ropa, necesitaba tocar ropa-. ¿Mejor así? -sujetó las caderas de el justo debajo de la curva de la cintura como habría hecho si estuvieran bailando la conga... o haciendo el amor desde atrás.

-Así está bien -la voz de Harry sonaba tensa. O quizá era su imaginación, ya que aquella proximidad lo tenía atontado.

-De acuerdo. Tú guías -sabía que hablaba con brusquedad, pero prefería que lo considerara grosero a salido.

Caminó detrás de Harry, agarrándole con firmeza las caderas, intentando ignorar el modo en que oscilaban bajo sus dedos. ¿Qué pensaría Harry si sabía que, mientras el combatía un ataque de pánico, él se excitaba sólo con tocarle la mano e inhalar su aroma cada vez que tomaba aire?

En la habitación detrás de ellos sonó el móvil de Harry. Vaciló y se volvió un poco en dirección al sonido. Louis se agarró a el con más fuerza.

-Sigue andando. Es imposible que llegues a él antes de que salte el contestador. Y seguramente nos daríamos algún golpe por el camino.
Prosiguieron su recorrido a oscuras. Casi inmediatamente, el móvil de Louis vibró en su costado.

Noche Tentadora {Larry Stylinson}Where stories live. Discover now