Citas & Hye.

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Jin tenía una regla: No esperar a nadie por más de 10 minutos. Si querían salir con él, entonces debían de estar ahí a tiempo, ¿No es así? Así que, en opinión de Jin, se llegaban tarde era porque no lo estaban tomando en serio y Kim SeokJin no estaba para perder el tiempo.

Muchos querían salir con él, tan solo tenía que pasar al siguiente de la lista, si uno no estaba dispuesto a darle la atención que merecía, alguien más lo haría.

Claro que eso fue antes de NamJoon, habían pasado 30 minutos y SeokJin seguía sentado, muy quieto, como si apenas hubiesen pasado 9 minutos. Siempre fue muy puntual, cada vez que tenía un encuentro con alguien, llegaba 10 o 15 minutos antes, porque así fue educado, su madre siempre le dijo que la puntualidad era el respeto por el tiempo de los demás. Era una enseñanza que se reflejaba en sus acciones.

Pero ahí estaba él, decepcionando a su madre y violando su regla por un hombre al que probablemente no le gustaba. Mientras golpeaba los dedos contra la mesa y se mordía el interior de la boca, se decía a sí mismo que no estuviera nervioso, si NamJoon no llegaba, estaba bien y si llegaba, también estaba bien.

Carajo, estaba muy nervioso.

Estaba intentando mantener las manos lejos del celular, quería contenerse de llamar a JaeHwan, porque no sería de ayuda, tan solo le diría que se fuera de ahí, que se fueran a un club y que podrían conseguir a alguien por ahí. Podía llamar a TaeHyung, se habían hecho buenos amigos y le era de mucha ayuda con NamJoon, pero no quería que presionara al pobre hombre a llegar. Si NamJoon no quería ir, entonces no tenían que obligarlo.

TaeHyung estaba un poco chiflado, pero era agradable y divertido, era sencillo hablar con él y sabía de sus intenciones con NamJoon. Él probablemente era el único que le creía, él único que no le decía que eso era mala idea. TaeHyung era el ser más puro que conocía, era todo sonrisas y amabilidad, por el tono de su voz y la manera en que hablaba, sabía que solo quería lo mejor para NamJoon y Hye, el hecho de que creyera que él, Kim SeokJin podía ser eso bueno, le hacía sentir... Bien.

No sabía si él era lo mejor para NamJoon, pero al menos sabía que no quería causarle problemas, no quería ponerle obstáculos, solo... Le gustaba. Solo paso, NamJoon no era de cerca su tipo, habría pasado de él si lo hubiera visto en un ambiente más razonable, en donde las circunstancias no involucran tener que dirigirse la palabra.

Probablemente ahí comenzó todo, la primera vez que lo escucho hablar, por un milisegundo creyó que su voz era lo mejor que había escuchado en mucho tiempo —Claro, hasta que empezó a escupir palabras a lo idiota—. Después, cuando lo vio pasar de una expresión totalmente horrorizada a un totalmente enternecida, fue como ver resurgir al mundo después de una crisis, vio algo que no había no había visto en otros, aún estaba averiguando que era.

En términos más sencillos de explicar, es igual a cuando dices que no te gustan las espinacas cuando ni siquiera las has probado, te pasas toda la infancia odiando las espinas, el aspecto, el olor, haciéndolos a un lado en tu plato... Y pues bueno, por cosas del destino, las pruebas y descubres que no son tan malas.

Y eso no te volvía malo, tan solo te gustaba más una cosa que otra, y SeokJin, como cualquier persona normal, tenía preferencias, en todo, desde los videojuegos hasta las películas, desde las comidas, hasta los postres, desde la ropa hasta las personas. Tenía gustos exquisitos en su opinión, le gustaba los videojuegos clásicos, como Mario Bross, le gustaban las comedias y las películas de misterio, le gustaban los chicos igual que él: Atractivos, guapos, de buen físico y de mala personalidad.

SeokJin tenía una gran autoestima, él sabía que era guapo, probablemente sus facciones no eran muy acentuadas, tampoco demasiado masculinas, su cara era delicada de rasgos finos y labios gruesos, su rostro rozaba lo femenino y no tenía miedo de sacarle provecho a eso. Tenía un buen cuerpo, lo sabía porque trabaja muy duro en tenerlo así, le encantaba comer, así que las dietas no eran una opción, por lo que pasaba largas horas ejercitándose, le gustaban los hombres musculosos, así que no tenía ánimos de convertirse en uno, le gustaba mantenerse en forma y tonificado. No era tonto, tenía las cartas correctas y no le daba miedo usarlas y por esa misma razón, muchos entraban y salían de su vida, ninguno de los dos perdían el tiempo, las relaciones románticas no eran su estilo, el de Jin tampoco, pero solo había un motivo: Eran como él.
Los hombres con los que salía eran apuestos y atractivos, que al igual que él, le sacaban provecho a su físico, así que alguien como Jin no era mucha sorpresa, podían conseguir a más como él en cualquier lugar, incluso mejor él. Eran hombres que lo trataban como una muñeca de porcelana por la noche y lo desechaban como juguete de plástico por la mañana, así que si Jin no se amaba así mismo, entonces, ¿Quién lo haría?

Hey, Daddy! ⇝ NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora