Capítulo 16.

1.4K 215 4
                                    

Christian apretó el receptor.

—¿Visión?

—Hum… He hablado con Marie Kemmerer. ¿La conoce?

—Sí.

Marie era la agente de Christian y no sólo era una de las mejores en el negocio, sino que era una mujer con influencias y contactos por todas partes.

—Marie me mencionó su nombre. Me gustaría ver sus mejores trabajos. Es un asunto de visión, ¿me entiende? Usted tiene visión y yo también. Y busco al fotógrafo que pueda interpretar mejor la mía. Marie me enseñó algo de su trabajo y creo que
quizá sea el adecuado. Pero necesitaría ver más cosas. Unas treinta fotos o así. Entonces lo sabré seguro. ¿Me las preparará?

—Por supuesto.

Así que eso era lo que estaba haciendo en el estudio, escogiendo y valorando para buscar el portafolio que mejor lo representara a él y su visión del mundo. Y para conseguir el mayor y mejor trabajo de toda su carrera.
Y simplemente había pensado que Anastasia debería formar parte del proceso. Lo cierto era que le tenía impresionado. A un nivel puramente profesional, claro. Hacía buenas preguntas y tenía instinto fotográfico.

Y su habilidad para anticiparse a sus necesidades era casi mágica. Ella entendía un poco su visión debido a que había estado estudiando su trabajo. Sería bueno tenerla allí.
Y si llegaba un poco tarde a su sesión de cocina con Rhys, tampoco le parecía mal.

Así que la llamó, aunque se arrepintió casi al colgar.

En cuanto entró en el estudio mirándolo con furia, estalló entre ellos un fuego de sensualidad primaria.

—¿Qué? —preguntó Christian ofendido y a la defensiva al mismo tiempo—. ¿Estás enfadada por haber tenido que venir a trabajar hoy?

—Por supuesto que no. Es simplemente que me lo podrías haber pedido.

Era cierto, aunque él casi nunca pedía nada. Además, si se lo hubiera pedido ella se habría negado y así la tenía en el estudio.

—¿Te interrumpí algo? —la retó—. ¿Una sesión amorosa con el hombre lobo?

Ella abrió mucho los ojos antes de cerrarlos.

—Voy a prepararle una cena a Rhys. Eso es todo. Y estoy comprometida. Con José.

Los dos se quedaron mirándose con furia un buen rato hasta que por fin Christian inspiró con fuerza.

—Vamos, tenemos trabajo que hacer.

Antes de que ella llegara, Christian ya había sacado carpetas y cajas de antiguas fotos y hojas de contacto. Las extendió sobre la mesa y mientras tanto le explicó a Anastasia la
llamada de Palinkov, su trabajo de diseñador y lo que quería de él.

—Se supone que tengo que hacerle entender mi visión. Lo que veo. Lo que capturo. Lo que hago mejor.

A Anastasia se le agitaron los rizos al asentir.

Christian empezó a sacar las fotos más fuertes. Las que le habían hecho ganarse el éxito y que hacían que la gente se parara a mirarlas. Las que le habían dado la fama. Anastasia  las miraba, se detenía ante una y estudiaba otra. Puso algunas en una pila y otras en otra.

Christian sacó más.

—Necesitamos hacer montones diferentes para sentimientos diferentes —dijo Anastasia moviéndose tras él.

Christian  captó un trazo de aquel aroma floral y se apartó con desgana.

—Dame.

Anastasia deslizó una mano por debajo de la de él para agarrar las que tenía y empezar a clasificarlas.

Christian  la observaba.

Tenía la cabeza agachada para mirar las fotos sin prestarle a él ninguna
atención. Hizo varios montones y sacó algunas.

—Mira éstas.

No eran tan impactantes como las que él había escogido. Eran más tranquilas y sutiles. Más dulces.

Christian sacudió la cabeza.

—Éstas no te atrapan. Y el material de Palinkov te atrapa.

—Pero él quiere tu visión.

—Pero no toda. Ésas no son tan buenas como éstas.

Anastasia estudió las fotos de nuevo y asintió.

—Tienes razón, pero tú tienes algunas que son tan buenas como ésas.

—¿Cuáles? ¿Qué quieres decir?

—En tu libro sobre Catherine Neale.
—No.

—Son tan buenas como las que has escogido tú.

—¡Maldita sea, he dicho que no!

Ella alzó la mirada sorprendida de su brusquedad.

—Esas fotos eran muy buenas, Chris —dijo muy tranquila—. Muestras una faceta tuya completamente diferente. Una más íntima. Es otra forma tuya de mirar.

—Era otra forma mía de mirar.

Ella ladeó la cabeza.

—¿Qué? ¿Ya no lo es?

—No —dijo él con firmeza.

Pero Anastasia no lo aceptó.

—Yo creo que son muy buenas. Muestran mucho, parecen entender mucho de…

—¡Maldita sea! ¡Déjalo! Mira esto —le pasó una pila de fotos recientes—.Esto es lo que Palinkov quiere ver. Éstas son fotos de moda y ésta es la imagen. Estúdialas y escoge algunas. Luego las compararemos con las mías.

Anastasia lo obedeció y se fue al otro extremo del estudio.

—Las miraré aquí —dijo dándole la espalda.

—Muy bien —masculló Christian.

Era mejor que no trabajaran juntos. Evidentemente no era tan perceptiva como él creía si no era capaz de ver lo que había mejorado él desde el libro de Catherine.

Los dos clasificaron en silencio y después escogieron de nuevo y deliberaron. En un momento, Christian pasó por las que había sacado el día que había llegado Anastasia . No las había vuelto a ver desde aquel día.se había sentido muy tentado, pero lo había evitado.

Pero era un asunto de trabajo. Apoyó las palmas en la mesa mientras las
contemplaba. Eran… diferentes.
Ella era diferente. Todas las otras chicas parecían expertas, sin mácula, intocables.

Anastasia estaba… adorable.
Parecía viva.

Christian casi podía ver sus senos agitarse y tragó saliva. El cuerpo se le endureció y bajó la cabeza para inspirar con intensidad.

—¡Oh, no! —dijo una voz tras él—. ¡No vas a meter ninguna de esas!

Christian se dio la vuelta con una sonrisa para ver un intenso sonrojo en la cara de Anastasia .

Lo estaba mirando furiosa.

—¡Aparta ésas! ¡O mejor, tíralas a la basura!

Anastasia  intentó rodearlo para llegar hasta las fotografías, pero él se plantó frente a ellas para impedírselo. Ella se movió. Lo mismo hizo él quedándose entre ella y las
fotos con una sonrisa.

—¡Christian! ¡Dame esas…!

El sacudió la cabeza.

—¡No!

Grey El FotógrafoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora