38 | Sálvanos, San Francisco

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Kate POV

Pasados ya dos meses todos seguimos con la nuestra, como era de esperarse. Fue la primera vez que pasé el día de San Valentín en pareja, puedo admitir. Todos lo celebramos con nuestros respectivos pares salvo Aaron, quien me daba algo de lástima pero sabía que él no hubiera querido que sintiera eso. Para mí, el tener lástima hacia otra persona no era un sentimiento muy lindo. Sin embargo, él solito se había ganado pasar ese día sin compañía. Por más que todo ese lío no haya sido asunto nuestro, las cuatro éramos como un conjunto. Si alguien le hacía daño a alguna de las cuatro, iba a meterse con alguna de nosotras, de seguro (más precisamente con Melissa) pero en fin; con Aaron era un tanto diferente. Estábamos convencidas de que él no era ese tipo de chico, era por eso que algo no me cerraba pero en ese momento me parecía que todo lo que había pasado solo eran actitudes cobardes de su parte.

Dejando a un lado todo este tema de Aaron, lo único "nuevo" que había ocurrido en aquellos últimos dos meses era que Collins estaba cada vez más y más unida a Trevor (y lo más lindo de todo, es que seguían siendo mejores amigos pero con el nombre oficial de una pareja). Además de todo eso, el próximo evento importante que se acercaba era el cumpleaños número diecinueve de Melissa y ¡sorpresa! era justo cuando íbamos a estar en Las Vegas. Oportuno, ¿no es verdad? ¿Quién se esperaría tal cosa de Melissa?

El día que Jessica me gritó desde la puerta que tenía una visita, faltaban unas doce o trece horas para que nuestro avión saliera para San Francisco. Salí de mi habitación pensándomela un poco, ya que no esperaba a nadie ese día y el primero que me vino a la cabeza fue Raymond. Me imaginé a él ya que el tono de voz de Jessica no era el mejor y al encontrarme con ella en las escaleras mientras yo bajaba, le pregunté:

- ¿Quién es? – en un tono relativamente bajo.

Ella me levantó una ceja de forma cínica y dibujó una sonrisa falsa en su rostro mientras levantaba las palmas de las manos.

- ¡Mi mejor amiga, Becca!

- Bien. Gracias por decirme que está afuera en vez de ahuyentarla tirándole piedras para que se largue.

- Por nada – esta vez su sonrisa fue forzada y siguió su camino subiendo las escaleras.

Me acerqué hasta el tazón donde se encontraban las llaves y tomé la mía, a la cual distinguía por su colgante de una pequeña cabina telefónica roja. Atravesé el pórtico y al abrir la puerta, lo primero que hice fue abrazarla. No la había visto ni sabido nada de ella en un poco más de dos meses. La última vez que realmente hablamos fue cuando discutimos aquella vez que estaba haciendo las compras para Navidad antes de que la casa se incendiase.

- Tanto tiempo – dije y me aparté para examinarla bien.

Su barriga estaba notablemente grande a comparación de la última vez que la había visto y estaba muy feliz por ella. Lo más importante de todo lo aquello había sido que en su rostro había una sonrisa real a pesar de todo. Me aliviaba en cierto sentido que las cosas fueran de esa manera.

- ¿Te apetecería ir a almorzar? – levantó las cejas al terminar su propuesta de forma jubilosa.

Acepté con gusto pero no antes de entrar una vez más a la casa, decírselo a Collins para que no me esperaran para almorzar y sacar algo de dinero de mi cartera. No hablamos mucho durante la corta caminata y ahorramos la charla para dejarla para el almuerzo. A Rebecca se le había ocurrido comer en un lugar cerca de casa. Lo único que teníamos que hacer era caminar hasta la esquina de la calle e ir hacia el sentido contrario del que iban los autos, atravesando el puente de Westminster hasta llegar al distrito de Waterloo. Caminamos un poco más bajo el agradable rayo del sol hasta encontrar restaurante llamado Subway, del que había oído antes pero nunca había ido a comer ahí (ya que en Kentucky de lo único que se hablaba era de KFC). Lo primero que hicimos fue pedir nuestros sándwiches y subimos hasta el segundo piso del lugar, ya que el primer piso estaba repleto de gente y no habían mesas disponibles.

Midnight Train to LondonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora