El Estúpido

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—Gohan, entra a la casa —Dijo mi madre, casi grité al sentir cómo pellizcaba mi hombro con rudeza, no lo hice, no era el momento.

—¿Gohan?! —Exclamó el desconocido mientras se colocaba de rodillas frente a mi e intentaba tomar mi rostro.

Mamá no se lo permitió puesto que me había obligado a retroceder unos dos pasos. Él la miró a ver con el entrecejo fruncido y se volvió a poner de pie.

—No tienes porqué estar aquí, vete —Repuso mamá con voz quebrada, estaba a punto de llorar

—De acuerdo, pero volveré Chichi —Se colocó la gorra de nuevo, metió las manos en los bolsillos y se retiró

Me volvió a repetir que entrara a la casa, obedecí sin objeción, estaba tan aturdido como ella. Me retiré a nuestra habitación y tomé ropa para darme un baño, al hacerlo noté a mamá tomar su teléfono celular y marcar con desesperación el número de la tía Bulma. Desde el interior del cuarto de baño pude escuchar a mamá prorrumpir en llanto, notando sus agudos sollozos y agitaciones débilmente entre las paredes, sintiendo mi corazón resquebrajarse. Me llené de odio hacia el pelinegro. Jamás había visto llorar tanto a mamá.

Cuando salí de la ducha, Bulma ya había regresado, envolvía a mamá entre sus brazos, dándole fortaleza. Ella sabía a la perfección lo que le sucedía, le sirvió té y se aproximó hacia mí, realmente no hacia mí, sino hacia la cocina, pero cuando estuvo lo suficiente cerca, planteé mi pregunta sobre lo que le sucedía a mamá. Me miró con sus enormes ojos azules profundos y se limitó a decir:

—No soy quien te debe responder esa pregunta

A la mañana siguiente, puesto que era sábado y no tocaba escuela, me encontraba en la oficina de Goku. Pero él no estaba ahí pues tenía una junta importante, más bien me encontraba en compañía del Señor Vegeta intentando asimilar la plática de horas antes mientras él se tomaba el cabello al no poder resolver un zudoku.

La razón por la que estaba ahí era principalmente porque esa misma tarde, como dije antes, iríamos a visitar a la familia de Goku, pero por otra parte, el mismo hombre con el que nos habíamos encontrado el día anterior frente a la puerta de nuestro departamento, había regresado a la casa, buscaba hablar con mamá. Mis ojos pesaban y el sofá en el que me sentaba, odio admitirlo, pero era demasiado cómodo. La noche anterior no había dormido bien, mamá tampoco, nadie en casa durmió lo suficiente, así que estaba a unos segundos de quedarme dormido, pero algo me lo impedía.

Y ese algo era la plática. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras mi respiración comenzaba a agitarse con tal rapidez que no pasó desapercibida por el señor Vegeta que inmediatamente giró su vista hacia mi con la misma expresión de siempre, al recordar lo que horas antes había charlado con mamá. No lo podía creer, si yo creía que mi vida era desdichada, la de mamá había sido peor, pero esa nueva noticia, cambiaría de nuevo mi percepción acerca de los adultos, sin duda, personas muy complicadas.

A los diecisiete años, mamá apenas terminaba la preparatoria, recién ingresaría a la universidad dispuesta a estudiar la carrera de psicología. No contaba con que el amor tocaría a su puerta. Conoció a un joven que cursaba lo mismo que ella, se mostró amable, interesado, además de apuesto -no son mis palabras, fueron las de mamá al contarme- enamoró a mamá durante un tiempo hasta que ella por fin aceptó, sería entonces su primer novio.

Salían casi siempre, se mostraban detallistas y románticos. Hasta que un día él le pidió la prueba de amor, algo a lo que mamá se mostró en desacuerdo en un principio, pero que tras insistencias y súplicas, terminó por ceder. Un mes después se enteró de que yo nacería, sin embargo, al decirle a su novio, él se negó a hacerse responsable, según, no estaba en condiciones para críar un hijo. Se atrevió a dejar sola a mamá.

Ella, creyendo que deshonraría el apellido, no se atrevió a volver con su padre -esa era la razón por la que no conocía a mi abuelo- abandonó los estudios para trabajar y darme la vida que merecía, entró al bar en donde conoció a la tía Bulma -esa es otra historia- y me crió durante ocho años sin necesidad de alguien más, hasta que Goku y el maldito de mi padre decidió aparecer.

Y el asqueroso nombre del estúpido que me abandonó a mi y a mamá, era Yamcha.

Dad? «GoChi» [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora