Capítulo 8

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Capítulo 8: Algo rápido


Llegué a las cuatro de la mañana a casa de Tyler. Jensen me dejó unas cuadras más atrás por si él estaba despierto y veía que me bajaba de la motocicleta de Jensen, aún cuando había dicho que iría a otro lugar. Le prometí a mi amigo que le enviaría un mensaje una vez que estuviera dentro de la casa de Tyler y que me cuidaría si teníamos sexo. Gracias a esto último, recibió un codazo de mi frente. Sería muy tonto de mi parte estarme besando con él y luego ir a casa de alguien más a follar. Sé cuándo controlarme.

Vaya fue mi sorpresa al caminar cuando descubrí que Dylan estacionó su auto fuera de la casa de su mejor amigo, si se suponía que él lo dejaría aquí más temprano. Noté cómo el castaño bajaba de la parte del piloto y se dirigía a los asientos traseros, haciendo lo posible para sacar a Tyler, quien seguía borracho y gritaba cosas estúpidas. ¿En serio aún no se le puede bajar lo ebrio?

—Ay, amigo, cómo pesas —se quejó Dylan.

—Pensé que lo traerías más temprano —hablé, sorprendiéndolo.

—Vaya, Elle. No pensé que llegarías apenas a esta hora...

—Larga historia —le resté importancia—. Vamos.

—¡Oh, una princesa! —Tyler me señaló.

No pude evitar carcajearme por su rara forma de llamarme. Caminé en la delantera, con Dylan siguiéndome porque Tyler no dejaba de moverse y quejarse de que quería dormir en el césped del jardín de la casa. Se encontraba tan necio que solté un jadeo cuando Dylan le dio un fuerte golpe en la cara, haciendo que se desmayara.

—¡¿Estás loco?!

—Él me lo hizo una vez, así que me la debía.

Aún estupefacta por su reacción, metí la llave con un poco de dificultad en la cerradura de la puerta. Yo tampoco me encontraba muy bien que digamos, pero no quería que Dylan lo notara. Le dije que iba a ir con mi mejor amiga, pero espero que mi aliento a alcohol no me delate. Por eso, la goma de mascar en mi boca era como la quinta que masticaba, todo para evitar el olor a cerveza.

—¿Podrías subirlo a su cama? —dudé en lo que cerraba la puerta.

—Será un gran reto, pero trataré.

Dylan puso a su mejor amigo en su hombro, como si se tratara de un saco de papas, y empezó a subir las escaleras— con dificultad— hasta que llegó a la habitación de Tyler, quien seguía balbuceando cosas extrañas. Lo dejó en la cama y éste cayó profundamente dormido.

—Gracias, en serio —agradecí, saliendo de la habitación del chico y acompañando a Dylan hasta la puerta—. ¿Cómo regresarás a la fiesta por tu auto?

—Un amigo vendrá por mí. —Se encogió de hombros—. Ahora, ¿me puedes decir a dónde fuiste?

—¿De qué hablas? —pregunté, haciéndome la confundida.

—Elle, no soy estúpido. —Sonrió coquetamente—. Tu cabello alborotado, el labial corrido de tu boca y el aliento a alcohol te delata. Puedes decirme, anda. Tyler no recordará esto y yo no le diré nada.

Joder, creo que ni siquiera el chicle que se encontraba en mi boca funcionó, así que lo escupí en un bote de basura que encontré. Mientras, Dylan me miraba con las cejas alzadas, esperando una respuesta de mi parte. Bien puedo decirle que tenía otro compromiso, pero insistirá en saber. Digo, ¿qué ganaba con mentirle? Se nota que no es de esa clase de chicos que divulga los secretos que le piden guardar, así que hablé con la mayor naturalidad posible:

El Mejor ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora