Últimamente él parece sonreír más, también habla más y ejerce más contacto. Si ignoraramos sus ojos, su cola y sus cuernos, sería como ver a un humano normal, uno muy feliz y alegre.
«Esa sonrisa...Dios... Esto simplemente es malo para mi corazón»
Este demonio, puede alimentarse como los humanos, le encantan las cosas dulces, en especial los pasteles, como el que en este momento engulle muy placenteramente y también un poco torpemente. Aunque aparente ser un poco mayor que yo, en aspectos como estos él es realmente como un niño.
«Y uno muy adorable...»
-Tienes un poco de crema en tu labio- dije aproximando la yema de mi dedo a la comisura de su labio, rozando lentamente para limpiarlo completamente.
«Suave...es...muy suave. Sus labios son muy suaves»
Quién diría que detrás de estos suaves labios se encuentran unos exóticos y afilados colmillos que podrían devorarme fácilmente como al pastel de antes.
Con un movimiento rápido tomó mi muñeca apartándola de su rostro y se acercó lentamente.
-¿Qué sucede?... -pregunté con una voz temblorosa.
-no lo sé... - sonrió ladeando su cara- te veías tan concetrado observandome, que parecía que me deborabas con la mirada.
-¡Claro que no!- grite safándome de su agarre y alejándome de ahí, pero sabía que en mi huída me había colorado hasta las orejas.«Sus labios...»
Entre presuroso a mi habitación, cerrando con llave. Mi respiración agitada parecía competir con los latidos de mi corazón, ambos eran ensordecedores. Recosté mi espalda contra la puerta y me dejé caer para luego abrazar mi rodillas y ocultar mi rostro avergonzado.
"Parecía que me deborabas con la mirada"
«¿De verdad eran mis deseos tan evidentes?»