Capítulo 8: "Las mentiras son un arte. Las verdades son ficción"

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  Las horas habían pasado, Sasuke decidió levantarse después de pasar una noche llena de pesadillas. Miró el reloj, eran las tres y media de la mañana; de inmediato lo que le brincó fue que tanto la cama como el sillón, estaban vacíos.
-"Realmente no vino a dormir"- se dijo así mismo con un deje de decepción. Puede que para el chico, estuviera asomándose un pequeño rayo de esperanza; parecía que ambos estaban poniendo de su parte y las cosas podrían mejorar. Pero lógicamente al darse cuenta de la realidad en la que estaban viviendo, no era más que un nuevo y claro aviso, de que tal vez lo mejor sería separarse.
En esta ocasión su corazón no se comprimió, sus lágrimas no salieron, ni siquiera el enojo lo envolvió... simplemente, ya no le importó. No era más que decepción.
Fue a la cocina a servirse un vaso de agua, se quedó sentado un rato en la sala. Cuando miró de nuevo ya eran las cuatro. Caminó hasta la habitación para revisar su celular, como si en el fondo deseara que hubiera ahí un mensaje que no hubiera visto antes; pero de nuevo todo se opacó cuando vio que la pantalla se encontraba vacía.
Solamente necesitaba más pruebas para demostrarse a sí mismo que ya no existían opciones. Ya no podían salvarse.
Para terminar ese asqueroso y fatídico día, y empezar otro probablemente peor, escuchó algunos ruidos que provenían desde la puerta principal. Se acercó lentamente, pues le parecía muy extraño, más aun cuando vio que trataban de abrir la puerta.
Se mantuvo de pie en uno de los marcos del pasillo mientras seguía observando. Con un deje de tosquedad y torpeza se abrió, pudiendo divisar a dos seres, que hubiera preferido no ver.
-Buenos días Sasuke-kun... -le trataba de hablar suave, manteniendo su toque de inocencia en el rostro-
-No hizo más que mirarla para después desviarse enfocando al otro- ¿tomaron mucho? –Preguntó a secas-
-Supongo que sólo un poco... -la chica trataba de hacerse la graciosa, pero realmente el menor no caía en gracia. Sabía muy bien que esa, tenía algo. No le daba confianza en lo absoluto. Así que haciendo a un lado sus estúpidos chistes y su vasca presencia, optó por acercarse para recibir a Naruto que parecía se había quedado dormido, mientras ella lo cargaba a cuestas.
Uno de los brazos del mayor envolvía el cuello de la joven, mientras ésta trataba de sujetarlo a la altura de la cintura. Pero para ese instante, el rubio no era más que peso muerto que apenas y podía sobrellevar.
El moreno se pasó por su cuello el otro brazo del chico de ojos azules y se encaminó a su cuarto, dándole la espalda a la otra.
-¿Te molesta si no te acompaño a la salida? –Le dijo el muchacho, más por obligación que por educación. A lo que la chica de ojos verdes, con un leve enojo en el rostro contestó- Aunque me moleste, no es así, ¿Sasuke-kun?
-Bueno, si te acompaño, ¿quién llevara a Naruto hasta nuestra habitación? – Le dijo haciendo énfasis en las dos últimas palabras
-¿Debe ser difícil no? –rodeaba el sillón que estaba enfrente de ella con las yemas de los dedos- tener que lidiar con todo esto. No sabes cuánto lo siento Sasuke-kun
-No sé a qué te refieres... -trataba de mantenerse neutro en su voz y acciones. Sabía que quería molestarlo. Definitivamente era una arpía... era una loba vestida de oveja. Asquerosa víbora...-
-Supongo que es doloroso... –se pausaba hablando con suavidad, como si en verdad fuera una buena persona- saber que en cualquier momento pueden engañarte... –la joven esperaba que el otro se volteara. En verdad quería joderle la existencia- que de ahí en más, la confianza no vuelve a ser la misma, que cualquier paso en falso, da pie a sospechar... debe ser muy molesto vivir en la incertidumbre... de comprender que cuando no llegue a dormir, cuando no te conteste o cuando se le olvide algo importante, pueda ser porque está con alguien más... creo que es muy humillante, el acostumbrarte a eso, ¿no? –Ya que la joven había echado su veneno, lo único que hizo fue sonreír con ternura- pero seguro que Naruto aprendió la lección, ¿correcto?
Fuimos a tomar unos tragos, él estaba muy estresado; hace tiempo queríamos salir, pero por el trabajo, tú sabes, no habíamos podido.
Creo que fue mi culpa porque dejé que desfogara todo lo que tenía... quiero decir, ¿sabes cómo están las cosas en la empresa no? Es tan triste ver como se esfuerza para poder sacarla a flote... -suspiraba fuerte, haciéndose la mártir- pero es algo que muchos no entienden, ¿verdad? –El chico sólo había optado por escuchar y aguantar, al final casi todo lo que decía era cierto, pero no pensaba reaccionar, no le iba a dar el gusto. No a esa zorra-
-¿Aunque sabes? Es curioso. No te equivocas en casi nada de lo que dices, pero... sí efectivamente se siente así... no me imagino como se debe sentir ser el plato de segunda mesa... –también controlaba su tono de voz, no quería parecer enojado ni atacante. Simplemente, educado- tú sabes... el rogar, el arrastrarte porque te presten algo de atención. Por tratar de buscar a alguien que ya está ocupado, conformarse con los restos que tenga para ti... que a pesar de todo, nunca te preferirá a ti... y que aunque lo tengas en tu cama una noche... nunca tendrás su corazón, y nunca lo tendrás para siempre.
Debe ser más humillante el prestarse sólo para cuando él tiene ganas y nada más. Porque aunque te diga que te quiere, jamás dirá que te ama. Supongo que ser el otro o la otra es lo peor, me hace sentir pena y lástima por esas personas... porque al final, sólo son para el rato, ya que pase lo que pase... siempre regresará a casa. Nunca se quedará con el plato de segunda mesa...jamás –sonreía a la par que se daba la vuelta aun con el otro cargando. Ante esa reacción y esa respuesta, Sakura había perdido la batalla de esa noche, terminó más sobajada que nunca. No esperaba eso.
Con un leve movimiento de cabeza, el otro volvió a girarse caminando como si en verdad ella no existiera.
Fue así, que con un enojo entripado en el fondo de su alma, terminó azotando la puerta tras de sí al salir. Para colmo, debería de tomar un taxi y regresar a su casa; lo único que podría hacer sería ducharse y cambiarse, pues su turno empezaba en algunas horas. Tan simple y sencillo.
Por otro lado, el moreno recostó al mayor en la misma cama que él, lo miró unos momentos y pudo notar el labial barato, corriente y de pésimo gusto que esa bruja usaba. El color rojo vulgar se regocijaba en el cuello blanco de la camisa que llevaba puesta, incluso rastros de éste se encontraban en una de sus mejillas. Sólo quería golpearlo, pero ya no tenía ganas ni de hacer eso.
Suspiró fuerte, corrió a la sala, y ya que estaba seguro, hundió su rostro en uno de los almohadones de terciopelo que adornaban su sala, lo apretó con toda la fuerza que podía, espiró todo el aire que le alcanzara en los pulmones, y gritó. Gritó con todas sus fuerzas, lloraba, gemía, golpeaba los pies en el piso, pareciera que hacía uno de los berrinches más grandes de su vida; pero la verdad era que le dolía, y enserio.
Quería matar a la golfa barata, quería matar a Itachi, quería matarlo a él, sólo quería que dejaran de existir.
Cuando terminó fue al baño; miró con lujo de detalle su cara cansada, abatida y lastimada, algunos rastros de una que otra lágrima que se le pasó por las mejillas, sus labios secos, sus ojos con ojeras... estaba harto, ese no era él, eso que veía, no era él.
Se aclaró la garganta después de tanto grito, regresó a dónde el otro y se metió a la cama. La expresión de ese sujeto era tranquila, a diferencia de él, lucía relajado. Le molestaba que aquél pudiera respirar con tranquilidad mientras él ni siquiera podía dormir, le estresaba tener que estresarse por él, preocuparse y morderse las uñas por su culpa... quería y necesitaba odiarlo, pero era imposible. Entre más lo pensaba, menos podía hacerlo... realmente lo amaba.
Y ni esa maldita puta iba a quitárselo.
A la mañana siguiente, cerca de las ocho lo despertó. Sabía que tendría una cruda física y moral, así que le preparó el desayuno y se mentalizó para ser condescendiente... de cualquier forma, su golpe ya venía, lo estaba planeando meticulosamente, sería un juego que ganaría definitivamente; sería sólo cuestión de tiempo... tiempo.
Como predijo, Naruto no podía si quiera hablar o mirarlo a la cara. Entendía muy bien el estado en el que llegó, recordaba que Sakura lo llevó a su casa y que Sasuke lo acostó, pero lastimosamente no podía hacer lo mismo con la plática que sostuvieron los otros dos, o el escándalo que el menor hizo, aunque él hubiera pensado que no.
-Entonces, ¿tienes mucha carga de trabajo? –Le hablaba mientras se comía un pan tostado. Aún tenía la pijama puesta. Un pants gris con una playera azul de manga larga de tela floja pero abrigadora- pienso que es una buena manera de sacarse el estrés, siempre y cuando no nos excedamos –seguía platicando mientras tomaba un vaso de jugo. Usaba un tono suave y al notar que no había enojo o algún tipo de sentimiento negativo, el rubio no pudo sentirse peor que antes- sólo te pido que la próxima vez me avises, yo podría ir por ti para que no molestes a tú secretaria –le dedicaba una mirada vacía, cosa que provocó palidecer al otro- ¿entendido? –Ante eso, simplemente con un movimiento leve de cabeza, asintió-
Por cierto... -se pausaba levemente. Por primera vez sentía que tenía el control de la situación, y eso lo hacía sentirse renovado, y cruelmente le causaba diversión- voy a entrar a ese rodaje absurdo con Itachi –cuando terminó, con una mirada divertida no pudo evitar analizar cada movimiento o emoción que el rubio soltara; que por cierto gozó hasta en el último microsegundo-
-¿Qué te orilló a eso? –Seguía con la cabeza gacha. Hipnotizado con los huevos con tocino que Sasuke le había hecho. Juntos formaban una cara feliz. Era tan cruel y creepy cuando se enojaba. Le daba mucho miedo, pero lo peor era que tenía suficientes razones para hacerlo- si no te sientes a gusto, no veo por qué
-Creo que es hora de arreglar las cosas –decía conforme se acomodaba en la silla- no me refiero a que seamos los hermanos que antes, pero necesitamos un cierre con eso, ¿no? –De nuevo y con sigilo miraba su expresión que cada vez palidecía más-
-Si eso es lo que quieres –por fin lo enfrentaba dedicándole una pequeña sonrisa-
-Eso es lo que quiero... -dejaba la palabra al aire-
-Sasuke –el chico intentaba cambiar la plática puesto que estaba llegando a su límite- la próxima semana, tengo que salir de la ciudad, ¿crees que podrías acompañarme? –Espetó atragantándose con el tocino en sus labios-
-Podrías ir con Gaara...
-Pero te quiero a ti... no a él
-¿Seguro? –Arqueaba la ceja-
-¿Por qué no lo estaría? –Le respondía de la misma forma-
-¿Y Sakura?
-Se hará cargo de la auditoría... bueno, vigilará que todo esté en orden mientras no estamos...
-¿Y ese milagro? –Jugaba con sus manos, moviéndolas suavemente alrededor de su cara y cabello-
-¿Cuál? –Preguntaba mientras tomaba jugo-
-Siempre te la llevas a todos lados... -de nuevo ahí iba su mirada matadora-
-Sabes que no tengo opciones... y recordarás que cuando te dije que con gusto te enseñaba como se movía la empresa, tú te negaste. Aunque no nos guste, es excelente en su trabajo
-No lo dudo –replicaba con sarcasmo, que hasta el otro se sintió incómodo-
-Sasuke –le hablaba en un tono de molestia-
-¿Qué? –Notoriamente se exaltaba- iré a darme un baño... avísame si quieres ir de nuevo a tomar hoy... no quisiera más extraños en mi casa... -espetó con un leve tono de coraje en la voz y se fue prácticamente corriendo a encerrarse en el baño. Ya no podía evitarlo, sólo quería soportar, pero nadie le dijo que sería tan difícil.
Inmediatamente Naruto lo siguió y trató de que le abriera pero fue en vano. Le pidió que lo pensara, no tenía nada más que decir.
Sasuke esperó por esos cinco minutos aunque fuera una disculpa, pero ésta jamás llegó. Ahí iba de nuevo otra decepción. A veces pensaba si de verdad era él, el que estaba mal, o si Naruto era un completo idiota. Pero tal vez la verdadera pregunta era, ¿cómo fue que se pudo enamorar de alguien así?
Se acorrucó en la puerta del baño, unió su frente a sus rodillas y se quedó ahí, en la inmensidad.
Hasta que tuvo ánimos, se levantó a bañarse, cuando salió era la una de la tarde, revisó su celular, Orochimaru le preguntó si tampoco iría ese día. Sasuke lo pensó un poco, y después de meditarlo, le dijo que necesitaba unos días de vacaciones. Enseguida el otro intentó llamarlo, pero cada vez que lo hacía, el menor desviaba las llamadas. Sabía que en el momento en que hiciera eso, su teléfono no dejaría de sonar con los nombres de todo el staff preguntando qué era lo que estaba pasando.
Se cambió de ropa a algo más formal y decidió salir. Ese día sería de compras... indirectamente lo sabía; todas las cosas que estaba haciendo, no eran más que pura depresión. Al fin, llegó al punto de no retorno.
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-¿De qué estás hablando? –La chica lucía fuera de sí- ¿Cómo permites que haga esto?
-Estarás de acuerdo que no soy quién para decirle que hacer...
-Pero Orochimaru, Sasuke no está bien –se jalaba el cabello- ¿acaso no se dan cuenta?
-Karin, por favor, necesito que te controles para que podamos seguir hablando de esto...
-¿Cómo esperas que lo haga? –Ya no podía manejar su voz, estaba gritando ante un cansado y preocupado Orochimaru. Tenía los codos en la mesa, y unía sus manos con tanta fuerza que temblaban. Todos tenían los pelos de punta a causa de ese chico. En verdad estaban preocupados-
-Si lo vamos a ayudar, por favor que no sea de esta forma. Creo que lo más conveniente es que se aleje unos días... creo que fue muy temprano enfrentarlo con su hermano... no esperaba que lo tomara de esa manera...
-Pienso que aun así nos está ocultando cosas... él no se pondría así por algo como eso
-¿Te consta? –La miraba serio-
-Sé que está escondiendo algo...
-¿Podrías ir a su casa mañana? –Hablaba mientras acomodaba algunas cosas en su escritorio- yo no podré hacerlo en estos días... con la película en puerta...
-Tal vez yo también podría ayudar...-la voz de un tercero resonaba en un eco que inundaba la habitación-
-¿Sai? –Karin lo miraba renuente- no es por nada, pero no creo que Sasuke quiera verte cuando pasa un mal momento...
-De acuerdo, sólo pensé en qué sería una opción... -Hablaba sin demostrar emoción alguna-
-Aunque ¿sabes? –Orochimaru interrumpía- creo que no sería mala idea
-¡¿Qué?¡ ¿estás ebrio acaso? –Golpeaba sus palmas de las manos contra la mesa- si yo tengo problemas para comunicarme con él, ¿qué esperas que Sai logre?
-Tengo que recordarte querida –en esta ocasión era el chico de pelo negro quién tomaba la palabra- que no eres la única que gira alrededor del mundo de Sasuke. Puede que seas la ex, pero eso no quiere decir que sepas todo de él –ante una respuesta tan concisa, hasta Orochimaru se admiró. Era notorio que si bien todos se encontraban estresados, últimamente la situación con Sasuke, hacía que el staff se aventara piedras los unos a los otros-
-¿Qué carajo insinúas? –La de pelos rojos perdía los estribos. Ciertamente en el fondo, pudiera que Sai tuviera un poco de razón. Era un hecho que la vida de Sasuke no giraba en torno a la de ella... y que muy probablemente no estuviera al día con algunas cosas... pero, ¿cómo ser tolerante con un tipo como el que tenía enfrente de ella en esos momentos?
Daba algunos pasos, girando en su propio eje con suma ansiedad. Trataba de entablar contacto visual con el pelinegro, pero era imposible; después de escuchar a Orochimaru salió de la habitación como si nada sucediera. A pesar de que no lo pareciera, tenía un plan.
Era una oportunidad perfecta que no podía desperdiciar; el momento por el que había estado esperando había llegado; era hora de actuar.
Mientras, en el despacho del director, se quedaron discutiendo un buen rato más, hasta que Karin optó por ir a ver a Sasuke terminando la función, no sin antes hablarle incesablemente durante todo el día, sin recibir respuesta alguna.
Por otro lado a las afueras de la ciudad, envuelto en una gabardina azul, el cabello peinado para atrás, unos lentes de sol más grandes que su cara y con celular en mano; el joven por el que todo el mundo discutía, decidió entrar a una de esas tiendas más finas y exclusivas de la ciudad. Como buen artista, era amante de todas aquellas marcas caras y de diseñador.
Trató de ocultar su identidad lo mejor que podía y lo estaba logrando. Compró algunos suéteres y dos pares de zapatos, aún tenía que visitar más lugares por lo que no quería despilfarrar el dinero; a pesar de que estaba deprimido, quería malgastarlo un poco, pero sin ser excesivo.
Después de haber comprado en cuatro tiendas más, y llenar su cajuela con cuanta bolsa de diferentes tamaños pudo, decidió ir a comer algo.
En cuanto entró al restaurante, la mesera le preparó un gabinete de aquellos que se encontraban hasta el fondo. Dejó su gabardina antes de sentarse, y ya cómodo, prefirió quitarse un rato los lentes; se arregló el cabello y en cuestión de segundos volvió a ser él.
Se encontraba en media comida cuando recibió un mensaje. Sus ojos se opacaron de nuevo, suspiró fuerte, los cerró, los volvió a abrir después de unos instantes, y fijado en la pantalla con bajo brillo de su teléfono, decidió contestar a secas.
Sólo tuvo que esperar alrededor de media hora, para que en medio de toda la discreción que fuera posible, una segunda persona se sentara a su mesa.
-¿Piensas comer algo? –Preguntaba el chico sin emoción alguna-
-Supongo que tienes tiempo, ¿no? –Le contestaba el segundo-
-Decidí tomarme unos días, eso es todo... ¿qué es exactamente lo que quieres?
-Ni siquiera yo lo sé –el joven en cuestión tenía consigo un suéter color vino, y dentro de él una camisa blanca a juego; pantalones color mostaza y zapatos casi del mismo color.
Aún no sabía cómo abordar el tema, o como confrontar al menor, sólo podía mirar el vaso de agua que le había proporcionado la mesera minutos antes cuando llegó-
-Los años te han vuelto más patético, ¿no es así? –Fingía entretenerse con su celular, mirando hacia el fondo de pantalla que poseía un gato gris, mirando hacia una ventana- estoy seguro, que estabas al tanto del ridículo plan de esos viejos, ¿verdad? ¿Planeabas que te perdonara de esa manera o algo por el estilo? Hubiera esperado algo mucho mejor de tu parte... en verdad me sigues sorprendiendo... hermano –dejaba esta última palabra en un tono arisco y agresivo-
-No puedo negar que estaba al tanto hasta cierto punto. Pero de cualquier forma yo sabía que no ibas a aceptar... -al igual que su hermano menor, dejaba la frase inconclusa. Permitió que la joven mesera sirviera su plato, y después de verlo unos momentos, prosiguió-
-¿Y entonces? –Arqueaba una ceja, en una expresión incomprendida- no tiene sentido que estés aquí
-Deberías de saber que mis planes no son que me perdones... -lo miraba fijo, sin mucha expresión- es más, si tu hubieras hecho lo mismo, tampoco podría perdonarte... ambos lo sabemos; pero sin embargo, puedes tomarlo como un capricho si quieres... quería verte una vez más
-¿Piensas hacerte el mártir? –Espetaba de mala gana, burlándose-
-En realidad estoy aquí para que me castigues si es necesario...
-¿Qué dices? –El muchacho se ahogaba casi con la naranjada que tomaba en ese instante-
-Quiero hacer un trato contigo Sasuke –el chico sólo lo miró ligeramente intrigado- has esta película conmigo, y será la última vez que tengas algún tipo de contacto conmigo
-Tú...
-Después de todos estos años –dedicaba su mirada hacia la nada- lo siento mucho...
-No quiero que lo digas –notablemente se exaltaba- no necesito escucharlo
-En verdad lo siento Sasuke... –el menor se levantaba sin llamar mucho la atención. Al final el lugar se encontraba un tanto vacío, y estando ellos en el rincón, realmente nada se escuchaba.
Golpeó las manos en la mesa sin evitar dedicarle una mirada de rabia y odio. Era el vivo recordatorio de que su vida fue destruida en minutos- pero hay cosas que no sabes, y que necesitas hacerlo para entender lo que pasó
-No necesito nada ya te lo he dicho –trataba de no llorar apretando fuertemente los puños en la mesa- no quiero entender nada –cerraba ahora sus ojos- ¿qué ganaría yo... si decido filmar contigo? –Hablaba por lo bajo, con la voz entrecortada y sin verlo a los ojos-
-Paz... –el otro habló en un susurro. Sasuke sólo pudo expresar confusión en su rostro ya abatido por décima vez- no miento cuando te digo que si lo haces... comprenderás todo... acéptalo, quieres saber... -ahí iba de nuevo; dejaba la frase al aire, y en un tono seco, arisco e incluso cruel, le habló- Cuando todo esto pase, jamás volverás a saber de mí. Lo juro... así que piénsalo
-Itachi...-no podía evitar poner cara de dolor-
-En verdad lo siento –se levantaba a la par que tomaba sus lentes. Se encontraba dispuesto a irse, pero el menor lo sujeto del brazo con fuerza; tenía la mirada gacha y el fleco de su cabello hacia delante. Con un tono lastimero le dijo-
-A estas alturas, ¿de qué me sirve tu perdón? –Dejaba una pausa mientras el silencio inundaba el corazón de su hermano mayor- ¿de qué me sirve que me pidas perdón? El perdón, es sólo para que tú te sientas mejor, sólo para que tu poca moral se apacigüe, para que tu alma y mente se tranquilicen... para que tú puedas dormir tranquilo. ¿Crees en verdad que tu perdón me puede dar tranquilidad? –Cuando al fin volteó a verlo a los ojos, su hermano dio un tirón fuerte soltándose, e irse del lugar como si nada.
Sasuke aún se quedó un rato más ahí... comiendo rebanada de pastel, tras rebanada de pastel –"odio ser tan infantil a veces" –se dijo así mismo, al verse en una situación tan baja como él la catalogaba. Pero sin embargo ahí se encontraba. Peleado con sus emociones al no saber qué hacer exactamente.
Para colmo, claro que quería saber la razón, por supuesto que quería y necesitaba respuestas aunque no tuviera el valor para asegurarlo. Sólo las tendría si grababa, ¿lo haría o no? Ahí estaba el dilema.
Pagó la cuenta después de todo lo ocurrido y regresó a su casa. Ya estando ahí, notó que eran casi las nueve de la noche. Algo le decía que tal vez Naruto no llegaría de nuevo; si no es que tal vez apareciera ya entrada la madrugada. Decidió desvestirse y meterse de nuevo al baño y tomar otra ducha.
Durante el resto del día no dejó de pensar en el posible remedio a todos sus males. Incluso mientras le caía el agua caliente por la espalda, y cuando salió para cambiarse, y cuando fue a la sala a mirar tele... la idea estaba ahí, hasta el fondo de su cerebro.
Después de un rato se estaba quedando dormido, pero el sonido del timbre lo despertó. ¿Quién podría ser?
Abrió la puerta sin fijarse antes de la persona que se encontrara ahí, y aun así, no pudo evitar poner de nuevo una cara de sorpresa.

Mi amigo, mi esposo y mi amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora