XLIII:

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Pov Alexia

— ¿Este lugar se ha convertido en nuestro pequeño secreto o algo parecido?

Hakuryuu agarró su vara y me observó con reserva, preparado para pelear. Ahora, nos encontrábamos donde siempre.

— Aquí sólo venimos tú y yo, por lo que puede ser...— Respondió. Le sonreí con malicia, y di unos pasos para acercarme a él. 

— Cuidado, prínicpe...— Murmuré. Me di media vuelta y me aproximé a las armas, agarrando una lanza ante su mirada—. Voy a acabar por creer que quieres algo más que ayuda.

Con una sonrisa ladeada, el azabache me observó hasta que me puse en posición.

Una vez frente a él, le hice una seña con el dedo para que comenzara él.

— Ven a mí cuando quieras~.

Como era usual, el entrenamiento estuvo por comenzar.

Lograba, como siempre, esquivar todos sus ataques sin ninguna dificultar. Sin embargo, me había dado cuenta de que Haku había mejorado bastante desde las últimas veces.

Esbocé una mueca ladina.

Me dan realmente ganas de ir en serio.

Agarré su brazo en un movimiento que hizo para pegarme un puñetazo. Por lo que aproveché para aproximarlo más a mi rostro.

— Por mucho que mejores...No vas a poder hacerme ni un rasguño— Murmuré, cínica.

Él sonrió de la misma manera.

— Pero puedo intentarlo.

Lo separé, y seguimos con ello sin rendirse.

Al instante quiso volver hacia mí, elevando su espada de madera para lograr tocarme con ella.

— ¿Por qué has tardado tanto en llegar?— Preguntó, con falta de aliento.

— Porque me he encontrado con la amable bruja que es tu madre— Respondí, divertida.

Frunciendo el ceño, me agarró para tirarme al suelo.

Pero no pudo.

— ¿Te ha hecho algo?

— ¿Algo?— Rumié, con una risa tosca— Ahora mismo estará haciendo un plan para matarme por lo que le dije.

Él alzó una ceja.

— ¿Qué le dijiste?— Preguntó.

Me encogí de hombros y le sonreí, despreocupada.

— Que puede que me enamore de uno de vosotros...— Murmuré. Sus ojos se abrieron un poco del asombro—Y que seré la próxima emperatriz.

— ¿En serio?

— Claro, pero no lo decía en serio. Era para provocarla~.

Escuché el final de su arma descansando en el suelo, a lo que, por consiguiente, lo miré ladeando la cabeza.

Me examinó con reserva.

— No logro verte sentana en un sitio durante tanto tiempo— Dijo. Por sus palabras, lo miré en señal de curiosidad, e hizo una mueca—. La vida de emperatriz no sería para ti...

— Bueno...Es cierto— Sonreí. Maligna, me crucé de hombros y elevé la vista—. No podría estar mucho tiempo en el trono, soy una chica que necesita aventuras y sucesos divertidos...No podría ser yo misma si gobernase.

La misteriosa conquistadora de laberintos | Magi (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora