Capítulo 8 - El vino por mí

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Capítulo 8 - El vino por mi

Natalie:

¡Él vino por mí! Dije entre sollozos. Mi padre me apretó, a su cuerpo en silencio, mientras acariciaba mi cabello.

— ¿De quién hablas? - preguntó por fin.

— Damian — me alejó un poco, lo suficiente como para ver mis ojos. Me observo en silencio, tratando de descifrar algo. Después de unos segundos volteo a ver a uno de sus hombres y ordenó que llevaran mi auto a casa — vamos a casa.

Al dar la vuelta para dirigirnos a su auto me topé con Leo, quien se veía destrozado. Me tendió la mano, la cual yo tomé y me llevó a sus brazos.

— Perdóname — fue todo lo que dijo, antes que mi padre me tomara del brazo y nos ordenó subir.

El rumbo a casa fue en silencio, sabía que papá no hablaría del asunto en su coche. Regularmente siempre dirigía sus negocios desde aquí, pero esto era algo muy delicado y confidencial para mí.

Al llegar a casa me llevó a mi recámara, quería que me tranquilizara y sabía que era el único lugar en donde lo lograría. Le pidió a Leo que nos dejará solos, a lo cual yo le supliqué que se quedara.

—¿Estás segura? — preguntó mi padre. Sabía que este asunto era algo muy delicado y quería asegurarse de que no me arrepentiría de mi decisión.

— Sí, él es mi mejor amigo y quiero que sepa lo que sucede — mi padre respetó mi decisión. Él conocía a Leo y sabía que era en el único que verdaderamente confiaba.

Leo se veía confundido, no entendía lo que sucedía y mucho menos a quien me refería al decir que vino por mi.

Al cerrar la puerta de mi recámara, papá preguntó ansioso.

— ¿Ahora di que es lo que sucede? ¿Porque piensas que ese animal vino por ti?

— No es él personalmente, pero sus ojos son los mismos y .... — mi voz se cortaba, mis nervios estaban teniendo lo mejor de mi.

— ¿A quién te refieres? ¿Los ojos de quien? — respiré profundo, papá necesitaba saber lo que yo sabía.

— El día de mi cumpleaños tuve mis pesadillas como siempre y llegué tarde al colegio. Cuando el profesor pidió un voluntario para ser mi pareja, un joven que jamás había visto se ofreció. Cuando vi sus ojos, me di cuenta que eran iguales a los de... Damian, era su mirada. Después me lo volví a encontrar en casa del cholo..

— ¿Se puede saber que diablos hacías tú en casa del cholo? — preguntó furioso.

— Eso es lo que menos importa en este momento papá, lo importante es que cuando estaba allá, oí disparos y él estaba ahí. En ese momento creí que me los imaginaba, pero hoy sé que no fue así.

— ¿Por qué? — preguntó.

— Porque ayer me fui muy molesta con Leo y quería ...algo para...relajarme. Sabía que con cholo no podía ir, así que me fui a casa de José el grande - Papá dio un golpe furioso a la puerta, haciéndome brincar del susto.

— ¿Te das cuenta de la estupidez que... ¿Te estás drogando?... Esos cerdos te suministran..?

— !Basta papá! Tu eres el menos indicado en molestarte, cuando eres el que suministra drogas a todo Estados Unidos. Además, no estamos aquí para hablar de mis adicciones, porque te aseguró que son más de una y no quiero ser la causante de tu muerte. ¿Vas a querer que te siga contando o no?

— Esta bien, pero después hablaremos seriamente — dijo entre dientes. ¿Acaso no se había percatado que ya no era una niña? Y más importante aún, ¿Cómo esperaba que viviendo en el fango no me ensuciara?.

— Como decía, ayer que fui a casa de Jose el grande, él fue quien me recibió.

— ¿Te hizo algo el desgraciado? ¿Te lastimó? — preguntó Leo, sabiendo a quién me refería.

— No, llevó coca al cuarto...

— ¿Te drogo? ¿Te toco? — preguntó ahora mi padre, interrumpiendo.

— No... Bueno...no nos drogamos y si me tocó, fue de común acuerdo — una vez más la cara de reprobación de Leo me lastimó — pero no estoy aquí, para hablar de mi actividad sexual, si no porque esta mañana lo escuché hablando con su amigo. Decía como se apoderaría de todo el territorio de California y por lo que pude ver, ya empezó con el territorio del cholo y de Jose.

— ¿Qué te hace pensar que lo mandó Damian? El que se quiera adueñar del territorio, no significa nada. — dijo mi padre furioso. Estaba decepcionado de mi, escuchar que su hija hace drogas y se acuesta con extraños, ni se lo esperaba de su princesa.

— Después de escuchar aquella plática me fui a su recamara y busque a ver que encontraba. Sus ojos son iguales, además la forma en que me ve...El caso es que en una de las gavetas, encontré una foto de aquellos desgraciados y la medalla de ...Damian.

Para este momento, ya estaba llorando y mi padre me tomaba en brazos.

— ¿Eso no puede ser? ¿Debe ser una coincidencia? — habló papá.

— ¿A qué desgraciados te refieres? — preguntó Leo. Estaba confundido, él no sabía nada de lo que me sucedió. Aunque ya éramos amigos en aquel tiempo, él siempre pensó que fue un accidente de carro lo que me mandó al hospital. Solté a papá y lo dirigí a mi cama.

— ¿Recuerdas el día de mis quince? — él asintió con la cabeza. Claro que recordaba, ya que él era mi chambelán esa noche y lo dejé plantado por irme a encontrar con el hombre que creía, era el amor de mi vida. — Esa noche... Esa noche me escapé de mi fiesta... porque ....estaba furiosa. Mis padres me habían prohibido ver a mi novio, porque era diez años mayor que yo.

Para ese entonces ya estaba sollozando. Me dolía hablar de lo sucedido, pero sinceramente creía que me ayudaría hacerlo.

— No tienes que hacerlo, si te duele tanto, no Tie....

— Quiero hacerlo, tú te has convertido en la persona que más confío y quiero que lo sepas.

— Solo quiero lo mejor para ti y si te duele, yo estaré aquí, para cuando estés lista

— Quiero hacerlo ahora — respiré profundo —nos quedamos de ver en un lugar solitario..los planes eran, que me iría con él. Cuando llegué al lugar acordado...no estaba solo, estaba con sus tres primos. Al principio no me importó, porque los conocía. De broma en broma, me empezaron a tocar... Yo le pedía a Damian que me ayudará, pero él solo reía. Me dijo que querían darme mi regalo de cumpleaños, que me gustaría mucho. Me empezaron a besar y yo...corrí, corrí lo más fuerte que pude. Por más que lo hacía, sentía no avanzar.... no podía perderlos. Sus risas me seguían de cerca y el miedo no me dejaba pensar. Esa noche acababa de llover y el piso estaba resbaloso, así que caí.

Leo me veía aterrorizado, sus ojos mojados por las lágrimas que salían de ellos, al imaginar lo que vendría después.

— Trate de ponerme de pie, pero sus manos me detuvieron. Grité, juro que grité hasta quedar afónica, pero nadie escuchó. Me golpearon, arrancaron la ropa y abusaron de mí...los cuatro. Yo luchaba con todas mis fuerzas, pero después de un rato mi mente se perdió en la nada. Ya no podía llorar, no podía luchar más. Solo sentía como se turnaban, haciendo conmigo lo que mejor les parecía. Al quedar satisfechos, escuché como uno de ellos le decía a Damian que terminara conmigo. Él acercó su boca a mi oído y dijo que mi padre estaría tan quebrado que no podría luchar y le quitarían el territorio. Fue lo último que escuché, antes de sentir caliente por todas partes.

Leo cerró los ojos y empuño su mano, no me podía ver a los ojos sin quebrarse. Ahora sabía que fue lo que provocó las cicatrices en mi cuerpo.

— Antes de irme le deje una carta a papá, diciéndole que me iría con él. Susan conocía los lugares en donde nos juntábamos y lo llevó...Me encontraron casi muerta, apuñalada en un callejón abandonado — volteé a ver a papá y estaba parado frente a la ventana con lágrimas en los ojos.

— ¿Cómo fue que no los mataste Marcelo? — Leo se dirigió a mi padre furioso. Era uno de los pocos hombres que se dirigían a él por nombre propio. — ¿Les hubieras arrancado la cabeza a esos cerdos?

— Eso fue precisamente lo que hice, les arranqué la cabeza.


Enseñame a olvidar: Lágrimas De SangréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora