Cap. 15

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Dos días,  fueron los necesarios para que el pequeño cuerno de unicornio desapareciera y recobrase la energía suficiente como para evadir las trampas mortales de Edna.  Sabia lo que planeaba y no era nada bueno.

El día era perfecto para dar un paseo en motocicleta, junto a un bello y hermoso ser tan resplandeciente y brillante que me hacia babear, mi bella motocicleta: Seres.

Ah y claro, también estaba Mikleo tras de mi.

Sabia que tenia que llegar a esa tonta discoteca para hacer la entrega, la peor parte de todo era que quedaba del otro lado de la ciudad. Lo único que me alegraba el día era saber que había recuperado al amor de mi vida, mi motocicleta. La había dejado en casa de Rose a falta de dinero para mantenerla, así que ella la recibió gustosa.  Ahora le debo el dinero de las reparaciones, otra persona agregada a mi lista de deudas.

Un ruido parecido al rugido de un motor me saco de mis pensamientos , observe a Seres, no era ella. De nuevo ese sonido, tenia una idea, sabia que provenía del estomago de Mikleo.

A la orilla de la carretera había una una señora vendiendo tamales. El niño llorón no había comido en mas de 12 horas,  así que supuse que tendría hambre.
—¿Quieres un tamal? —sabia que el ángel era algo quisquilloso, así que no quería gastar el poco dinero que tenía en vano.
El me observo enojado. Creo que no quería.
—Uno colado por favor.

Ya con su tamal en mano,  seguimos el recorrido por la carretera.
—Oye... —apenas y le entendía algo con la boca llena de tamal colado
—¿No te parece extraño que ese auto nos este siguiendo?
—Debe ser un turista, por aquí hay muchos de esos—el no pareció muy convencido.

Lo siguiente que dijo fue algo así
—¡ejfkslkandn rafle!— no se le entendía absolutamente nada con la boca llena. —¿Que?

—¡Que esos turistas tienen un rifle!—no necesite escucharlo dos veces para acelerar.

—¿A donde vas Sorey? —esa voz,  me era conocida y no me recordaba los mejores momentos de mi vida.
—Zaveid,  ¿que te trae por aquí?

Edna iba manejando la pequeña camioneta en la que ambos estaban.

—Sabes bien a lo que hemos venido Sorey—dijo el, mientras tenía el arma en sus manos y se disponía a arrebatar contra nosotros.

—Danos al chico y tendremos piedad contigo— conocía su piedad y no era nada cristiana.

—Tu te lo buscaste Sorey—esta vez la que hablo fue Edna mientras aceleraba y comenzaba a chocarnos con la parte delantera del auto.

Una bala me roso el brazo,  Mikleo comenzó a gritar y a aferrarse  como podía a mi. Ahora que lo pienso,  debe haber sido muy difícil hacerlo con una sola mano.

—¡Danos al chico! —volvieron a repetir. No era nada tonto, o tal vez si por contarle todo a mi "ex favorita": Alisha.

Ella le había dicho a Edna, después de haberse peleado conmigo, lo que planeaba hacer: secuestrar a Mikleo. Y ahora ellos planeaban, secuestrar doblemente al niño llorón y entregarlo al Hyoma para recibir la paga.  En pocas palabras, planeaban robarme mi dinero.

Una segunda bala me roso el hombro. Temía por el bienestar de mi motocicleta, que no tenía culpa de nada.
—¿Sabes manejar una moto?— me dolía imaginar a Mikleo conduciendo a mi amada Seres. Pero de esa forma podría sacar mi arma y librarnos de esto. Sin embargo el negó. ¿esto iba enserio?

—¿Quién no sabe manejar una moto?

Es como no saber leer (creo yo)

—Pues yo no sé— en ese caso,  el Tendría que enfrentarse en armas a Edna y Zaveid. Dios nos ampare.

—¡En mi cadera...—le dije—¡Tengo una pistola!

—Eso ya lo sé—si no estuviéramos en esta situación me habría reído como foca.

Él bajo su mano hasta mi cinturón y tomo el arma. 

—¿Ahora qué? —¿era en cerio? —¡dispara a las llantas!

No se si necesitaba anteojos o si todo lo que veía eran puras llantas, porque comenzó a disparar como loco.

—¡Maldito mocoso! —grito Zavied

—Sorey ¡ya no hay balas! —lo que me faltaba

—¿Pudiste conmigo,  y no puedes con ellos dos?

—tienes razón—escuché la voz de Zaveid aullando de dolor,  así que imagine que Mikleo había hecho uso de sus poderes de ángel.

—¡Lo logré! — grito con emoción
—tienes otra pistola?—pregunto mientras revisaba cada bolsillo mío

—no,  pero si tengo mas balas,  están...

Una tercera bala roso a Seres.

—¿Qué no habías acabado con Zaveid?
—No es él,— su voz sonaba asustada y eso solo significaba que Edna tomaba el mando. No tenia la menor idea de como se las arreglaba para conducir y disparar, pero tampoco era el momento para averiguarlo.

—¿Como te atreves a golpear a mi hermano? —una lluvia de fuego comenzó a caer.

—¡Dame el arma!—ordené

—¡no puedo !

—¡Dame la maldita arma!
—¡La lance!—grito ofuscado

—¿lanzaste mi pistola? — estaba a punto de empujar a Mikleo de la moto,  pero recordé que estaba encadenado a ella y la arruinaría.

—¿No tienes poderes?—el negó
Este ángel era mas inútil que las dietas para bajar de peso.

—espera! —comenzó a lanzar las balas que tenia de repuesto. Si seguía así el próximo en ser arrojado sería él.

Para mi gran suerte,  tenia un arma más en el tobillo, pero no le diría nada porque seguro lo arrojaría.

Con un brazo manejaba y con otro disparaba. Sin embargo Edna tenia un rifle en la mano y eso no era competencia para la corta arma que me cargaba.

De un arrebato, Mikleo me quito la pistola, cuando creí que la tiraría, una pequeña explosión se escucho,  había dado al blanco,  la llanta delantera de la camioneta había explotado.

Después de un corto tiempo, otra explosión se escuchó, la otra llanta delantera hizo ¡bum! Y el auto comenzó a derrapar y curvar.  El choque contra aquel árbol era inminente.

—Te acabaré Sorey!— Edna salio de la camioneta, con el rifle en mano, cuando estaba dispuesta a dispararnos Mikleo le lanzó la pistola en la cabeza, haciendo que esta cayera y se desmayara.

—¡Por tu culpa se me cayó mi tamal!

Lo bueno de todo esto, es que aun no le he dicho a Mikleo que tengo una tercera arma en el tobillo izquierdo...

Los Que Cayeron Del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora