XI: Despertar

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...

En el mismo transcurso del tiempo, donde Alibaba llamaba la atención de su gente, de sus hermanos y del exacto imperio Kou, Alexia se dirigía hacia su objetivo. Sin vacilar.

Hasta que paró en seco en un impulso. Al ver, como algo inusual, una gran oleada de rukh blanco que volaba hasta un punto fijo. 

Sorprendida porque se pudiera ver a ojo humano, lo siguió con la mirada. 

— ¡Alexia-san!—Exclamó Morgiana, también asombrada— ¿¡Lo estás viendo!? 

— Sí...Hay una gran cantidad de rukh que se está acumulando. 

Dejó de prestar atención a lo que sucedía cuando su mente ya pensó en lo que podría estar pasando. Por lo que dejó de interesarle. 

Y siguió con lo que tenía ante en mente.

Volvió a girarse para mirar a aquel hombre, retornando su caminada. Le hizo una señal a la fanalis para que no le siguiera y, con sumo cuidado, fue subiendo entre los tejados. 

— Todo es como lo escribió la historia— Pronunció el hombre de cabello largo, examinando todo el recinto—. El destino es un péndulo que oscila fácilmente a la perversidad...¡Cambia el fluido del destino!

— Sí... Y tú eres uno de los que tienen que ser borrados de cada uno de ellos. 

Ithnan vio a Alexia posarse en la columna en la que él estaba subido, justo frente a sus ojos. Éstos se abrieron, llenos de incredulidad y alarma. 

La ojidorada sonrió con sadismo, ladeando su cabeza mientras lo observaba con aquella mala mueca y esos ojos ladinos. 

— ¿Me echabas de menos?

— Alexia...— Murmuró, desconfiado y exaltado— ¿Cómo has...?

— No podría olvidar tu repulsiva presencia— Dijo, llevándose sus dos manos detrás de la espalda— ... Ni las ganas que tengo de matarte. 

El de cabello verde oscuro frunció el ceño, apretando su bastón por la amenaza que acababa de escuchar de ella. 

— Ya es tarde, ya he provocado que el destino cambiase y el péndulo diese vueltas alrededor te cada persona— Expresó, plantándole cara— . Kassim hará algo más que permanecer quieto, y la depravación ha... 

Pero no pudo decir una palabra más; Ella lo había agarrado del cuello y lo había alzado, apretando con gran fuerza. 

Si seguía así, estaría por reventarle la garganta. 

Ithnan sonrió con arrogancia y gracia, sin percatarse de que un poco de sangre empezaba a caer por su barbilla.

— La serpiente dorada...—Pronunció con desdén. La azabache sólo extendió su sonrisa e hizo más presión— No has cambiado nada...Sabía que aparecerías tarde o temprano, pero sé que no me matarás.

Su mirada se volvió más oscura y cruel, clavando incluso las uñas en su cuello. 

Error.

Él, al ver el cambio de expresión de ella, comenzó a hablar para apaciguarla y despistarla de lo que estaría a punto de hacer. 

— He creado una gran nube de rukh negro, Balbadd estará dentro de poco sucumbido a cenizas. 

— Esto se puede arreglar, pero tú no. 

Y acto seguido, insertó su daga en su pecho. El hombre tosió sangre y se retorció de dolor, pero eso sólo hizo que Alexia profundizara su espada en él, más fuerte. 

La misteriosa conquistadora de laberintos | Magi (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora