Capítulo 12 «Obsesión del mate»

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Los Ángeles, California.

Capítulo 12 : Noah.

Obsesión del mate.


—Noah Alissa, ponte el vestido o tendré que ponerlo yo misma —dijo la madre del psicópata.

—He dicho que me llames Noah —rodé los ojos.

—Vale, Noah, pero ponte el vestido —dijo la madre.

—¿Para que me voy a poner un vestido? —pregunté frunciendo el ceño.

—Eres la mate de mi hijo y los empleados tienen que verte vestida bien —dijo rodando los ojos—Venga, ponte el vestido, por favor.

—Solo el vestido, ni maquillaje ni ninguna mierda más —advertí cogiendo el vestido blanco.

Me dirigí al que supuestamente es mi baño y me empecé a quitar la ropa del puto manicomio ese. Sinceramente, fue una total mierda estar ahí. Me trataban como el culo, además de los gritos de los locos eran insufribles, me ataron a la cama y me pusieron un trapo en la boca para no gritar.

Me miré al espejo, el vestido me llegaba 4 dedos por encima de la rodilla, era bastante apretado en la parte del pecho y en la cintura era flojo, el escote era bastante abierto y eso me molestaba, me puse las converse blancas que me habían dado y salí.

—Hermosa —sonrió, luego miró su reloj— Vamos retrasadas, los empleados están esperando.

Cogió mis muñecas bastante doloridas—por los dedos del psicopata y por los amarres de cuero del manicomio—y me arrastró por los pasillos hasta el ascensor que había ya que estabamos como en la cuarta o quinta planta.

—No entiendo bien para que debo ir —ladeé la cabeza.

—Uno de los empleados, el o la que tu elijas, será quien te ayude en todo lo que necesites, como si fuera uno personal —respondió.

—¿Tú también eres... eso? —pregunté frunciendo el ceño.

—¿Que si soy licántropa, cariño? —preguntó y después soltó una pequeña risa— Cariño, claro que lo soy —Me alejé un paso de ella. Claro que me había costado creer que existían los licántropos, pero había tenido toda una noche en un puto manicomio para pensar sobre ello, había pensado en el cambio de ojos, en la fuerza extraordinario y en rapidez que consiguen desplazarse —No nos tengas miedos, cariño. Mi hijo podría haber sido menos bruto, lo admito, y créeme cuando te digo que lo golpee cuando supe en donde te había metido.

—¿Porque él me ha traído? ¿Que es ese rollo de que quiere mi vientre para sus herederos? —pregunté curiosa.

—Bueno, pues... —miró en qué piso estamos y torció el rostro—Te lo cuento después, ya estamos aquí.

Bajamos del ascensor y caminamos por unos pasillos hasta llegar a una sala donde habían un montón de personas en fila.

—¿Son los empleados que están aquí? —pregunté asombrada por la cantidad de personas que hay aquí.

—Sí, la casa es inmensa. Aquí residen algunos soldados aparte de la familia del Alpha, al principio vivían solo la familia del Alpha pero el bisabuelo de Dave cambió esa normativa—contestó sonriendo débilmente— ¡Atención!

Todas las personas se giraron a vernos, sentía sus miradas en mí pero yo miraba a todos pero sin prestarles atención.

—¿Tengo que decir algo? —susurré muy bajo.

LO SIENTO, ERES MÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora