- ¿De verdad? - preguntó Jessica. Tenía pinta de que estaba feliz de que su futuro novio estudiara en la misma universidad que ella.
- Aunque nosotras no nos quedaremos a vivir en la universidad - especifiqué - por lo del hotel y eso. Ya tenemos pagado organizado y bueno... cuando tengamos una casa propia, cosa que espero con ansias, quizá nos quedemos a vivir. Pero es opcional.
Ellos asintieron.
- Quizá puedan asignar sus habitaciones luego de las vacaciones de invierno. Ya están dentro de la universidad así que tiene que haber lugar para ustedes también - Aaron nos aconsejó.
- Podría ser - contestó Jessica.
- Nos veremos seguido - saltó Raymond con voz misteriosa. Su mirada se dirigía a mí una vez más. Tantas miradas de su parte me empezaban a poner medio incomoda, pero admitía que me gustaban.
- ¿Ustedes vienen muy seguido? No te pregunto a ti, William - especifiqué.
- Sí - contestó Edward.
- Porque estamos viendo de conseguir empleo aquí, con Jess. Hablando de eso, ¿vamos a pedirlo ahora? - le pregunté.
- Vamos - dijo mientras corría la silla hacia atrás.
Nos levantamos y tratamos de pasar a través de toda la gente para llegar al mostrador.
- ¿Son lindos, no crees? - estaba esperando desde que llegamos a Starbucks que me haga esa pregunta.
Sonreí.
- Todo el mundo es lindo para ti, Jess.
- Tú ya sabes como soy.
Lo sabía perfectamente.
Atravesamos el local y fuimos a través de un mar de gente (tuvimos que empujar a algunos) hasta que por fin llegamos al mostrador.
- Buenas noches - hablé yo.
- Hola señoritas, bienvenidas a Starbucks, ¿en qué puedo ayudarlas? - nos contestó una chica morocha.
- Vimos su anuncio que está pegado en el vidrio, afuera. ¿Alguien más vino a solicitarlo ya?
- Desgraciadamente no.
- Perfecto. Porque nosotras dos queremos tomar el empleo - contestó Jessica por mí.
- Está bien. Después le comento a nuestro jefe. Comenzarán el lunes a las ocho de la mañana.
- ¿Cuánto sería nuestro sueldo? - pregunté.
Jessica levantó una ceja y me sonrió.
- Serían £20 a la semana o £460 al mes. Trabajarán solo los días de semana, los sábados y domingos no.
- Genial - dije, mirando a Jessica -. Lo tomamos.
Volvimos a nuestras mesas de la única forma que se podía; empujando a todo el mundo.
- ¿Qué tal? ¿Consiguieron el trabajo? - preguntó William.
- Si, empezaremos el lunes - respondió Jessica, con una sonrisa en su rostro.
- Trabajarán conmigo, ¡genial! - exclamó.
Las dos sonreímos.
Al acto que escuchó eso, Melissa nos agarró del cuello de la remera a las dos y nos dijo en un susurro:
- Me lo llegan a tocar y las mato - no parecía enojada, de hecho, lo dijo con una sonrisa, porque ella misma sabía que yo tenía a Raymond y Jessica a Edward.
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Midnight Train to London
Teen FictionY aquí estamos nosotras. Tratando de seguir una vida lo más normalmente posible. La verdad es que éste último mes fue... difícil, complicado e inesperado. Cuando recuerdo nuestros meses en Londres, me agarran ganas de sonreír y llorar al mismo tiemp...