Capítulo 25: Perdóname.

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Abrí mis ojos lentamente. Por alguna razón sentía un gran dolor en mi pecho.

La imagen de Takumi aquella vez en el instituto cruzó mi mente como un relámpago.

Sí...este sentimiento ya lo experimenté.

Mantuve la mirada en el techo...esperen, este no es mi techo. Observé mi alrededor, encontrándome con Midori a mi lado, claro, ella me pidió que me quedara a dormir.

Mientras observaba me di cuenta que mi vista estaba nublada. Me senté en la cama, al mínimo movimiento, cayeron unas cuantas gotas de mis ojos, despejándolos.

¿...Por qué...?

Intenté recordar lo que había soñado con desesperación pero no conseguí nada. Aunque presentía con quién. Si no me equivoco, espero que al pasar el día no lo recuerde.

Me moví a la orilla de la cama y ubiqué mis brazos en mis piernas, agaché la cabeza y me escondí.

Ahhh...quiero que todo esto termine.

—¿Papá? —escuché una dulce voz detrás de mí.

—¿Si? —salí con rapidez de mi escondite y le sonreí.

—¿Pasa algo?

—Nada, está todo bien —me acerqué a ella y acaricié su cabeza.

—¿Qué hora es? —preguntó para luego empezar a bostezar.

Tomé mi celular, el cual se encontraba en la mesita de noche, y miré la hora.

—Son las 8:15 —sonreí.

—Entonces puedo seguir durmiendo —me devolvió la sonrisa para después cerrar sus ojos.

—Claro que sí —me acerqué a ella y besé su pequeña frente.

Aún es temprano pero los rayos del sol pasaban con firmeza entre los pequeños agujeros que las cortinas no podían rellenar. Me acerqué a la única ventana que hay en la habitación y abrí un poco más la cortina. Se nota que estamos a principios de Septiembre, se sigue sientiendo un poco el calor húmedo que dejó el verano aunque estemos ya en otoño.

Cerré la cortina y me dirigí a mi habitación para tomarme un baño y después ponerme ropa de casa.

Me pregunto dónde está Franchesca, ya que no se encuentra en la cama y tampoco en el baño.

Al terminar, bajé al primer piso y caminé hacia la cocina, encontrándome con ella.

—¿Qué haces aquí?

—¡Ah! Amor, me asustaste —giró su cabeza y luego me sonrió.

Me acerqué a ella y me ubiqué a su lado. Ella tenía un vaso con agua en su mano.

Estaba a punto de preguntarle si estaba bien cuando escucho que alguien toca a la puerta.

—Yo voy —pronuncié, dirigiéndome hacia allá.

Cuando me encontré frente a la puerta, dirigí mi mano hacia el picaporte y lo giré, abriéndola.

—¡¡Sorpresa!! —gritó la voz que estaba al otro lado.

—Ustedes...

—Hola —me saludó Yuma levantando su mano. Él se encontraba detrás de Mai.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté, desanimado.

—Estamos aquí porque te tenemos una gran invitación —pronunció Mai, con una gran sonrisa en su rostro.

—No gracias.

Nunca te olvidaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora