Capítulo 3

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Capítulo 3: Brad Kilmister


Escuché la bocina sonar tres veces, así que, mientras terminaba de comer el pan tostado, tomé las llaves y mi mochila y salí de mi querido hogar. Cerré con llave y me aseguré de que la puerta no pudiera abrirse. Uno nunca sabe cuándo alguien puede meterse a su casa a robar. Una vez que verifiqué que todo estuviera cerrado, me metí en el auto de Bella, el cual se encontraba estacionado frente a la casa. Me coloqué el cinturón de seguridad, y eso fue una señal para que mi amiga empezara a conducir.

—¿Qué tal estuvo tu día ayer? —me preguntó mi mejor amiga y se giró a verme al detenernos porque el semáforo estaba en rojo.

—Pues... bien. Tyler fue a la casa —respondí.

—¿En serio? ¿A qué?

—Es una larga historia...

—Pues empieza a contar, que el camino a la escuela es muy corto.


«—Puedo acompañarte si quieres —imité la voz de Tyler—. Idiota.

Maldije cuando la bolsa con la comida se rompió y todo cayó al porche de mi casa. Bufé y me agaché para recoger las cosas, pero tendría que dar dos vueltas porque no podría cargar con todo. Eran demasiadas cosas. Bien podría llamar a mis padres o a Tyler para que me ayudaran, pero ya me encontraba lo suficientemente enojada con los tres. Sí, soy una mujer algo orgullosa, ¿y qué?

La puerta de mi casa se abrió y alguien se agachó frente a mí, ayudándome a juntar los alimentos. Terminando, me puse de pie rápidamente, encontrándome con la mirada de Tyler. Su expresión se mantenía muy neutra: no se reía por mi estupidez, pero tampoco se mostraba enojado por haberme tardado tanto. Sí, por ser orgullosa decidí tardarme 50 minutos en el supermercado para comprar las cosas, cuando éste quedaba muy cerca de mi casa, a ser verdad, y un viaje normal no hubiera tardado más de 20 minutos. De hecho, me entretuve mirando atentamente a un chico —atractivo, debo aclarar— hacer algunos trucos de magia para recolectar dinero. Eso fue cerca del supermercado, así que no tuve por qué desviarme. Cuando vi que ya era una hora decente para regresar y estaba dispuesta a irme, el chico se acercó rápidamente a mí e hizo un truco de magia sorprendente. Me hizo enrollar una hoja de periódico y entregársela. Cuando él la aplastó y abrió sus manos, obtuvo como resultado...

—¿Y esa rosa? —El chico frunció el ceño.

—¿Te importa?

Sí, obtuvo una rosa. Sin esperar respuesta de parte de Tyler, rodeé su cuerpo y entré a la cocina, dejando en la encimera todo lo que mi madre me había pedido. Estuve a punto de irme a mi habitación, pero la mujer me obligó a ayudarla a hacer la cena. No tuve de otra más que aceptar, y rodeé los ojos cuando mi mamá me dio la espalda en señal de exasperación.

—Te vi, jovencita —me regañó—. ¿Por qué tardaste tanto?

—Me quedé mirando unos trucos de magia por parte de un chico.

Tomé un florero de la alacena, lo llené de agua y ahí coloqué la flor. Después, la dejé en la encimera. Más tarde me la llevaría a mi habitación.

Lavé mis manos y empecé a ayudar a mi mamá a preparar la comida. Mientras, escuchaba conversar animadamente a mi padre y a Tyler sobre un partido de americano que estaban transmitiendo en la televisión. ¿En verdad yo era la única que actuaba conforme a la situación? ¿Es que ellos no podían tratarlo de la misma forma en la que él nos trató todos estos años?

El Mejor ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora