Los Que Cayeron Del Cielo

Cap. 2

Le tengo miedo a muchas cosas.  Mi madre dice que es solo pasajero,  que cuando crezca seré el hombre mas valiente que ha pisado este planeta y yo lo dudo rotundamente, podría llenar una lista entera de mis fobias y miedos, tan larga que daría 10 vueltas completas al mundo.

Pero si mi madre estaba en sus cabales de razón,  entonces desearía crecer ya.

Observaba hacia todos los lados posibles.  Sentía que alguien me miraba,  pero no podía discernir quien era. Había tantas personas por la calle a esa hora,  tantas que me sofocaban y sumergían en un mar andante que parecía no dejarme escapar.  Ahí estaba tan atrapado  y confundido, en plena hora pico.

Llegue al otro extremo de la acera, estaba rumbo a mi casa. Observe  el cielo, recordé donde me encontraba y corrí de inmediato rumbo a casa,  estaba mas cerca de lo que creía.

Mi madre no estaba, pero si otra carta y de nuevo el ciclo de tortura comenzó. Me pregunte si esta persona comenzaba a sentir gusto por mi estado de animo, incluso me preguntaba como es que conocía mi domicilio, aunque creo que la respuesta era mas que clara. Llevaba tiempo siguiéndome.

Entonces decidí dormir, era el único modo de permanecer ajeno a todo aquello por lo que temía y descansar la mente de una forma meramente sana. Me recosté en la cama y con lentitud me deje llevar.

Unos pasos me despertaron,  creí que era mamá. Entre abrí los ojos y una silueta negra lleno mi vista.  Quise gritar, pero fingí dormir.  ¿acaso eran verdad todas esas cartas?.  Tal vez era una horrible pesadilla y yo solamente alguien tan iluso como para confundir la realidad con lo que pinta la mente. Pero eso era solo otra mentira mía.

Podía escuchar pasos,  que se detuvieron cerca de la cama, estaba inmóvil y con muchas ganas de llorar, cuando de pronto unas manos tan heladas como el hielo mismo me tomaron,  en un intento por sostenerme fuera de la cama.
Me preguntaba porque me ocurría esto a mi.
Entonces decidí que era tiempo de crecer y que debía defenderme como pudiera, ni siquiera yo podía ser una presa tan fácil.

Comencé a patalear como podía, creo que no esperaba eso de mi,  porque caí al piso y me retorcí de dolor, solamente para comenzar a gritar despavorido y ser tomado de nuevo por aquel hombre que parecía enojado por mis actos.
Me sujeto con fuerza las manos y de un solo tirón me levanto. No podía verlo bien, en esa oscuridad tan cegadora aquel hombre parecía una sombra más. 

Me coloco algo en la nariz y yo caí rendido ante él.