Rebecca se cubrió los ojos con sus manos después de yo haber notado dolor en ellos. Seguía medio atontada por el sueño y sin saber bien qué pasaba; ni siquiera sabía si seguía durmiendo o si estaba despierta. No sabía cómo reaccionar, y menos cómo afrontarlo: Rebecca se veía tan mal que ni siquiera le pregunté qué hacía en mi casa a las dos de la madrugada, siendo que en seis horas teníamos que estar todas en la universidad. Dejé que se sentara en el segundo peldaño de las escaleras, en la oscuridad y sólo se escuchaba el sonido de sus sollozos y las gotas de lluvia. Yo sólo la observaba para capacitar qué iba a hacer con ella. Permití que se tranquilizara, aunque sus sollozos continuaran, antes de aclarar todas mis dudas.
Prendí la luz y de pronto se iluminaron las escaleras y parte del segundo piso. Todavía en silencio, fui a la cocina y le llené un vaso con agua. Me senté a su lado y se lo ofrecí.
- Muchas gracias por haberme dejado entrar - dijo con un hilo de voz y seguido de eso, probando el agua -... eres muy considerada.
- No iba a dejarte ahí fuera - dije por fin palabra, aunque seguía con voz ronca.
- Lo sé. Es por eso que vine.
Ella suspiró y miró hacia adelante mientras yo la miraba, esperando una explicación, pero no se la exigí ni le pregunté por qué lloraba. Mi única pregunta fue:
- ¿Estás bien?
- No. No lo estoy. Necesito que me hagas un favor, Kate. Un favor muy grande. No sólo tú, sino Collins y Melissa también.
- Vamos, dilo.
Ella abrió la boca y nosotras dos nos giramos y miramos hacia el segundo piso porque escuchamos una voz que yo no me esperaba a esa hora.
- ¿Kate? - preguntó Melissa.
Ella estaba apoyada contra las barandas de la escalera. Tenía los ojos achinados y tenía voz ronca.
- Mel... siento haberte despertado... lo cual me parece muy raro.
- Lo sé. Hasta hace media hora estaba despierta y pude dormirme, pero ahora... aquí estoy. No sé si estoy soñando o no, pero de todas formas tendrás que explicarme, por todos los cielos, qué está haciendo Rebecca aquí.
- Melissa, si puedo explicarlo - habló ella.
- No creo querer escuchar palabras saliendo de tú boca.
- Vamos, Melissa, no seas tan amargada. Deja que nos explique, - levanté una ceja, regañándola - tenemos que ayudarla.
Ella se lo pensó un poco, frunciendo los labios y con desconfianza. Luego rodeó los ojos.
- Está bien. Suban.
Subimos las escaleras y nos encontramos con ella. Estaba cruzada de brazos y seria.
- Qué simpática - fui sarcástica al encontrarme con mi amiga.
- Vamos, mi explicación - la apuró ella.
- ¿Podrías tranquilizarte un poco? - su actitud me ponía de mal humor. Y más todavía si tenía sueño.
- ¿Cómo pretendes que me tranquilice siendo que ella me llamó zorra, a mí y a mi mejor amiga? ¿Procuras que actúe como si nada y de repente sienta pena por ella? - alzó la voz.
- ¿Mel? - escuchamos la voz de Collins, detrás de la puerta de su habitación. Su voz se mostraba insegura y con un toque de miedo.
- ¿Collins? - preguntó Melissa, enarcando las cejas - ¿Qué haces despierta?
- Escuché tu voz y el ruido de la puerta abriéndose, ¿está todo bien?
- Si, Col. No hay ninguna clase de ladrón o asesino dentro de la casa. Tranquila, te hubieses enterado con un grito mío.
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Midnight Train to London
Novela JuvenilY aquí estamos nosotras. Tratando de seguir una vida lo más normalmente posible. La verdad es que éste último mes fue... difícil, complicado e inesperado. Cuando recuerdo nuestros meses en Londres, me agarran ganas de sonreír y llorar al mismo tiemp...