Capítulo 11 - En mi auxilio
Natalie:
Me recargue en mi carro con cigarro en mano. Mi mente era un torbellino y necesitaba pensar, tranquilizarme un poco.
A los minutos de estar ahí, Leo y Susan salieron del edificio como alma que lleva el diablo. Se acercaron a uno de mis hombres y él los dirigió a donde yo me encontraba.
— ¡Nos espantaste! Fuimos a buscarte al baño y al no encontrarte pensamos que... — hablaba nerviosa Susan.
— ¿Que me habían secuestrado? ¿O que me había ido con algún tipo por ahí? No olviden que si de coger se trata, hasta en el baño lo puedo hacer — la interrumpí en son de burla — necesitaba estar sola y pensar un poco, además, ustedes tenían mucho de qué hablar — continúe.
Los dos se voltearon a ver nerviosos.
— ¿Nos escuchaste? — preguntó Leo.
— ¿Tú qué crees? — respondí en secó. No quería hablar, no quería que trataran de cambiar o suavizar lo dicho.
— Natalie perdóname. Tú sabes que no es... — quiso disculparse Susan. Tiré mi cigarro al suelo, lo pise con mi pie y volteé a verla directamente a los ojos.
— No te disculpes Susan. Nunca pidas perdón, por decir lo que sientes. Nuestros sentimientos son lo que nos define, lo que nos hace ser quien somos y nunca deberían estar reprimidos aquí. — apunte a mi pecho — nuestra libertad de expresión es lo único que realmente nos pertenece y por lo que no tienes que dar cuentas a nadie. Yo no te juzgó, al contrario, te entiendo y te doy la razón.
— Es que la forma que lo dije, no fue la correcta. Yo nunca... — trato de excusarse una vez más.
— Cuando estamos molestos, es cuando las palabras salen de nuestra boca exactamente como las siente el corazón. Me duele, no lo voy a negar. No que hayas dicho la verdad, al contrario, eso lo agradezco. Me duele que nunca hayas sido sincera conmigo, que nunca me hayas dicho lo que pensabas de mi. Me duele que hayas visto como me hundía en el fango y nunca hayas abierto la boca, para tratar de salvarme. Yo siempre te consideré mi mejor amiga y tú no pudiste ser sincera conmigo....
— Tu necesitabas apoyo, no a alguien que te juzgará — me interrumpió.
— Te equivocas, necesitaba tu amistad, tu compañía, tu sinceridad ¡No que te sacrifiques por mí!...— tragué saliva con dificultad. Sentía que las palabras se atoraban en mi garganta. ¿Acaso no podía pensar que tal vez mi actitud era mi forma de pedir a gritos auxilio, sin hablar? Me estaba hundiendo en el fango, en mi propio dolor, en mi propio odio y ella solo era una espectadora más.
Aunque me dolía mucho, ella no tenía la culpa. Al igual que yo cuando sucedió aquello, solo era una niña y no sabía cómo actuar. Creía que lo único que necesitaba era su amistad incondicional y fue exactamente lo que me ofreció, aunque con ello saliera lastimada ella misma. Era una mujer muy orgullosa y no sabía pedir perdón, pero debía hacerlo, ella se lo merecía
— perdón por ser tan mala amiga, por no percatarme de tu amor por Leo. Imagino cuanto debiste haber sufrido y lo siento. En cuanto a William, pierde cuidado, no tienes de qué preocuparte..... Solo quiero que te quede bien claro una cosa y escucha bien, porque solo lo voy a decir una vez. Si él tiene algo que ver con Damian y verdaderamente viene por mi. Seré yo personalmente quien le arranque la cabeza. !Lo ames o no!
Al terminar la palabra me di la vuelta y abrí la puerta de mi coche. Leo, quien se mantuvo en silencio todo este tiempo, me detuvo, tomándome del codo.
— Natalie, necesitamos hablar — suplicó.
De todo lo que escuche, su engaño me dolía más que cualquier engaño que haya sentido antes. Incluyendo el falso amor que según Damian, sentía por mi en el pasado.
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Enseñame a olvidar: Lágrimas De Sangré
Roman d'amourSer hija de uno de los capos más poderosos del narcotráfico, llevó a Natalie a ser el blanco de muchos enemigos, ya que era la única debilidad con la que contaba el gran Marcelo Grimaldi. Lloro muchas lágrimas de sangre, convirtiéndose en una mujer...