Prólogo

18.5K 1.5K 414
                                    

NamJoon entro a la oficina quince minutos después de la hora, siendo recibido por el frío del aire acondicionado y el farfullo de sus compañeros. Trago saliva más duro de lo normal y se acomodó el nudo de la corbata con la misma mano con la que cargaba su portafolio, sin detener nunca el ritmo apresurado con el que iba caminando, su cubículo estaba solo a unos pasos...

-¡Kim!–llamo a su espalda la inconfundible voz de ganso de su jefe, NamJoon detuvo su maratón, cerrando fuertemente los ojos. Lo habían atrapado. Se giró sobre sus talones para hacerle frente a su jefe, comenzó a avanzar hacía el mismo bajo la atenta mirada de sus compañeros.

-¿Si, Señor Young? –NamJoon sentía las risas de sus compañeros, porque ellos y él sabían lo que iba a pasar.

-Llega tarde otra vez, señor Kim, estoy cansado de hacer esto todos los días.

-Entonces no lo haga. –murmuro con una sonrisa socarrona, casi diciéndolo en broma para calmar la tensión, casi diciéndolo en serio.

-¿Le parece gracioso señor? –NamJoon borro la sonrisita de su rostro y se aclaró la garganta.

-No, no Señor Young. –intento mostrar su semblante serio. Pero era difícil, podía escuchar la risilla de Jimin a lo lejos y eso no le ayudaba.

-Señor Kim, ya hemos hablado mil y un veces de esto; tiene que parar, no puede seguir haciendo esto ¿O cree que es justo? Mire a sus compañeros –el Señor Young extendió sus pesados brazos al mismo tiempo en que movía su cadera en círculos, presumiéndole su imperio de jóvenes envueltos en camisas de vestir y acné. –Ellos, señor Kim, se esfuerzan, por llegar aquí temprano cada día, todos los días dela semana. Se esfuerzan, por mantener un lugar aquí y después lo ven a usted, quien llega a la hora que le plazca ¿Qué ejemplo cree que les está dando? Ellos pensaran que llegar tarde está bien, después de todo un mayor lo hace y no es reprendido por ello. Son jóvenes, usted no, así que ponga el ejemplo señor Kim, yo no quiero gente impuntual. –El señor Young le dio la espalda y comenzó a caminar hacia su oficina, NamJoon espero en su lugar a aguardar que el señor Young se metiera en su oficina y mientras el Señor Young aminoraba el paso, NamJoon vio su vida pasar frente a sus ojos. Levantando el brazo izquierdo, comenzó a hacer girar su muñeca al mismo tiempo en que elevaba el dedo índice y le decía– 10 por encima del límite Kim.

Excelente, sencillamente excelente. NamJoon subió la vista al reloj que estaba en la pared blanca, justo por encima de la puerta, había llegado 15 minutos tarde y su jefe le quito otros 7. En esos siete minutos pudo a ver hecho tres ventas.

Por encima del límite... Rayos

Dando media vuelta, NamJoon se encamino a su pequeño cubículo, donde el nuevo lo esperaba con una sonrisita burlona en el rostro.

-¡Joder NamJoon, como te gusta tentar a la muerte! –le dijo JiMin, el nuevo interno mientras se sentaba en su escritorio. NamJoon le dio una mirada despectiva, al mismo tiempo en que dejaba su portafolio en el escritorio, justo enfrente de donde JiMin se sentó.

JiMin era la reencarnación de un cachorro, según NamJoon, era como ellos, pequeño y juguetón, cuando lo veías te entraban incontables ganas de acercarte, acarícialo y protegerlo, por esos ojos rasgados y pequeños, como dos granos de café, que solían desaparecer cuando JiMin sonreía, lo cual era muy seguido así que se la vivía con rayas en los ojos, haciéndole parecer un personaje de anime, tenía una mata de cabello naranja que siempre llevaba peinado hacía un lado, una nariz pequeña y bonita, terminando finalmente en unos gruesos –y también pequeños– labios rosas. Todo JiMin era pequeño, sobre todo sus manos las cuales NamJoon adoraba porque se podían meter en cualquier lugar, como la máquina expendedora.

Hey, Daddy! ⇝ NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora