Capítulo #5

66 5 0
                                    

Daniel

La verdad es que no me esperaba que Galiana fuera tan despistada, yo sabía que ella era tipo me está hablando de lo que le sucedió hoy y termina diciéndome de como ella nació, lo que le paso a su vecina y como ella vivió con los dinosaurios sin que se la comieran.  Su magnitud fue de como para no darse cuenta de que yo estaba en su cama acostado y se atreva a cambiarse como si nada en su cuarto, como si estuviera sola en la casa.

¡Es que ella es única y especial!

Se acuesta junto a mí en la cama y rápido se queda dormida.  ¡Qué persona más vaga! Me quedo despierto viendo cómo se quedaba dormida y como se cierran sus bellos ojos marrones y se duerme.

!Es que ella es bella!

Lo mejor de todo es que es única. No hay otra persona a la que ella imite o tenga alguna cosa en común.  Al contrario, las personas se quieren parecer a ella.  O por lo menos que yo conozca.  ¿Alguien es capaz de hacer lo que ella acaba de hacer frente a mí? ¡Oh Dios! No se diga de la ropa interior de monitos. Es que hay que amarla como es tierna, amable, cariñosa, alegre, carismática, chistosa, optimista y si sigo, no termino, ella es súper especial para mí. ¿Se nota mucho? No, no creo. Aún más que estoy completamente loco por ella; ella es mi razón de vivir. Por la que yo daría mi vida completa sin nada a cambio, más que se quede en mi vida y nunca se valla. Lo que siento por ella es mucho más grande que una amistad, más grande que un amor entre hermanos.

Yo estoy completamente enamorado de ella; ella lo es todo para mí.

(...)

Me desperté y me volteo y aún Galiana sigue dormida en la misma posición de anoche. Me levanto y me muevo suave para tratar de no despertarla.

¡Quién la va a despertar, si tiene un sueño muy pesado!

Me meto al baño y luego de cinco minutos salgo. Si, un baño rápido porque quiero hacerle algo romántico a Galiana. Cuando ella se despierte con ese pelo muy peinado, sin sus ojos hinchados y sus ojeras.  Para nada, esa mujer cuando se despierta lo menos que te da es un ataque al corazón por la impresión de ver un monstro al lado tuyo. Menos mal que yo sé que es ella.  Bajo a la cocina y le preparo el desayuno que consta de dos rebanadas de pan con queso derretido y té helado, su desayuno favorito. Subo y entro a la habitación y veo que esta ya levantada estrujándose los ojos.

A pesar de todo se ve tierna.

Me acercó y le pongo la bandeja en su falda y ella se percata de mi presencia.

―Buenos días fea durmiente―le doy un beso en la frente.

―Buenos días cabezón―me dice empezando a comer del desayuno, pero se detiene a mirarme extraño―. ¿Tan feo duermo? Ah y espero que no me muera al comer de esto porque tú no sabes cocinar. Aunque no se ve mal.

― ¡Yo si se cocinar, la que no sabe aquí eres tú! Y si duermes feo, me babeaste el pecho.

―Tan temprano y enojado. No seas mentiroso Daniel.

―Y tu una enana chismosa. Idiota.

―Ya cállate y déjame comer―es que hay que amarla porque empezando el día y luego del desayuno que le prepare con amor, cariño y paciencia, me trata así. Pero no me importa, ella es así y siendo como es, me gusta.

La verdad no sé cuándo le valla a confesar mi gran amor hacia ella, tal vez cambie cuando lo haga y eso es a lo más que le temo.  Es que por las experiencias de su vida siento que me va a rechazar, solo quiero que esto no afecte la bonita amistad y confianza que nos tenemos.

― ¿Tu comiste?―me pregunto.

―No, tampoco tengo hambre. Tranquila.

― ¿Seguro?

―Si―Decido bañarme a lo que ella termina de comer.

Salgo y ya había terminado cojo las cosas del desayuno y bajo para ponerlas en el lavadero y limpiarla. Subo y no había nadie en la habitación hasta que escucho una melodiosa voz que provenía del baño, me siento en la cama para seguir escuchando. Ella para de cantar, ya que salió baño vestida y su pelo mojado.

― ¿Me escuchaste cantando?―pregunto al notar mi presencia.

―Sí, cantas bastante bien―dije, la verdad que eso era una dulce melodía para mis oídos.  Soy todo un cursi.

―No es para tanto.

―Bueno, yo te digo la verdad. ¿Cuáles son los planes para hoy?―dije.

―No sé...Salgamos al cine. La verdad es que no quiero estar en mi casa todo el día.

―Pues vamos―salí del cuarto para que ella se termina de arreglar a lo que yo hice lo mismo. Me visto con unos pantalones de salir cortos crema, una camisa blanca y mis Convenrse blancas. Termino y salgo para ver si ella ya estaba lista para salir. Voy llego a su habitación y toco la puerta para que no pase lo mismo que el día anterior.

―Entra idiota―sonreí y entre cuando veo que se está peinando. Esta vestida sencilla, pero bonita. Tiene una camisa blanca con un mahón de rotos y su converse blancas.

― ¿Nos vamos?

―Vamos.

Salimos de la habitación, cogimos nuestras cosas y salimos de la casa. Mi auto estaba frente a la casa de Galiana, nos montamos y pusimos el auto en marcha para el cine.

Llegamos al cine y decidimos la película la cual era La Autopsia de Jane Doe. Compramos las palomitas con refresco y dulces y entramos a la sala. La película empezó y todo iba bien hasta que en una parte Galiana se asustó.

― ¡Ahhhh! Dios que susto―se llevó la mano al pecho y casi arranca en asiento de su lugar por el brinco y sacudida que dio y como era de esperarse fue la única en gritar en toda la sala.

― Nena cállate, que vergüenza. Fuiste la única en gritar―dije y me fulminó con la mirada.

―No me importa, yo me asuste yo grito. No te gusta, mala tuya.

―Sigue viendo la película.

Seguimos viendo la película hasta que volvió otras ves a gritar.

― ¡Pero salte de ahí que te va a matar el muerto!―gritó.

¡Oh Dios y va a seguir!

―Cállate Galiana.

―Cállate tú.

―¡Sí que eres bruto no mataste al muerto la mataste a ella!. ¡Animal!―dijo asustada, pero enojada.

¿Quién la entiende?

Así pasamos hasta que se acabó la película. Galiana no paraba de gritar, lo hacía por todo.

― ¿Podrás dormir hoy?―pregunté.

―Pues claro, si esa películano me dio miedo estuvo porquería―dijo tranquila, aunque la conozcosuficientemente bien como para saber que está completamente aterrada y que hoy en especial no querrá dormir sola.

―Sí, claro―dije irónico.

Llegamos a la casa y como no había más nada que hacer y la casa estaba sucia, nos pusimos a limpiar. Al terminar de limpiar,  nos bañamos y nos vestimos para acostarnos a dormir ya que estábamos cansados.

―Daniel, ¿duermes conmigo hoy? La verdad tengo miedo―dijo haciendo un puchero.

―Sí, yo lo sé enana―dije y me acosté con ella.

―Buenas noches, Daniel.

―Buenas noches, Galiana.

No Sabes cuánto te amo, Galiana.


(...)

Vota y comenta.

Xoxo

--jocygali

Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora