Capítulo 20- Un regalo
William:
!Esa mujer me desquiciaba! Tenía una facilidad de hacerme perder los estribos.
Me sentía furioso al saber lo que el desgraciado de mi hermano le hizo. Era un perro, un animal que se merecía lo que le hicieron.
Tenía una imagen de él completamente errónea. Siempre quise ser como él, era mi ejemplo a seguir y terminó siendo un cerdo.
Sentía ahogarme ¿Como de un segundo a otro las cosas podían cambiar?. De gran admiración a asco y con ella fue igual, de gran odio a inmenso amor.
La amaba como loco y no podía evitar tomarla cada que la tenía cerca a mi. El sentir su suave piel en mis manos y sus labios en los míos, me hacía perder el control.
Cuando la vi desnuda por primera vez y note sus cicatrices, pensé que fueron causadas por algún accidente. Ahora que sé que fueron creadas con la intención de arrebatarle la vida, solo logró que la amara, que la idolatrara aún más.
Esta noche me encargue que se diera cuenta de ello, besando cada una de esas horribles marcas. Sanando con amor, el dolor que el desgraciado de mi hermano le causó.
Estaba tan metido en mis pensamientos, que no me percaté de que varios carros salían de mi casa. Me detuve a ver si reconocía a alguno de ellos y ahí estaba el desgraciado de Leo.
Claro, Natalie me dijo que su padre iría a buscarme. Mi corazón se aceleró al ver que eran muchos los autos que salían y no pude evitar pensar en lo peor. Pise el acelerador y al llegar, me encontré con sangre en el portón.
Automáticamente llevé las manos a mi pistola y preparé. Entré cuidadosamente, pero todo estaba solitario.
¿En dónde estaban mis hombres?
Corrí al interior de la casa y ahí estaban todos. Unos cuantos estaban atados de pies y manos, otros tres cuerpos bien fríos en el suelo. Busqué a Rafael con la mirada, pero no había señal de él por ningún lado.
- ¿En dónde está Rafael? - pregunté mientras le quitaba la mordaza de la boca a José el grande.
- Se fue, solo empezaron los balazos y salió huyendo - dijo - ese muchacho solo va a lograr que te maten Will. Grimaldi vino a hablar contigo, pero ese lengua larga lo hizo disparar su arma. Bueno, en realidad no fue él, sino Leo.
- ¿Ese cabrón fue el que mató a estos tres? - si fue él, se las vería conmigo. Ya le tenía ganas.
- No, Leo le dio un plomazo a Rafa, cuando soltó su basura contra la hija de Grimaldi. A estos, se los echaron sus hombres, por protegerlo...ah... es mejor que subas, creó que también le tocó a la chica que dejaste en el cuarto.
Mi corazón se aceleró, no, no, no Susan. Subí corriendo las escaleras de dos en dos y detrás de mí iba Jose. Al entrar al cuarto, ahí estaba ella, tirada en el suelo con un balazo en el pecho.
- ¿Quién fue? - pregunté arrodillándome a su lado. Me dolía ver que una chica inocente como ella, haya perdido su vida por mi culpa.
- No sé, después que Rafa abrió su bocota, subió corriendo y detrás de él el señor Grimaldi.
¡Maldita sea! Susan era la mejor amiga de Natalie, iba a recibir un dolor muy fuerte cuando se enterara de su muerte.
Era un desgraciado ¿Como se atrevió a venir a mi casa? Él era el culpable de su muerte y pagaría por ello. Levanté a Susan en mis brazos y bajé con ella a la sala.
- Hazte cargo de ellos - ordené a uno de mis hombres, apuntando a los cuerpos sin vida de mi gente - junta a todos los hombres que tengas, le vamos a regresar la visita a ese desgraciado - dije a José.
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Enseñame a olvidar: Lágrimas De Sangré
RomanceSer hija de uno de los capos más poderosos del narcotráfico, llevó a Natalie a ser el blanco de muchos enemigos, ya que era la única debilidad con la que contaba el gran Marcelo Grimaldi. Lloro muchas lágrimas de sangre, convirtiéndose en una mujer...