La princesa y el dragón

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Kim Seok Jin era el hijo menor de una hermosa y adinerada familia, sus padres lo amaban tanto y lo cuidaban con tal esmero que solo le dejaron asistir a la escuela cuando cumplió seis años.
El castaño era frágil y delicado por lo cual no sorprende que fuera el blanco de todas las bromas de esa institución.

— Mariquita, mariquita— coreaban los niños cuando le veían pasar—

Le gustaba el color rosa ¿Y qué? Realmente era un bonito color que siempre le quedaba bien, no como a Jackson, a ese niño el rosa le quedaba fatal.

— ¿A dónde vas mariquita?—

— Déjenme en paz, gracias— dijo con aires de diva mientras seguía su camino—

— Mariquita, hoy estás berrinchuda— un chico intentó quitarle su mochila pero se apartó a tiempo—

— ¿Disculpa?— Jin volteó a mirarle con el ceño fruncido— ¿Y tu quién eres? ¿Te perdiste de algún circo o qué?

— Namjoon, Kim Namjoon, tu peor pesadilla—

Y sí, el chico terminó volviendose su peor pesadilla, lo acosaba hasta en los baños, no paraba de burlarse y reirse de él, incluso le había golpeado unas cuántas veces pero nadie parecía prestarle real atención a eso.
Jin seguía sonriendo cuando en realidad pasaba largas horas encerrado en la biblioteca o en algún armario por culpa de Namjoon
Todo hubiera seguido así, sino fuera por la broma que Namjoon decidió hacerle a Jin el día de su décimo cumpleaños.

— ¿Entonces si vendras?— Jin estaba hablando por telefono en la entrada de su escuela— ¡Kennie, lo prometiste!

Fué más un impulso que un deseo malvado, escuchar a su pequeño rival con alguien que no fuese él y de forma tan amistoso hizo estragos en su cabeza, haciendo que el chico corriera sobre el mayor y lo empujara por las escaleras, el plan era simple, caeria unas cuantas gradas y tendría algunos raspones pero nada salió como esperaba, el castaño no cayo solo unas gradas, se rodó por la escalera y acabó con sangre saliendo de su cabeza en el primer piso.

La peor parte no fue la caída, sin duda unos puntos en la cabeza arreglarían eso, lo peor fue la gran cantidad de vidrios que se incrustaron en el chico cuando al caer se llevó consigo unos retazos de vidrios que habían dejado junto a la escalera, sin duda eso fue lo peor.

Namjoon corrió en su auxilio mientras gritaba por ayuda, tomó la mano de Jin entre las suyas y empezó a llorar como un niño pequeño, realmente no quiso hacerle daño, los paramédicos no tardaron en llegar y llevarse al niño inconsciente.

  —  ¿Quién te hizo esto, Jinnie?— 

El pequeño Namjoon se escondió tras la puerta para escuchar la conversación, llevaba días visitando al castaño cuando este dormía, sabía que si decía la verdad posiblemente sería expulsado o peor, llevado a una carceleta para menores.

Namjoon puede jurar que la vista de Jin se fijó en él, puede jurar que le vio sonreír y sin duda casi se desmaya cuando el castaño fingió estar avergonzado para decir.

— Me caí, mami—  con toda la soltura del mundo—  No había atado bien mis pasadores y resbalé

Los días siguientes se la pasaron hablando de muchas cosas, descubriendo cosas en común, pidiéndose de disculpas, incluso Namjoon prometió que lo cuidaría de todo y de todos, y Jin le creyó, no porque realmente confiara en el moreno sino porque realmente estaba muy aburrido de estar solo y no tener amigos.

— ¿Tenemos que jugar Mario otra vez, princesa?— 

— Es entretenido—  se quejó inflando sus mofletes—  Espera...¿cómo me has llamado?

— Princesa...— Namjoon desvió la vista sonrojado—  Esta mejor que mariquita... ¿verdad?

—Supongo que sí...—  murmuró cabizbajo— Pero no lo digas frente a otras personas

—  Bien...— Jin asintió con alegría— ¿Listo para perder?

Los días se convirtieron en semanas, luego en meses y por último en años, nadie podía creer que el débil y callado castaño se volviera el mejor amigo del alborotador de la escuela, Namjoon practicamente vivía en casa de Jin, hacían todo juntos por lo que nadie se extraño cuando decidieron comprarse una casa, ni cuando ingresaron a la misma universidad.

— ¿Princesa?—  la voz de Namjoon sonó adormilada del otro lado del teléfono—  ¿Estás ahí?

— Sí, estaba pensando— murmuró el mayor observando el techo de su habitación—  Si no me hubieras lastimado ese día no seríamos amigos... seguiríamos odiandonos

— Jin, no sé si solo estás siendo amable conmigo o lo has olvidado pero yo solía lastimarte mucho antes de ese accidente—  ambos suspiraron desde sus habitaciones—  Creo que solo fue un empujoncito del destino

— Literalmente fue un empujón, Namjoon—   el castaño soltó una risa cantarina en el teléfono—  ¿Crees en el destino?

— No—  Jin chasqueo la lengua con fastidio—  Pero si tu me lo pides, creeré

— ¿De verdad siempre seremos amigos?— 

—  Hasta que te aburras de comer, Jin— 

Ambos empezaron a reirse, la llamada se terminó cuando ambos se sintieron lo suficientemente cansado como para dormirse con el telefono en mano.

Durante las tormentas dormían juntos, durante los días calurosos salían a pasear por donde les llevara sus pies, en otoño salían a recoger hojas y en primavera visitaban diferentes reservas para observar las flores.

Cuando Namjoon se sentía cansado o abatido buscaba a Jin, cuando estaba feliz y rebosante de alegría también le buscaba, incluso si tenía miedo iba con el mayor para que le cantase esa extraña canción de cuna que solo el castaño sabía.

— Princesa...— 

— ¿Mmm?— 

— Lo siento— 

Jin sonrió cansado y se encogió de hombros sin comprender realmente, se acurrucó un poco más en la cama y volvió a dormirse, era tonto por ilusionarse con alguien heterosexual pero no podía evitarlo, el pequeño y débil de Kim Seok Jin siempre caería ante los encantos de Kim Namjoon.  

¡Namjoon, eres un idiota! #TravelAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora