Hace ya casi tres meses que llegué a este piso, en el que mi vida ha cambiado de una forma que nunca imaginaría.
Yo nunca fui tímida ni nada de eso y, como ya dije, los líos amorosos no es algo a lo que no estuviese acostumbrada. Pero esta vez ha sido diferente y mucho más intenso.
El salir de mi zona de confort, de mi casa, estar lejos de mi familia, mi grupo de amigos habitual... Nunca me hubiese imaginado separarme de todo eso.
Sonará extraño pero era como comenzar una nueva vida, fuera de lo que acostumbraba a sentir.
Sinceramente era una niña acostumbrada a la atención de la gente de mi pequeño gran barrio. Yo y mi hermano eramos unos niños muy queridos, familiares y amigables. Conocíamos todo aquello que pasaba, porqué pasaba, cuando tenía que pasar, quién estaba involucrado... Conocíamos todo a nuestro alrededor.
Y por la universidad tuve que salir de todo aquello y fue... Extraño.
Fue extraño llegar y ver a un chico de ojos verdes, penetrantes y cautivadores, al cual no conoces de nada a punto de quitarte el alma de ángel.
Y más extraño que el chico que también, por sorpresa, será tu compañero de piso se comporte como un idiota, juzgando antes de conocerme y, unas horas más tarde, quitarte el aliento lleno de alcohol, provocando un fuego en ti que nunca antes habías sentido, metiéndose en tu estómago.
Sin duda todo ha sido muy extraño, porque me casi enamoré del chico perfecto, que nada tenía que ver, y podría haberme quedado prendada de él y no ver todo lo que a mi alrededor ocurría.
Una venda que yo no me ponía, pero que ahí estava. Sin quererlo, durante un tiempo fui ciega de todo lo que pasaba en mi entorno.
Pero ahora ya he abierto los ojos y sé lo que quiero, sé a quién quiero, porque le quiero.
— Le quiero —digo sonriendo mientras las manos de April se ponen sobre las mías.
Mandy, Tammy y April propusieron quedar en la cafetería para hablar del tema y saber mi tan esperada decisión.
Por fin lo tengo claro y las chicas lo saben. Me estoy haciendo a la idea de que él será mi chico, o algo parecido.
Y que tendré que hacer daño a alguien, lo cual es horrible.
— Tranquila, Grace, no es tu culpa —habla Mandy y a continuación toma su batido rosa.
— Todo saldrá bien, creo que estás en lo acertado —comenta Tammy.
Los ojos de April y Tammy, que están sentadas enfrente de Mandy y de mí, se abren como platos y nos alarma. Ambas dejamos nuestras bebidas y giramos mirando qué es lo que tanto ha impactado a las chicas.
Gabe entra en la cafetería y mi corazón da un vuelco, veo como se acerca a la barra.
A pesar de nuestra tan ruidosa y exagerada reacción cuando ha entrado, Gabe ni se alerta de que estamos aquí.
Sara sale del mostrador con una sonrisa y comienza a hablar con él moviendo una y otra vez las manos al aire.
— Parecen buenas noticias —susurra April.
Todas continuamos calladas y sin quitar nuestras expresiones, que no pasan desapercibidas.
El aire comienza a escasear cuando Gabe coge la mano de Sara. Parece que toda la gente de la cafetería ha desaparecido.
Sara salta a los brazos de Gabe y este la sugeta con fuerza.
— ¿Qué se habrán dicho? —masculla Tammy aún algo distraída por la escena.
— En un rato lo sabréis —digo levantándome del asiento decidida.
La verdad es que los nervios y las dudas guian mis pasos, sin saber muy bien lo que hago toco el hombro de Gabe para que me preste atención y sin esperar un segundo a que sus ojos y los míos conecten salgo atacada de la cafetería.
Intento aclarar mi mente, respiro un par de veces hasta que siento que Gabe está en mi espalda.
— Mis tíos me han concedido seguir pagandome la universidad —se excusa sin que yo diga nada—. Gracias, Grace.
Todo aquello que rondaba en mi mente desaparece en un solo segundo, era una tontería sentirme enfadada por verle con Sara, al fin y al cabo han estado por años.
Pero estos días no son los mejores para mis sentimientos, mis nervios están a flor de piel por tener que decirle a alguien algo que no quiere oír.
— Yo no hice nada —le abrazo—. Me alegro mucho de que vayas a seguir estudiando.
Las manos de Gabe se posan en mis muñecas y sus ojos miel se fijan en los míos.
Una pequeña sonrisa se forma en mis labios al ver la felicidad en sus ojos.
Una de sus manos pasa ahora a estar sujetando mi mejilla y sus ojos se cierran dejando que su cuerpo caiga lentamente hacía mí.
Reacciono rápido y sin darme cuenta he dado un paso atrás.
Mi corazón se parte al ver sus ojos, ahora oscurecidos, volver a mirarme. Su boca se cierra y traga mientras respira algo decepcionado.
Intento que de mí salga alguna palabra pero no consigo nada más que entreabrir mis labios.
Él también da un paso atrás y se sienta en el césped.
Sin poder moverme quedo de pie detrás suyo. Pueden llegar a pasar minutos hasta que por fin mis piernas responden y puedo sentarme junto a él.
— Lo siento —murmuro.
— No tienes que sentirlo, Grace —suspira de mala gana—. Sabía que él era especial desde el primer día.
Pasan minutos sentados en el césped, mirando hacía la cafetería en la que aún están las chicas, que cambian de mesa para poner observar mejor la situación.
Cotillas.
Siento el dolor de Gabe desde aquí y se refleja en el mío, discuten en nuestro silencio y se comprenden, aunque el suyo calla mucho más fuerte.
Las chicas salen de la cafetería, ya que se está haciendo algo tarde y ambos nos levantamos como si supiesemos que es lo que tenemos que hacer. Pero no es así, en frente de su apagado rostro me siento impotente.
Después de los segundos de parada y silenciosa despedida, Gabe la cambia por un abrazo inesperado.
Cierro los ojos apretándolos como a su espalda con mis manos, y como él a mi en su pecho.
— Te quiero —masculla.
Desaparece al soltarme de entre sus brazos rápidamente, casi en un parpadeo Gabe ya está lejos de mi vista.
| no sabéis lo que me duele
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Grace y su vida universitaria
RomanceGrace nunca pensó que le sería tan difícil tomar la decisión de estudiar su pasión y es que, después de dos años, ha conseguido entrar en la universidad ¿El problema? Está a 562 kilómetros de casa. Ahora la vida de Grace cambiará al mudarse a un apa...