Habíamos llegado a una pequeña gasolinera. Tenia puesta una gorra vieja y trataba de no llorar. Estaba en el asiento junto al conductor, por supuesto él conducía. Parecía algo cansado y de vez en cuando me miraba con cierta intriga. De pronto se bajo del auto.
Entonces decidí actuar. No había nadie en los alrededores, la única luz que abismaba la tarde eran los fluorescentes anuncios que se colgaban alrededor de una pequeña tienda tras la gasolinera.
El automóvil tenía seguro para niños, no había dejado las llaves y no tenia idea de como encender un auto por tan solo el cableado. En conclusión me encontraba mas que muerto.
Grité a todo pulmón, golpeé con todas mis fuerzas la ventana de cristal, la única cosa que me separaba de la libertad.El hombre del mostrador de aquella tienda no noto nada. Me preocupe mucho cuando de nueva cuenta aquel hombre se aproximó al auto y me miro como siempre lo hacía. Llevaba una bolsa en las manos, tomo una soda y el resto cayó en mis piernas. Suspiro, cerrando la puerta del vehículo, encendió el auto para avanzar por la carretera.
—Se que no debe ser fácil que te secuestren—dijo por fin. Como si fuese un tema tan natural. Solo logro asustarme mas y me tense. —Escucha niño, no tengo nada en tu contra, no ha sido una buena semana para mi tampoco, así que se podría decir que la vida nos jode a los dos. Pero ¡oye! Es mejor que estar muerto—tomo su gaseosa y de un sorbo se lo acabo, la lata fue a parar al otro lado de la carretera.
No era tiempo para que yo me pusiera a llorar, debía actuar como un hombre y obtener respuestas de este tipo, de otra forma nunca podría obtener mi libertad.
—¿Por qué me secuestraste?— trataba de tragarme el miedo y al parecer eso solo logro que mi voz sonará cortada. Aquel hombre comenzó a reír, como si se burlara de mi. Me sentía como una pequeña rata atrapada.
—Para vender tus órganos—dijo serio. Entonces yo me asuste tanto que todo mi cuerpo comenzó a temblar y solo podía sorberme la nariz para no llorar de nuevo. Entonces este extraño hombre rió a mas no poder. Conducía tan descuidadamente que creí que nos estrellaríamos en un poste. —Oye... oye, tranquilo—condujo con normalidad—Solo bromeaba, no voy a vender tus órganos. No soy tan malo— baje los hombros en señal de alivio. No se que tenia planeado para mi esta persona pero si vuelve a jugarme otra broma como esa, seguramente llegaré al cielo mas rápido que en avión.
—E... entonces, ¿que... que... harás con migo?
—Te venderé a alguien.— Dijo con una voz tan tranquila que sentí como mi corazón se paralizó de golpe—Ahora come, o habré mal gastado mi dinero—. No sabia que mas podía hacer para salir libre de esta, pero algo era mas que seguro debía dejar de comportarme como un llorón y demostrarle a este hombre llamado Sorey que no iba a ser presa fácil de nadie

ESTÁS LEYENDO
Los Que Cayeron Del Cielo
FanfictionEsta persona sabia mi secreto y quería sacar provecho de ello. Yo no había nada de esta persona, ni de los caídos del cielo, pero ya estaba mas que metido en todo este extraño lío celestial.