Capítulo 21- rehen
Natalie:
Al darme cuenta que mi padre le apuntaba, mi mundo cayó de cabeza.
!Lo mataría!
No me importaba que Will quisiera acabar conmigo, lo que yo no podía hacer, es permitir que el dejara de existir. Se había convertido en alguien muy importante en mi vida y no dejaría que lo lastimaran, así que actúe por instinto.
Poniéndome de pie me paré frente a él, sirviendo de escudo. Justo en ese momento sentí un golpe rozando mi hombro y los brazos de Will enrollaron mi cintura, evitando que cayera al suelo.
Todo fue tan rápido que no me dio tiempo de reaccionar, de darme cuenta de lo que sucedía. Por un lado vi como Leo se puso de pie y le hizo señas a el Cholo, quien por su parte asintió con la cabeza y ordeno a sus hombres a actuar.
Ellos que venían con Will, se voltearon, encañonando a su gente. Lo estaban traicionando, lo estaban dejando a merced de mi padre.
Ahora Will estaba siendo la mira de la pistola de papá, quien tenía su rostro lleno de furia.
William al verse acorralado y siendo yo la única forma de escape con la que contaba. Me tomó y me colocó frente a él, usandome de escudo. Llevó el frío hierro de su pistola a mi cabeza y presionó en mi sien. De un segundo a otro me había convertido en su rehén.
- ¡Dejen ir a mis hombres o disparo! - gritó furioso. Él sabía perfectamente que mi padre no permitiría que me lastimaran y era la única salida que encontró.
- ¿Hija estás bien? - preguntó mi padre angustiado. En ese preciso momento Leo caminó hacía nosotros, apuntando con su arma a la cabeza de mi captor.
- ¡Sueltala cabrón! - ordenó mi gran amigo con ojos asesinos.
- ¡No Leo! !Me va a matar! - supliqué aterrorizada.
- Tú sabes que yo no fallo Natalie -Aunque sé que tenía una gran puntería, no me arriesgaría. No por miedo a morir, no, si no por miedo de imaginar lo que le harían a William después.
- ¡Detente o disparo! - volvió a amenazar William, poniendo más presión en mi cabeza.
Para ese momento mis lágrimas corrían sin control y mi cuerpo temblaba como marioneta. Los ojos de mi padre me veían preocupado, al ver mi camisa teñirse de rojo y no le quedó de otra que rendirse.
- ¡Maldita sea Leo baja el arma en este momento! - exigió éste nervioso, al oír la decisión en su voz. Volteo a ver a sus hombres, a la vez que él mismo tiraba su pistola - lo mismo va para todos ustedes.
Sus hombres temían a mi padre más que a la muerte misma, así que obedecieron de inmediato.
Leo, como todo suicida que era, no obedeció y continuó apuntando. Sus ojos mostraban el reflejo del odio que sentía. El me amaba, era su mejor amiga y se arriesgaría a todo con tal de salvarme.
- !¡Que sueltes la maldita pistola Leo, si no quieres que sea yo el que te vuele los sesos a ti! - ordenó furioso papá. Después de observarnos unos segundos, obedeció. Soltó el arma derrotado.
Will aprovechó y dio la orden a sus hombres de marcharse. Le advirtió a mi padre que si quería volver a verme con vida, no lo siguieran.
Retrocedió lentamente sin despegar su vista de la de ellos, hasta verse libre de peligro. En ese preciso momento me di cuenta que Will era hombre muerto, porque el atreverse a ir contra mi padre firmaba con sangre su sentencia de muerte.
Me subió al auto y se sentó conmigo en el asiento trasero.
- ¿Me puedes decir qué diablos fue lo que pasó? - preguntó Will con voz agitada.
- El pendejo del cholo nos traiciono, pero va a pagar con su vida el cabrón - soltó José el grande a la vez que arrancaba el motor.
Mi corazón golpeaba fuertemente las costillas queriéndose salir del pecho. La adrenalina que sentía correr por mis venas, amenazaban con hacerme perder el control de un momento a otro. Normalmente me gustaba sentir esta sensación, pero esta vez era diferente. Estaba en medio de dos carteles importantes, en donde cada cual tenía a alguien que amaba.
Sabía muy bien que la guerra acababa de empezar, que no terminaría hasta que uno de los dos estuviera seis pies bajo tierra.
William había venido a California con el único fin de acabar conmigo y con mi padre. El que se haya atrevido a entrar, no solo a su territorio, si no a su casa. El que se atreviera a tomarme como rehén, era como ponerle el nombre y fecha a su lápida. Al menos que fuera él, más cabrón que papá, lo que sinceramente estaba empezando a creer.
Por otro lado, mi padre no permitiría que me hicieran daño, antes prefería dar su vida por mi. Era un hombre frío y sin compasión, cuando se trataba de defender a los suyos y el imaginar lo que le haría a Will me aterrorizaba.
Estaba en una encrucijada, amaba a mi padre con todo mi ser y Will, sin darme cuenta a qué hora, se había metido muy dentro de mi piel.
Volteaba a ver sobre su hombro vez tras vez, asegurándose que nadie nos seguía. Yo, por mi parte, el ver que aún me tenía bajo la mira de su pistola me enfurecía. Yo no era de quien debía protegerse, yo no significaba peligro alguno para él.
- ¡Baja de una maldita vez esa arma de mi cabeza!. ¿Acaso me consideras un peligro para ti? - solté furiosa.
- Sí, demasiado diría yo, tú vas a ser la única causante de mi muerte - dijo a la vez que bajaba el arma
Cómo se atrevía a decir eso, cuando fue él solito, el que se metió a mi casa. Cuando fue él, el que se quiso poner contra Goliat a las patadas. No me pude controlar y le di un par de bofetadas.
- ¡Eres un imbécil! ¿Cómo te atreves a decir eso? Cuando fuiste tú el que se atrevió a venir y abrir las malditas puertas del mismísimo infierno. Cuando fuiste tú, el que se atrevió a secuestrarme frente a mi padre. Solo le pusiste fecha a tu muerte - le volví a dar otra bofetada.
- ¡No me provoques! - dijo tomándome de las manos con gran fuerza. Después de verme unos segundos me soltó. Tomé su mano, en la que aún sostenía su arma y la lleve a mi garganta.
- Si lo que buscas es acabar conmigo, déjate de pendejadas y jala el gatillo. Acaba de una maldita vez con esto que me consume día a día - me observaba con ojos llenos de dolor - tú me juraste que no me lastimarías - dije con voz ahogada.
- Y no lo haré, pero eso es algo que él no sabe... No permitiré que nadie te haga daño, te protegeré incluso de él - jaló su mano y soltó la pistola, colocándola en el asiento - siempre cuidare de ti, lo juro - me llevó a sus brazos una vez más y me apretó fuertemente a su cuerpo.
- ¿No tienes idea de a quien te has echado de enemigo?....¿No te das cuenta que sea cual sea el resultado de tu estupidez saldré lastimada? Si matas a mi padre, acabas conmigo también y sí mi padre te mata a ti, lo hace él.
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Enseñame a olvidar: Lágrimas De Sangré
RomanceSer hija de uno de los capos más poderosos del narcotráfico, llevó a Natalie a ser el blanco de muchos enemigos, ya que era la única debilidad con la que contaba el gran Marcelo Grimaldi. Lloro muchas lágrimas de sangre, convirtiéndose en una mujer...