Solo cinco minutos.

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Miércoles, 8:00 p.m.
TaeHyung.

Todo estaba comenzando a tomar color en el lienzo que era su vida, ejercía en el trabajo de sus sueños, sintiéndose satisfecho consigo mismo, porque a pesar de que se había graduado ya hace algunos ayeres, no lo estaba haciendo nada mal frente a su primer grupo de clases, los profesores eran amables con él y la paga era buena.
Se había conseguido un pequeño piso en la ciudad, y no le decía pequeño por el hecho de que paso de vivir en una enorme casa a un departamento, sino porque en verdad era pequeño.
Una cama, un refrigerador que le llegaba hasta las rodillas, una estufa eléctrica, y un lavabo, que se comprimían, literalmente en un piso. Casi no podía moverse, pero tampoco era como si necesitara hacerlo, con estirar el brazo, alcanzaba cualquier cosa. Y por supuesto, al final, pero no menos importante, en un costado de la habitación, justo a un lado de la entrada, había una puerta, que por supuesto llevaba al baño, el cual era aún más pequeño.
Y estaba bien, era diminuto, pero también acogedor.

Cuando llego a la anterior escuela, fue un contrato temporal, iba a cubrir a una Maestra que se había tomado la licencia de maternidad, pero había simpatizado mucho con todos los profesores y también empatizado con los alumnos, por lo que la escuela le dio la bacante libre con la que contaban: El consejero escolar. Y a pesar de que estaba feliz por el puesto, a veces le resultaba muy duro involucrarse en los problemas de unos chicos, para ser jóvenes pasaban por situaciones que no deberían y casi nunca podía hacer mucho para solucionarlo, más que escucharlos y debes en cuando, darles un hombro para llorar y lo peor era es que después de algunas sesiones, ellos simplemente dejaban de ir. Y TaeHyung no podía hacerlos volver, por más que quisiera apoyarlos, incitarlos a mejorar su situación, no le era posible, no puedes ayudar a alguien que no quiere.

Su celular sono, estaba del otro lado de la habitación, sobre el diminuto refrigerador, así que solo se tuvo que estirar en la totalidad de su cuerpo para tomarlo y de paso, también lo abrió para sacar una soda. Giro el celular para ver la pantalla, una fotografía de SeokJin la cubría en su totalidad, deslizo el botón verde hacía arriba y la cámara de su celular se activó.

—¡Hey! —Del otro lado de la pantalla el perfil de Jin lo recibió, lo veía desde abajo, como si hubiera recargado el teléfono en algo mientras el cocinaba, TaeHyung podía ver como utilizaba una de sus manos para revolver algo en una cacerola— Ahí está mi infiel favorito.

—Gracioso—Respondió sin chispa de diversión.

—Claro que lo es, ¿Sabes a cuantas personas conozco que fueron infieles? ¡Muchas! Pero ninguno me agrada tanto como tú y tampoco tan guapo, por supuesto. —Lo que sea que estaba cocinando, lo probo, estudio el sabor para verificar si le faltaba algo y finalmente lo tapo—. Veo que aún no estas para bromas.

—No creo volver a sonreír—Abrió la lata con su mano libre y le dio un gran trago.

—Tae, si me dejara arreglarlo te aseguro que podría...

—No—Quería quitarse el cabello de la cara, le había crecido mucho el último mes, pero no podía hacerlo sin soltar el celular o su lata, así que se limitó a sacudir la cabeza— No. Ese no es el punto.

No quería que HoSeok fuera y le pidiera disculpas, porque le tuvieron que explicar que estaba equivocado. Era como hacer que un niño pequeño se disculpara porque a cambio le darían una paleta. Eso no era sincero.
Ya que, su idiota... HoSeok, en primer lugar, jamás debió de pensar que lo estaba engañando, maldita sea, mucho menos un maldito menor de edad y no era justo, para ninguno de los dos, por un lado, TaeHyung estaba envuelto por un malentendido, pero por otro estaba JungKook, que no era más que un efecto colateral, que ahora se había quedado solo. Esta vez quien dejo ir a las sesiones fue él, quien dejo la silla vacía, fue él.

Hey, Daddy! ⇝ NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora