Capítulo 22 - ¡Eres una perra!

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Capítulo 22 - ¡Eres una perra!

William:

La observé por unos segundos buscando respuesta a mis tantas preguntas. ¿Acaso quería decir...? Sus ojos mostraron un brillo que nunca antes había visto y... sí, esa tenía que ser la respuesta.

¿¡Me amaba!?

No me pude contener y la besé. La besé de una forma urgente, lleno de deseo y esperanza. Esperanza de que sintiera lo mismo que yo, de que me diera la oportunidad de demostrarle que yo no era igual que mi hermano.

No había nada más en ese momento que deseara tanto como sentir sus labios. Después de la forma en que nos amamos esa tarde, no podía seguir sin sentirla cerca.

Nos perdimos en ese ardiente beso, olvidándonos de todo lo que sucedía en ese momento. El peligro en el que estábamos metidos, olvidado. No existía nada, ni nadie más que nosotros dos y ese sentimiento que se apoderó de nuestro corazón sin previo aviso.

Volvimos al presente cuando el auto dio una fuerte sacudida, logrando que nos separáramos. Se detuvo en seco a la orilla de la carretera con un fuerte chillido de llantas. Tomé mi pistola y volteé exaltado por todos lados, buscando ver cual era el peligro que nos acechaba. Buscando ver qué era lo que provocó tal estruendo, pero con lo único que me encontré fue con el rostro furioso de Jose el grande.

- ¿Se puede saber qué diablos está pasando aquí? ¿A qué estás jugando muchacho? ¿No te das cuenta que esta vieja te va a llevar al matadero? Solo te está enamorando, para desviar tu atención de lo que verdaderamente importa. Ella es la única llave que tenemos, para que te apoderes de todo el territorio. Es la única forma de poder acabar con el perro de grimaldi y tú te....- estaba a punto de advertirle que tuviera cuidado como me hablaba, pero fui interrumpido.

Natalie me quito la pistola de las manos y la llevo a la cabeza de Jose. Fue tan rápida su reacción que ni tiempo me dio a mi de detenerla.

- ¡Callate maldito bastardo! trágate tu mierda antes de soltarla y cuando te refieras a mi padre, te quitas el sombrero ¡A él lo respetas o haré que te tragues el plomo de esta pistola!

No pude contenerme y solté la carcajada. La cara de sorpresa de José no tenía precio. Subestimaba la apariencia débil de ella y se topó con una fiera.

- ¿Te das cuenta porque me encanta esta mujer? Porque tiene las pantaletas bien puestas. Con ella la vida nunca sería aburrida, ni monótona, si no todo lo contrario. Además, ese territorio es mío, al igual que lo es esta preciosura - la abrace - Eso dalo por hecho.

- No te sientas tan seguro de eso - llevo la pistola a mi pecho - porque por más que me encantes, no permitiré que te metas con mi padre - terminó acercando su cara a la mía - y si te quieres divertir, en este momento te enseñó a bailar zapateado. ¡Deja a mi padre en paz o eres hombre muerto!

Me acerqué y besé sus labios fugazmente. Le tomé la mano y puse más presión al arma que picaba mi pecho.

- Si lo vas a hacer, hazlo, dispara de una vez - sus ojos mostraban decisión, pero no lo haría, de eso estaba seguro. Me demostró que sería capaz de dar su propia vida por mi en casa de su padre, cuando recibió el impacto de bala por protegerme - no te tengo miedo, pero si voy a morir, quiero que sean tus manos las que me quiten la vida.

- Esta vieja no sería capaz de disparar un arma. Su padre será quien es, pero ella no tiene las agallas. - Nos interrumpió Jose. Yo sabía muy bien que si era capaz, lo había comprobado cuando disparó contra Rafa y Jose se llevaría una gran sorpresa si no cerraba el pico

Mis pensamientos fueron más lentos que sus reflejos, porque jaló sus manos de las mías y le apuntó a José dándole un disparo en la pierna.

Solo se escuchó el grito lleno de dolor que dio.

Enseñame a olvidar: Lágrimas De SangréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora