Capítulo 35 «FELIZ NAVIDAD.»

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San Diego, California.

Capítulo 35: Noah.

«FELIZ NAVIDAD.»


Hoy es día 24 de diciembre, son las 10:00 de la noche y yo estoy sola ¿Por qué? Porque yo lo he querido así. Quiero estar sola, proyectando en mi mente en qué pensaba mi padre cuando nos abandonó a Jack y a mí.

» Hola, Abby .

« Noah, hola ¿Seguro que no quieres venir a mi casa? Todavía queda dos hora.

» Prefiero estar sola.

» Noah, no seas tonta. Ven a mi casa, ya sabes que mis padres te adoran.

» Prefiero estar sola.

« Noah, por favor. No quiero que estés sola en Navidades.

» Pero yo sí.

« ¿Estás en tu apartamento?

» Sí, Abby. Estoy en mi apartamento.

« Noah...

» Adiós, Abby. Feliz Navidad.

« Feliz Navidad.


Dejé el móvil sobre la mesilla de noche e introduje otro mazapán en mi boca mientras miraba por la ventana, imaginándome cómo mi padre caminaba alejándose de aquí.

Sacudí la cabeza y dejé de comer el mazapán para coger mi móvil y ver las redes sociales, en las historias de Instagram todos parecían felices con su familia, todos arreglados para la festividades. No me ponía triste porque por lo menos, alguien si la pasaba bien en estas fechas.

Miré sin poder evitarlo mi casa a diferencia de las otras y ladeé la cabeza cuando me dí cuenta de que no había ni un solo adorno de navidad, el tan famoso árbol no estaba, tampoco las guirnaldas ni nada al estilo.

Negué con la cabeza y con mi pijama de chándal y camiseta manga corta, me dirigí hacia mi habitación para después acostarme en mi cama individual, en dónde abracé mi almohada y me quedé dormida apoyada en ella.

—¡Papá! ¡Papá! —grité con voz rasposa hacia el hombre que se iba del departamento con una maleta— ¡No seas un cobarde y dame la cara! ¡Mírame y dime qué nos abandonas a Jackson y a mí! ¡Cobarde de mierda!

Es entonces que detuvo su paso y se giró a verme, pero no ví su rostro, estaba distorsionado. Se acercó hacia mí y acarició mi mejilla.

—No le abandono a él, te abandono a ti —dijo divertido— Eres un desperdicio de hija y de mujer. No sirves para nada y por eso me voy —me miró de arriba a abajo— Has sido ultrajada y no sirves ni como hija, ni como hermana, ni como mujer, ni como amiga y mucho menos como persona digna.

—Él me tocó, yo traté de oponerme y me opuse —repliqué con lágrimas en mis ojos— ¡Él me hizo daño y tú no estabas! —le dí un golpe en el pecho con rabia— ¡Tú debiste protegerme de él, yo era tu hija! ¡Madre dejó que él me tocara y él...! ¡Fue tu culpa! ¡Él no hubiera aparecido si no te hubieras ido!

—No. Eso fue tu culpa, te ultrajaron porque no te vieron más utilidad que para eso, aunque luego se aburrió de ti porque como he dicho no sirves ni para eso y te abandonó —soltó una risa— ¡Nadie te va a querer ni te quiere! ¡Todos te abandonan porque no sirves para nada! ¡Jackson, Abbygail y Spencer te abandonaran!

—¡No! —grité y me lancé a golpearlo— No es verdad.

Seguí golpeando su pecho con fuerza y sin cese hasta que sentí que sujetó mi brazos y tiró de mí para que finalmente lo atravesara y también atravesar la pared.

LO SIENTO, ERES MÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora