Capítulo 4

626 34 5
                                    

Capítulo 4: El ex novio de Elle


Maldita sea, ¿acaso no le importaba el hecho de que alguien nos podía ver? De por sí ya lo miraban mucho por su extravagante auto muy bien cuidado y, sin duda, caro, como para que ahora lo señalen más por el hecho de que le estaba ofreciendo a una de sus alumnas el subirse a su auto. Para mi fortuna, la gente que lo miraba era externa a los que estaban en mi escuela, así que ese era un peso menos. Lo ignoré y me coloqué de nuevo los audífonos, empezando a caminar como si no me hubiera llamado a mí. Por desgracia, él manejaba el auto en mi dirección y a la misma velocidad que yo, esperando por una respuesta de mi parte.

—Puedo ir caminando, no te preocupes —avisé.

Aceleré el paso, evitando girar mi cabeza hacia Tyler. Escuché que una puerta se cerraba y, después, una alarma de un auto. Maldije mentalmente cuando sentí al chico posicionarse a mi lado y caminar a la misma velocidad que yo.

—Entonces caminaré contigo.

—Qué raro se verá que un profesor esté caminando al lado de su alumna —ironicé. Tyler rodó los ojos

—No lo veas de esa forma. Estamos fuera de la escuela, así que podemos ser unos simples amigos caminando juntos, ¿no?

—Tú tienes auto, aprovéchalo. No entiendo por qué te preocupas por mí.

Dios mío, ayúdame. Quiero librarme de él y parece ser que nada de lo que digo está haciendo efecto.

De reojo, logré mirar el atuendo que Tyler usaba. Mi cara llegaba a su pecho, un poco más arriba, pero era suficiente para mí. Vestía unos zapatos negros muy bien limpios y pulidos, un pantalón de vestir del mismo color y una camisa blanca con los primeros botones desabrochados, dejando a la vista una parte de su pecho. Los profesores de la preparatoria debían vestir de manera formal todos los días excepto los viernes, que podían utilizar lo que quieran siempre y cuando respetaran el protocolo. Supongo que, porque Tyler es nuevo y es aún muy joven, le dan permiso de no vestirse tan formalmente. Pero ahora veo por qué las chicas babean cada vez que lo ven: él siempre ha sido un chico muy atractivo en cuanto a físico, y más con el cuerpo que, supongo, adquirió yendo al gimnasio. La camisa blanca se moldeaba perfectamente en sus brazos fuertes y en su abdomen y pecho bien trabajado. Nunca antes habíamos tenido un profesor como él, y no me extraña que todas las alumnas —hasta alumnos— busquen por su atención. Sin embargo, parece ser esa clase de personas que se toman las cosas, como su profesión, muy en serio, así que eso de tener una relación con una de sus alumnas es lo último en lo que piensa.

—¿Cómo no me voy a preocupar? ¿Acaso siempre te has ido caminando sola desde la escuela hasta tu casa? —Su voz me sacó de mis pensamientos, y agradecí el hecho de que no me haya descubierto mirándolo más de la cuenta.

—Sí.

—Vamos, yo te llevo. Me queda de pasada, no me molesta y es para disculparme de lo que pasó hoy en el descanso —habló, arrepentido.

Vaya, no han pasado más de tres días desde que supe de su regreso y nuestras conversaciones se basan solamente en él disculpándose de todas las cosas que me ha hecho.

—Dejemos eso de lado, ¿sí? Y vuelvo a decir que no, yo puedo y quiero caminar.

Caminé más rápido para evitar otra intervención de su parte, pero me detuvo agarrándome del brazo. Bufando, elevé la mirada, topándome con sus ojos que ya se encontraban observándome con cautela. Miré hacia su mano en mi brazo, dándole una indirecta de que me soltara. Sin embargo, o no entendió la indirecta o la ignoró, pero seguía tomándome del brazo, aún suplicante.

El Mejor ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora