39 | Una cuestión de agallas

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Y por alguna remota razón que yo no terminaba de entender, Trevor accedió y aceptó la propuesta de Melissa. No sé si seré yo la tonta que no entiende algunas actitudes que ciertas personas tienen, pero la verdad es que este asunto me parecía directamente ridículo.

La estadía de Trevor sería de cinco días. Cinco. Aún así, mis amigas querían que él cruzara el océano Atlántico para que Collins se sintiese mejor por un capricho suyo, y no es por ser egoísta ni nada por el estilo; adoro a mi amiga, pero la situación no me parecía tan grave como para que Melissa gastara dinero en un boleto para Trevor y fuese desde Inglaterra hasta los Estados Unidos para que se quedara solo cinco días ahí cuando podía oh, no lo sé, esperar hasta que volviéramos.

Parecía que la felicidad de uno dependía de la miseria del otro: Aaron no se había encontrado del mejor humor durante esos días, y encontrarse con Trevor en el lugar menos esperado iba a ser todavía peor. Con suerte, yo pude subirle el ánimo aunque sea un poco asegurándole que si quería una amiga que estuviese ahí para él, esa iba a ser yo. No quería que se sintiese tan solo. No entendía el por qué de sus acciones pero iba a estar para él de todas formas. Estaba dispuesta a escucharlo cuando nadie más lo hiciese.

Trevor llegaría al hotel Aria de Las Vegas antes que nosotros, puesto que llegaría a la madrugada y nosotros íbamos a salir a la mañana temprano de ese mismo día y nuestro viaje duraría aproximadamente una hora y veinte, lo que significaba que él nos daría la bienvenida a nosotros. A todo esto, Collins no tenía idea del "plan maestro" de mis amigas.

Nuestro avión salía a las nueve de la mañana, así que estuvimos en el aeropuerto una hora y media antes. Veía que mis amigas caminaban juntas, muy animadas y contentas, adelante mío y yo me sentía como la amiga sin códigos que había hecho algo mal, cuando literalmente no había hecho nada más que acercarme un poco a Aaron, quien necesitaba algo de compañía. Me sentía como pez de otra pecera.

Miraba a mis amigas de forma no muy amigable, cuando Raymond me vio apartada y se acercó a mí. Me abrazó por los hombros.

- Qué cara larga – me dijo.

- Si... solo estoy cansada – dije refregándome la cara con la mano libre que tenía.

- Pude notar que estuviste algo alejada de las chicas.

- Bueno, no hace falta ser un gran observador para notarlo – sonreí irónicamente.

Luego vi la cara de Raymond. Me estaba levantando una ceja.

- Lo siento, lo siento. No estuve soportando mucho a la gente últimamente.

- La última vez que salimos estuviste bien. No te había visto de tan buen humor en días.

- Si... porque sentía que todo iba bien.

- Entonces, ¿­qué es lo que va mal?

- Bueno, principalmente Collins me odia porque piensa que tengo algo con Aaron.

Él rió.

- Tranquila. Sólo extraña a su novio.

- No puede desquitarse con cualquiera que se le cruce solo porque no lo tiene a su novio para cumplirle con todos sus caprichos. Acercándome a Aaron sólo quería aliviar un poco la tensión que había entre los ocho. También quería que disfrutase un poco su tiempo aquí en vez de amargarse; lo que podría hacer ya de vuelta en Londres.

- Por más que tus intenciones sean las mejores, no debes meterte en relaciones ajenas. Siempre el tercero termina perdiendo. Es por eso que no le llevamos mucho el apunte a Aaron; lo cual tampoco me parece bien del todo. Pero, ¿sabes qué? Realmente lo ayudaste. Su humor se encontraba estable después de pasar todo un día contigo.

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2017 ⏰

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