Capítulo 22 «¿Ser o no ser? Y no era»

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 Los Ángeles, California.

Capítulo 22: Dave.

¿Ser o no ser? Y no era.


Todavía no dejo de pensar en la manera en la que Noah me alejó, como me rechazó y huyó de mí. Recuerdo sus facciones sonrojadas, como la alerta se instaló en su rostro y aunque traté de mantenerla junto a mí, ella se marchó.

Su cuerpo ¡Demonios! Amo su fascinante cuerpo, es tan... ¿perfecta? Me pone solamente duro con ver su hermosa sonrrisa, es tan mágico y fascinante que parece irreal.

**No sé cómo te puede gustar esa... mujer —habló con repulsión Thomas.

*Respétala, Thomas —gruñí.

**La respetaré cuando se lo merezca —replicó como todo un cachorro.

*No es mala —la defendí.

**¡Claro que no! ¿Y de dónde narices salen esas cicatrices de su cuerpo? —preguntó tocando un buen punto de discusión.

*Me lo contará cuando esté lista ¿entendido? —fruncí el ceño.

**Una mierda —espetó Thomas para después romper el link.

Así estabas últimamente, discutiendo todo el rato porque él no acepta a Noah y yo sí. Bueno, no es que la haya aceptado, más bien ya no la odio. No es una zorra ni una mentirosa, o por lo menos eso me ha demostrado.

Hablando de zorras, Beatrice no ha dejado de llamarme y obviamente yo le he respondido. Como he dicho, no odio a Noah pero tampoco es que la ame. Soy hombre y tengo ciertas necesidades las cuales puedo satisfacer con varias amigas que tengo ya que Noah no quiere ocuparse de ellas. Hoy, Beatrice, vendrá a mi despacho mientras Noah da una vuelta por la manada con Blake, mi mejor amigo y consejero.

¡Y hablando de mejores amigos! Peter es un hijo de puta ¿Como se atreve a insinuarse a Noah Alissa cuando ella es mía? ¡Le advertí que no se acerqué a ella! ¡Noah Alissa es solamente mía! Que si le gusta, que si yo lo he separado de ella... ¡Menudo mejor amigo tengo! No lo he vuelto a ver y, de momento, no quiero verlo o sino terminaré partiéndole la cara, y a pesar de querer hacerlo... Peter es como mi hermano. No puedo hacer eso.

Suspiré mientras me apoyaba en el escritorio donde se encontraban todos los papeles de la manada que había utilizado para distraerme del fabuloso cuerpo de Noah. ¡Joder! Ya estoy duro con tan solo recordarlo. Me echó hacia atrás y colocó mi cabeza sobre la silla para mirar el techo.

Oigo unos tacones acercarse, aspiré el aire y el aroma a lavanda llega junto con un extravagante perfume que no logro reconocer. Recojo las hojas mientras las ordenó y las meto en las distintas carpetas. En ese momento, tocan la puerta así que me apresuro a meter las carpetas en los cajones con llave de mi escritorio.

—¡Adelante! —hablé mientras miraba la puerta. Por ella apareció Beatrice con su cabello rubio platino y su muy escasa ropa— Hola, Tris.

Le sonrió de lado y ladeo la cabeza, observándola de pies o, más bien, de tacones a cabeza.

—Hola, cariño —habló coqueta mientras cogía un mechón de su cabello y jugaba con él mientras cerraba la puerta, y caminaba hacia mí rodeando el escritorio— ¿Cómo has estado? —se apoyó en el escritorio mientras restregaba de manera lenta sus piernas claras y largas— Me han llegado rumores sobre que tienes a tu Luna en esta mansión. Viviendo contigo —hizo un pequeño puchero— ¿Es verdad?

Sonreí divertido. Si tú supieras, Beatrice. Ella es perfecta.

—Es cierto —observé su cara de decepción. Me levanté de mi silla y me puse frente a ella, deslicé mis manos hacia su cadera y la subí al escritorio— Pero podemos pasar un rato aquí. Hablando de negocios —hablé sonriente mientras con mis piernas abría las suyas para colocarme entre ellas y pegarla a mi cuerpo— ¿Qué te parece la idea, querida Beatrice? —pregunté mientras me apretaba contra su cuerpo, haciéndole saber que estaba duro. El detalle era que ella no me había puesto, sino que me había puesto así el recuerdo del cuerpo de Noah Alissa.

LO SIENTO, ERES MÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora