Cap. 8

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No sabia a donde me llevaba, pero debía ser un lugar muy lejano, porque llevábamos dos días en auto.  No sabia que hora era, ni el día exacto, pero contaba cada anochecer y amanecer,  solamente habían ocurrido dos de cada uno.
—¿Porque haces esto?—estaba preocupado, comenzaba a perder la esperanza y pensé que era bueno tratar de hacer cambiar de opinión a este hombre.
—¿Porque secuestras a alguien?—me pregunto de repente—No... no se—me observo de soslayo como si no comprendiera algo elemental—Obviamente para obtener algo a cambio, en mi caso—de nuevo aquella mirada—dinero. 

Su respuesta me enfureció, todo este espectáculo por algo tan bajo como eso, ¿acaso esta horrible persona no podía dedicarse a trabajar de forma honesta como cualquier humano con sentido común? —¿y porque no trabajas?—esta vez me observo perplejo—¿ahora intentas hacerte el fuerte? "niño chillón"— la sangre subió hasta mi cabeza y tenia unas inmensas ganas de golpear a este hombre de una vez por todas.

—entonces,  ¡tú enviaste esas cartas!
—no confundas niño, no he caído tan bajo—me chisto de mala gana —no envío cosas tan tontas a nadie,  ¡así que cállate de una vez por todas! —Entonces...si tu no enviaste nada ¿quién lo hizo?  —No lo sé,  y no me importa así. Que ya cállate—encendió la radio y la música lleno el silencio. Pero lo que había dicho me había intrigado mucho. Si el no era el extraño vigilante,  entonces ¿quien era? Y ¿quien era esa persona a la que este hombre planeaba venderme? Tenia tantas dudas e incertidumbre, que solamente podía sentir miedo por no responderlas. 

—No entiendo, porque alguien me querría—detuvo la musca—Escucha niño, en primer lugar, deberías estar sedado en el asiento de atrás,  en segundo si no te callas juro que te lanzaré fuera del auto y te lo pasaré encima. ¿Entendido? —. Este hombre no hará eso. El desea el dinero y no sería capaz de perderlo por algo tan tonto como el silencio. —Sorey— ¿que? —grito ofuscado. E inmediatamente pregunto—¿Como sabes mi nombre? —. Ahora yo me trague todo aquel sentimiento débil que había en mi interior. Él respondería todas mis dudas. — Para ser un secuestrador, eres alguien muy tonto—antes de que me gritara,  coloque un dedo en sus labios y le chiste. — quiero que me digas a quien me planeas vender y para que me quiere—ordené. Él detuvo el auto de golpe y soltó una estruendosa risa.—Piensas que te diré todo,  solo porque actúas de esa forma ¿Quien crees que soy?—comenzó a acercarse hacia mi peligrosamente— Ni siquiera eres mas fuerte que yo.  Pero te enseñaré de una buena vez a tenerme miedo— una de sus manos acerco mi cabeza a la suya y vaya que en ese instante le tenia miedo. De nuevo comenzó a reír. Regreso a su lugar y encendió el auto. —Si que eres un iluso, te dije que no era tan malo—encendió la radio a todo volumen y acelero la velocidad en un abrir y cerrar de ojos. 

Los Que Cayeron Del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora