Cap. 3

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Oscuridad, era todo lo que me rodeaba,  una oscuridad tan llena que ningún color se discernía. Desperté en un lugar así, con una cadena en mi tobillo y un colchón blando debajo de mi. De pronto me pregunte si mi madre estaría bien. La impotencia era mucha y comencé a gritar, lo mas fuerte que podía, me hacia pedazos la garganta pero nadie respondía.
Trate de quitar la cadena de mi tobillo pero solamente lo graba lastimarme aun más, no se cuanto tiempo llevo así, pero esto ha sido demasiado. En cuanto salga de este lugar llamaré a la policía y hablare de las cartas aunque me crean un completo loco, lo juro.

Haría todo un escándalo de ser necesario para salir de este asqueroso lugar. Me sentía ahogado por cuatro paredes oscuras. Nadie nunca cree que algo así le llegase a pasar en la vida, porque la vida no puede acabar en un sitio como este,  la vida acaba después de vivir la como se quiere. Entonces pensé, ¿quien y para que me quería?. Las cartas nunca decían mucho,  sin embargo, siempre me daban una sensación sucia y eso removió mas haya de mis intestinos y unas enormes ganas de vomitar se hicieron presentes,  entonces un chirrido sordo se escucho. Era la puerta de enfrente abriéndose,  un golpe potente se escucho y una luz cegadora ilumino toda la habitación. Temí por mi en cuanto la persona comenzó a acercarse.
—¡No vomites aquí niño!— su voz sonaba como la de alguien joven, pero visiblemente enojado,  comencé a pedirle que me sacará de ahí, mis lágrimas corrían con naturalidad,  pero no parecía importarte. Se agacho y levanto mi rostro. Pude verlo bien. Su expresión era la de alguien sumamente disgustado,  me sorprendí al ver que era alguien joven, la misma persona de aquellas cartas. No podía creerlo. Me asustaba.

Apretó mis mejillas y movió mi rostro hacia ambos lados,  en un intento tosco de examinarme. Me soltó con desdén y chistó su lengua.
—te soltaré—tomo mi tobillo con fuerza y saco unas llaves del bolsillo de su pantalón. Deshizo la cadena y me sobe el tobillo que tenia lastimado. —pero no te dejaré salir— aquel hombre de gabardina negra se levanto y me dio la espalda, la puerta sonó de nuevo y yo volví a gritar como loco.

Los Que Cayeron Del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora