Capítulo Vl

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-Es muy difícil abrazar esas cosas y acurrucarte con ellas en la cama. O disfrutar de un vaso de vino y un baño espumoso a la luz de las velas con ellas.

Louis luchaba por mantener una expresión de sorna mientras las palabras de Harry creaban imágenes de ellos dos en su mente. La ironía de estar tomando un vaso de vino con Harry casi fue más fuerte que él. Era masoquista continuar con aquella conversación. ¡Qué diablos!, simplemente estar allí era ya masoquista.

-Pero el vaso de vino se termina, las velas se consumen y el agua se enfría, por lo que quizá sea mejor optar por algo más duradero.

-Pero la vida es pasajera. El mañana puede no llegar antes de que se acabe el vino o se enfríe el agua.

-¿Estoy en compañía de un hedonista? - preguntó Louis, que recordaba bien la presencia de Tiny, Enrico y Bob en el dormitorio.
Harry se puso un mechón de pelo detrás de la oreja.

-La vida es corta y es una pena desaprovechar oportunidades. Ese hombre podría ser el amor de tu vida y tú lo dejas escapar. ¿Y quién sabe? Tal vez sienta lo mismo por ti. A lo mejor simplemente no se ha dado cuenta. O es tímido y tiene miedo de decírtelo.
Louis se echó a reír. Ninguna de esas dos posibilidades podía atribuirse a Harry. Su aversión a la oscuridad era el único miedo que le había conocido.

-No creo que el miedo tenga mucho que ver con ese hombre.
Harry apoyó el codo en la mesa y apretó los labios. Se llevó un dedo a la comisura de los labios y lo miró pensativo. Tenía una boca encantadora, de labios llenos, pero sin ayuda de colágeno.

-A lo mejor lo tuyo es una especie de amor cortesano -chasqueó con los dedos-. Eso es. Los caballeros andantes sólo amaban a otros caballeros a distancia. A lo mejor te da miedo declararte porque en el fondo no te atrae físicamente. Quizá no sabrías qué hacer con él si correspondiera a tu atracción -dijo.

Y se cruzó de brazos como si acabara de resolver un rompecabezas.
Los días de la infancia en los que Louis se veía a sí mismo como un caballero andante habían pasado hacía mucho. Los sentimientos que Harry le producía no tenían nada de caballeroso. Ardía por él. Y estaba harto de sus especulaciones. Ya era hora de que acabara aquella conversación. Conocía un modo seguro de darla por terminada y demostrarle lo equivocado que andaba con sus nociones románticas.
Pasó un dedo por el borde del vaso y le sonrió a través de la mesa, para que vislumbrara la pasión oscura que se agitaba debajo de la superficie.

-Yo no sé nada de amor caballeroso -dijo con deliberación-. Sé que, si tuviera ocasión, lo poseería como un loco durante una semana.
Harry abrió mucho los ojos y tragó saliva, pero no apartó la vista.

-Oh. Bien... entonces...
Tal vez se había pasado un poco.

-Perdona si te he escandalizado.
Harry levantó la barbilla.

-Para nada. Yo creo que toda esa pasión es... sexy. No creo que haya un solo hombre en el mundo a el que no le guste saber que su pareja la desea tanto que quiere... -se detuvo un momento- poseerlo como un loco durante una semana. Siempre que, en algún momento de la semana, quiera también conversar un poco y aprender a conocerlo durante el maratón de sexo.
En boca de Harry, las palabras sonaban excitantes en lugar de ofensivas. Sobre todo porque las pronunciaba con aquel acento sureño meloso y un brillo especial en los ojos.

Louis estaba metido en el barro hasta la rodilla, pero al parecer le faltaba sentido común para dejar de hundirse más.

-Nunca he funcionado sólo a base de lujuria. Su cerebro y su personalidad me atraen también. De no ser así, sólo querría poseerlo media semana. Y no lo haría a lo loco.
La sonrisa pícara de Harry lo dejó sin aliento.

-Eres perverso, Louis.
Aquello era peor que hundirse en barro. Era un coqueteo sexual y tenía que terminar cuanto antes. Se echó hacia delante, atraído por el calor de los ojos de Harry, embaucado por su sonrisa.

-Quizá mi amor languidece sin ser correspondido porque soy demasiado perverso para amar.
Harry se adelantó un poco y su rodilla rozó la de él, que sintió el contacto hasta la punta de los pies. Una sonrisa seductora entreabría los labios de él.

-Eso lo dudo mucho. ¿No sabes que esa perversidad vuelve locos a los hombres?
Lo único que sabía Louis era que Harry lo volvía loco.

-¿Hablas por experiencia personal?

-Soy hombre, así que supongo que sí -había algo en sus ojos. Algo que decía que sabía lo malo que podía ser él y le gustaba a su pesar.
Lo cual era ridículo, ya que Louis se había protegido siempre de él. Levantó las cejas en un gesto interrogante. Y Harry parpadeó y su mirada cambió. Se recostó en la silla y pareció poner distancia entre ellos.

-¿Y qué haces con toda esa energía acumulada? -preguntó.
Aquel hombre era increíblemente curioso, lo cual era una de las razones por las que él se había apartado de la esfera de Zayn y Harry. Por un momento pensó en decirle que se masturbaba mucho para ver si así conseguía que dejara de hacer preguntas, pero la táctica de intentar escandalizarlo ya le había fallado una vez. Y además, no podía decidirse a hablar con tanta crudeza. Optó por la verdad.

-Corro mucho. En este momento, seguramente esté preparado para un maratón -se rió de sí mismo-.Y no subestimes nunca la eficacia de la ducha fría.
De hecho, una ducha fría le parecía una idea fantástica en ese momento. El sudor se pegaba a su piel, y la de Harry brillaba con una capa fina de humedad. Tenía que estar enfermo para que el sudor de Harry le pareciera sexy.

-No sabía que corrías. Yo no entreno para maratones ni mucho menos, pero corro cinco días a la semana.

-¿También estás sexualmente frustrado? - preguntó él.

-No, tengo un trasero gordo -sonrió Harry con una picardía que ocultaba cierta timidez. Louis iba a decirle que su trasero era perfecto, pero se contuvo-. Deberíamos correr juntos algún día.

-¿Por qué no? -asintió él.

-¿Qué te parece mañana?

-Dependiendo del tiempo que tardara en volver la luz, era posible que él sí necesitara correr al día siguiente.

-Trato hecho.
En la sala de estar sonó el móvil de Harry, se disculpó y se puso en pie.
Louis se quedó en la cocina para dejarle intimidad. Empezó a recoger la mesa. Sin el rumor del frigorífico, no pudo evitar oír su conversación a pesar de que estaba puesta la radio.

-Sí, mamá, estoy bien. No, no está aquí. Lo ha pillado en la galería... No, no estoy solo. A un amigo de Zayn lo ha sorprendido aquí el apagón. Sí. Es fotógrafo... No, no saben cuándo volverá la luz. No, no hay señales de vandalismo, pero sí, nos quedaremos en casa -bajó la voz-. Mamá, aquí las cosas no son tan estrictas como en casa y prefiero no quedarme solo... Sí, te llamaré luego.

Zayn había ido a conocer a los padres de Harry después del compromiso, y después le había hablado de ellos a Louis. Muy conservadores, muy sureños, muy estrictos. Miembros de la aristocracia de Savannah, su padre era cirujano y su madre miembro vitalicio del club de jardinería. Habían comido en el club de campo.
Louis no tenía que ser muy imaginativo para saber que mamá Styles había dicho a su hijo que resultaba muy poco apropiado que estuviera a solas en su apartamento con otro hombre durante un apagón. Pero al menos ella llamaba para ver cómo estaba su hijo. Louis dudaba de que a sus padres se les ocurriera esa idea.
Harry volvió a la cocina cuando él terminaba de enjuagar y meter los tazones en el lavavajillas.

-Mi madre ha oído la noticia en la CNN - dijo-. ¿Ya has recogido? Si no estuviera prometido, te guardaría para mí.
Sus palabras frívolas eran una daga en el corazón de él.

-Ah, pero está Zayn; ¿verdad? -preguntó con frialdad.

-Sí, está Zayn -Harry dejó el móvil en la encimera y se volvió hacia Louis-. Pero eso me recuerda... ¿por qué veníais Zayn y tú aquí esta noche?

Noche Tentadora {Larry Stylinson}Where stories live. Discover now