Todo pareció ser un sueño, no una pesadilla, sino un tranquilo descanso, uno que no tenía desde hace años.
cuando abrí mis ojos me encontraba en mi cama, rebusqué con la mirada espíando cada rincón en busca de él pero no lo encontré por ningún lado.
«¿Sera que todo fue un sueño?».
Me senté en la cama y puse un pie fuera de ella, me sentía ligero, como si me hubíese quitado una carga de encima. Con pasos pequeños y tranquilos como los de un niño, me dirigí a la cocina de la cual provenían sonidos como si algo se friera en la sartén. Me acerqué y mirando de reojo desde la pared, pude verle.
Una negra cola se meneaba alegremente mientras un albino servía satisfecho lo que parecia un delicioso desayuno casero.
«Los demonios...¿Saben cocinar?»
Al advertir mi presencia, dejó las cosas que tenía en mano y se acercó gentilmente.
-Has despertado- sonrió dejando ver sus colmillos que hasta hace poco había descubierto. -He preparado el desayuno, estarás cansado y hambriento por lo de ayer-.
«Ayer...»
De repente las palabras "nunca te dejare" recorrieron mi mente repitíendose una y otra vez, provocando que un carmín apareciera en mis mejillas, no fue un sueño, los gritos, las lágrimas, sus palabras, el abrazo...no sólo me dijo que estaría siempre conmigo, sino que...
«Yo acepte»
Volteé rápidamente a verlo de nuevo y al cruzar miradas, pude sentir como mi corazón daba un latido más fuerte y sonoro.
«¿Qué fue ese latido?»
-Date prisa o se enfriará- tomo mi mano y conduciendome a la mesa me obligo a sentarme.- ¿o quizás... ¿prefieres que te alimente yo?- dijo casi en tono burlón.
Ante la proposicion, senti mi cara arder y sin demorar mucho tome rápidamente el tenedor y me apure a comer, sin levantar la mirada de mi plato en todo el desayuno.
«Este demonio..¿Acaso tendré que vivir con él de esta forma para siempre?»
"Nunca te dejare"
De nuevo ese recuerdo se volvió a colar en mi mente, y con el un nuevo palpitar, y un nuevo y extraño sentimiento que hacía acalorar mi rostro.
«Pero yo...ya lo he aceptado»
