Capítulo 44 : «Un hermano y un ex»

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Los Ángeles, California.

Capítulo 44: Noah.

Fruncí los labios ante la situación. Abbygail se había dormido hace ya cuatro horas, Connor estaba vomitando en el baño y yo permanecía viendo a la nada. Sintiendo mis ojos hinchados, mis labios resecos y un puto dolor de cabeza insoportable. Al parecer, Spencer quiso hacernos una broma al cambiar las magdalenas de la madre de Abby por unos cupcakes de droga.

Connor, que fue al único que no le afectó ya que era un vampiro, nos contó que al principio, enloquecimos. Tuvimos un éxtasis de energía en el que explotamos. Después, nos dió un bajón y nos quedamos dormidas. Y todo ha acabado con un dolor de cabeza insoportable.

Y ahora, Abby sigue dormida y Connor terminó vomitando porque al parecer se comió una ardilla que estaba en mal estado o algo así. No entendí bien.

—¡Connor! —grité y apareció segundos después por el salón, con una botella de color negro— ¿Qué demonios es eso?

—Sangre —respondió y bufé— Tengo que limpiar mi organismo.

—Ya, claro —me volví a tumbar— ¿Cuándo podremos salir?

—En cuatro horas más —respondió y asentí.

Miré hacia la nada de nuevo. Yo había dejado las drogas hace dos años con la ayuda de mi hermano Jackson. Las drogas sacaban lo peor de mí y sí, al principio, todo es genial y te sientes mejor pero cada vez que te enganchas más es peor. Tienes que mantenerte con una dosis diaria y cada vez sientes que no aguantas sin tomarte una pastilla, inyectarte algo, esnifarte algo, fumarte alguna otra cosa. Y yo no quiero ser así, no otra vez.

Claro que la única que había sabido de mi drogadicción fue Abbygail y por eso no culpaba a Spencer de haber hecho que me coma un cupcake de marihuana.

Miré mis manos y fruncí el ceño. De ninguna manera debía de volver a las drogas, no quería convertirme en Louisa. No quería ser como la drogadicta de mi madre ni como su novio, Henry.

—Noah —miré a Connor que estaba agachado frente a mí, mirándome atento.

—¿Qué pasa? —cuestioné frunciendo el ceño.

—¿Estás bien? —interrogó y asentí.

—Sí —asentí con la cabeza— ¿Porque lo dices?

—Porque te has quedado mirando a la nada durante diez minutos —contestó y ladeé la cabeza— Venga, habla conmigo. No te juzgaré.

—No me pasa nada —le sonreí de lado— Solo me he quedado ida y ya.

—Ya, ida —repitió y se sentó a mi lado— Venga, Noah Alissa, tú sabes de uno de los más grandes errores de mi vida —se refirió a cuando mató a aquella chica sin haberlo querido— No pasa nada si me cuentas algo. Te prometo que no lo contaré.

—Connor... —me quedé callada al ver sus ojos atenta. El color de sus ojos parecía moverse. Ladeé la cabeza.

—¿Sí?

—Tengo miedo de volverme drogadicta como mi madre —solté de la nada y fruncí el ceño. Yo no quería haber dicho eso— No quiero volver a lo mismo de antes.

—¿Eras adicta? —interrogó sorprendido.

—Sí —contesté removiendome incómoda en mi sitio sintiendo una presión en mi pecho mientras algo me impedía dejar de ver sus ojos. .

Su rostro se quedó congelado en una mueca de tristeza. Entonces, sus ojos se separaron de mi y sentí como podía respirar bien de nuevo.

—Cabrón de mierda —espeté molesta— ¿Qué mierda me has hecho?

LO SIENTO, ERES MÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora